Dante Gabriel Rossetti y Elizabeth Siddal: una historia de amor


Dante Gabriel Rossetti y Elizabeth Siddal: una historia de amor.




Dante Gabriel Rossetti: poeta, pintor, y uno de los referentes del movimiento prerrafaelita, se enamoró de su modelo favorita: Elizabeth Siddal, Lizzie, también poetisa, bella y carismática, y juntos forjaron una de las historias de amor más extrañas de la época.

A ella Dante Rossetti le dedicó sus mejores lienzos, visiones arrebatadoras de un pasado romántico, accesible únicamente a través de la belleza de Elizabeth Siddal, diametralmente opuesta al ideal victoriano al que aspiraban los pintores del período. Dante Rossetti se enamoró, se casó, y pronto descubrió que Elizabeth Siddal, esa joven alta, estilizada, de labios carnosos, sensuales y cabellos rojos como brasas, era una mujer enferma.

La relación continuó, con algunos sobresaltos. Dante Gabriel Rossetti estaba profundamente enamorado de Elizabeth Siddal, aunque esto no evitó que mantuviera algunos romances fulminantes con otras modelos prerrafaelitas. El más extravagante de aquellos amoríos clandestinos fue el que el poeta vivió con una modelo muy poco agraciada: Fanny Conforth, a quien Dante Rossetti llamaba cariñosamente «Mi querido elefante» (My dear elephant). Fanny era una mujer robusta, redondeada, distinta de la frágil Elizabeth Siddal, salvo en el cabello rojo. En este detalle Dante Rossetti era intransigente.

Durante muchos años, la historia que a continuación nos disponemos a narrar permaneció en la más absoluta reserva. Las biografías de Dante Rossetti apenas mencionan algún episodio circunstancial de la tragedia, quizás para preservar la imagen del poeta, que ciertamente se ve perjudicada.

Cierta noche, el poeta Algernon Swinburne fue a cenar a casa de Dante Rossetti. Elizabeth Siddal se mostró particularmente feliz con la visita, como si aquel encuentro estuviese cargado de un significado secreto. Después del festín, Dante Rossetti se dispuso a partir a un colegio comunitario, fundado por John Ruskin, donde daba clases a obreros y empleados de las clases marginales. Swinburne, siempre caballeroso, se ofreció a acompañarlo. Cuando salieron a la calle, y Dante Rossetti estuvo a salvo del oído atento de su esposa, confesó que no iría a clase esa noche, sino que se encontraría con su «elefante».

Nada ha quedado de ese encuentro clandestino, por lo que podemos suponer que se desarrolló con total normalidad.

Cerca del amanecer, Dante Rossetti regresó al hogar, vencido por las exigencias de su encuentro ilegítimo. Era el 11 de febrero de 1862, y el día estaba saturado de promesas venturosas. El poeta entró al dormitorio conyugal, procurando no hacer ruido. Lizzie Siddal estaba enferma, y los médicos le habían recomendado la más estricta calma. Luego, imaginamos, la besó en la frente, y la sintió fría.

Elizabeth Siddal se quitó la vida esa madrugada, ingiriendo una dosis letal de cloral, el mismo que los médicos le habían recomendado para su insomnio. Las biografías callan lo que es evidente: Siddal conocía las aventuras extramatrimoniales de su esposo, y en consecuencia decidió suicidarse.

Dante Rossetti quedó devastado. Su caracter supersticioso pronto recordó la reciente luna de miel, en la que pintó a Lizzie en un cuadro llamado Cómo se encontraron consigo mismos (How they met themselves), una obra oscura que retrata el encuentro sobrenatural de la pareja con sus dobles, sus doppelgängers, encuentro que, según la leyenda, acarrea una muerte inminente.

Tanto los médicos como los amigos sabían de la medicación de Elizabeth Siddal, y razonaron que la muerte se debió a un exceso involuntario en la administración de su dosis. Dante Rossetti, acaso por conveniencia, aceptó esta explicación, pero en su interior se sabía culpable.

Al día siguiente se organizó un funeral íntimo. Sólo los amigos cercanos de la pareja asistieron.

Dante Rossetti, loco de culpa, aprovechó un momento de descuido para deslizar algo en el ataúd de Lizzie Siddal. Tomó las manos gélidas de su amada y las colocó alrededor de un cuaderno manuscrito, una especie de sacrificio, de expiación, para aplacar a los demonios que se agitaban en su corazón. Se veía a sí mismo como el asesino de su esposa, de manera que decidió sacrificarle lo más preciado que tiene un poeta: su obra.

Tras el funeral, Dante Gabriel Rossetti rompió su relación con Fanny Confort, y se recluyó en las afueras de Londres. De naturaleza sociable, frecuentador de bares y reuniones de toda índole, el poeta se aisló por completo. Pintaba obsesivamente, y no recibía a nadie en sus recámaras, salvo a sus amigos íntimos. Allí vivió catorce años, solo, atormentado, acosado por espectros de cabellos rojos y miradas fulminantes.

Cuatro años después del funeral, un amigo se acercó a Dante Rossetti y le confesó haber visto el extraño sacrificio sobre el ataúd de Lizzie Siddal. En una reunión excepcional, Dante Gabriel Rossetti fue emborrachado por un grupo cerrado de admiradores, y presionado para rescatar aquel manuscrito. Golpeado por los vapores narcóticos que gravitaban sobre su mente, el poeta accedió. Este grupo de amigos y admiradores, a quienes no queda otra más que agradecer profundamente, iniciaron los trámites pertinentes para la exhumación, ritual que fue aprobado con todas las garantías de la ley.

Dante Rossetti no asistió al desentierro del cadáver de Elizabeth Siddal. Se dice que pasó la noche en una taberna bebiendo hasta quedar