Historia del Pulp femenino


Historia del Pulp femenino.




Algunos géneros caen rápidamente en desuso, en especial cuando involucran tabúes que eventualmente dejan de serlo.

El escenario para este auge y caída no podía ser más adecuado: la década del 50', llena de excesos y retrocesos narrativos, no siempre juiciosos. El relato pulp ya había alcanzado sus mejores exponentes [H.P. Lovecraft, Abraham Merritt, Henry Kuttner, Robert Bloch, Clark Ashton Smith], pero las mujeres, aunque parte activa de aquel movimiento [el caso de C.L. Moore resulta paradigmatico], poco habían hecho para ampliar sus fronteras hasta la llegada del Lesbian Pulp Fiction.

Este nuevo género ofrecía una escandalosa visión sobre las mujeres dentro de un marco nétamente masculino: westerns, relatos de terror, historias de detectives, etc. La literatura lésbica aún no había nacido, salvo algunas excepciones dentro del romanticismo, o bien circulaba en ámbitos subterráneos, de modo que para acceder a alguna referencia sobre lo que era ser una lesbiana resultaba imprescindible revisar este nuevo experimento.

Más aún, el Lesbian Pulp Fiction fue fundamental para construir la identidad de las lesbianas, cuyos intereses estaban completamente ausentes de cualquier manifestación de la cultura popular. La escritora Donna Allegra, referente ineludible en estos menesteres, señala que:


[«No importa cuan avergonzada me sintiera frente a la caja registradora al comprar aquellos libros, me era absolutamente necesario tenerlos.»


Más adelante agrega: «que esas noveletas estuviesen allí sobre los escaparates significaba una sola cosa: no estaba sola, ni yo era la única.»

El pulp fue el vehículo ideal, por ser considerado un género bastardo y de escaso interés intelectual. Entretenimiento barato en papel amarillento elaborado con pulpa de madera [wood pulp] de pésima calidad. Se los podía adquirir prácticamente en cualquier sitio: farmacias, estaciones de micros, puestos de diarios y revistas. Fue este papel económico, de circulación viral, el que permitió que editoriales marginales publicasen las historias que nadie quería publicar.

La censura estaba presente, desde luego, pero solo se aplicaba sobre el material en crudo; es decir, uno podía rozar los tópicos más «abominables» siempre que estuviesen dentro de un marco literario que lo justifique. La única censura que se hizo efectiva recayó sobre las entregas postales y golpeó duramente a las comunidades suburbanas, cuyo único nexo con la comunidad lésbica eran justamente estas novelas y relatos.

La oleada del Lesbian Pulp Fiction duró exáctamente catorce años, desde 1955 hasta 1969. Sus ventas fueron incalculables, y muchos títulos fueron reeditados. Originalmente se los colocó en los fondos de los establecimientos, pero los propietarios pronto advirtieron que muchas mujeres abochornadas los leían a hurtadillas en los pasillos, de modo que fueron empaquetados y colocados en las cercanías de las cajas registradoras. El simple hecho de tomar uno de estos libros y someterlos a la mirada inquisitoria del vendedor, en una atmósfera que, recordemos, estaba saturada por los juicios del macarthismo, resultaba un verdadero desafío para cualquier mujer.

La primera publicación del Lesbian Pulp Fiction se anticipó a su oleada comercial. Barraca de mujeres (Women's Barracks), de Tereska Torres, fue publicado por Gold Medal Books. La historia gira en torno a una activista de las fuerzas francesas durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Se vendieron 4.000.000 de copias, y su título fue tomado como ejemplo de degeneración y bajeza moral por el comité encargado de denunciar material inapropiado: el House Select Committee on Current Pornographic Materials.

Sin embargo, la primera novela nétamente lésbica fue Fuego de primavera (Spring Fire), de Marijane Meaker, firmado bajo el seudónimo Vin Packer. Vendió 1.500.000 de copias. La historia narra los amores de Leda y Mitch, dos estudiantes atormentadas por sus inclinaciones. Fuego de primavera definió el ingrediente típico de estas novelas, y que pocas veces tuvo excepciones: el final trágico en dos variantes: suicidio o locura.

Desde luego, esto no fue una decisión estética, sino un asunto práctico. Si el material era considerado como promotor de comportamientos indignos podía ser censurado por el gobierno, de manera que el suicidio (o la locura de sus protagonistas) amparaban al autor sobre cualquier desliz previo en la trama. En menos palabras, si uno iba a escribir sobre homosexualidad no se podía escribir un final feliz. La única excepción a la fórmula es la novela: El precio de la sal (The Price of Salt), de Patricia Highsmith, firmado bajo el seudónimo Claire Morgan; donde al final ambas protagonistas abrazan satisfactoriamente su elección sexual.

De más está decir que el libro fue eliminado de las bateas.

El impacto del Lesbian Pulp Fiction se hizo tangible justo antes de su muerte. Dos novelas: Chica rara (Odd Girl) [cuyo título original fue prohibido: Anna ama a Beth (Anna Loves Beth)] y El tercer sexo (The Third Sex), de Artemis Smith, seudónimo de la filósofa Anselm Morpurgo, marcaron el camino de los movimientos sociales de los años 60', incluyendo a la política dentro de sus historias, asunto que los editores no estaban dispuestos a tolerar. Una cosa era hacer dinero fácil, y otra muy distinta era sacudir las bases de una sociedad que, en aquellas condiciones, los llenaba de dinero. La primera de estas novelas incluso lanzó una frase muy conocida: come out of the closet [salir del closet]; slogan estratégico para los movimientos sobre los derechos de los homosexuales en la década del 60'.

Desde luego, la calidad del Lesbian Pulp Fiction es, al menos, cuestionable. Los autores eran tanto hombres como mujeres, aunque todos firmaban con seudónimos femeninos. El mercado de lectores no solo incluia damas, sino a los sobrios caballeros que buscaban saciar sus fantasías. La confusión incluyó subtítulos codificados que daban a entender el carácter intrínseco de la obra en cuestión. La escritora Yvonne Keller dividió el género en dos ramas: pro-lesbianas [pro-lesbian] y aventuras viriles [virile adventures]. La primera daba cuenta de relaciones afectivas entre dos mujeres, y la segunda incluia personajes masculinos para generar cierta empatía en el lector abochornado.

Por cierto, no todos fueron halagos para el Lesbian Pulp Fiction. Algunos lo acusan de promover mitos en torno a la homosexualidad femenina, y no sin razón. Por ejemplo, suelen abundar personajes femeninos [Butch women] que asaltan a damas prolijamente heterosexuales; o que bien encaran actividades ilegítimas como la brujería, el satanismo, el desenfreno erótico, etc. La llegada de los años 60' marcó el declive lento del Lesbian Pulp Fiction. El lesbianismo dejó de ser un tema tabú, y, en consecuencia, pudo tratárselo en otros foros menos refractarios. Los libros de cubiertas escandalosas dejaron de ser imprescindibles para informarse sobre el tema, y la gran mayoría de sus novelas cayeron en el olvido, o acaso en el moho de un compartimiento secreto en el armario de alguna honesta ama de casa.

Estos son algunos de los relatos del Lesbian Pulp Fiction más importantes:
  • A diferencia de otros (Unlike Others, Valerie Taylor)
  • Amantes crepusculares (Twilight Lovers, Marion Zimmer Bradley)
  • Caminamos solas (We Walk Alone</>, Marijane Meaker)
  • Carol en cien ciudades (Carol in a Thousand Cities, Marijane Meaker)
  • Cuchillos de deseo (Knives of Desire, Marion Zimmer Bradley)
  • El casamiento (The Marriage, Ann Bannon)
  • El extraño en Lesbos (The Stranger in Lesbos, Valerie Taylor)
  • Jornada hacia la mujer (Jorney to a Woman, Ann Bannon)
  • La extraña mujer (The Strange Woman, Marion Zimmer Bradley)
  • Las crónicas de Beebo Binker (The Beebo Brinker Chronicles, Ann Bannon)
  • Las dos no viviremos (We Two Won't Last, Marijane Meaker)
  • Las muchachas (The Girls, Valerie Taylor)
  • La torre de Midwood (Midwood Tower, Valerie Taylor)
  • Lleva a una lesbiana a almorzar (Take a Lesbian to Lunch, Marijane Meaker)
  • Mi hermana, mi amor (My Sister, My Love, Marion Zimmer Bradley)
  • Morgan Ives (Morgan Ives, Marion Zimmer Bradley)
  • Mujeres en las sombras (Women in the Shadows, Ann Bannon)
  • Primavera de fuego (Spring fire, Marijane Meaker)
  • Repara su cielo (Spare Her Heaven, Marion Zimmer Bradley)
  • Sin Adán para Eva (No Adam for Eve, Marion Zimmer Bradley)
  • Soy lesbiana (I Am a Lesbian, Marion Zimmer Bradley)
  • Soy una mujer (I Am a Woman, Ann Bannon)
  • Susurran su amor (Whisper their Love, Valerie Taylor)
  • Tambien debemos amar (We Too Must Love, Marijane Meaker)
  • Un mundo sin hombres (A World Without Men, Valerie Taylor)




Relatos pulp. I Relatos feministas.


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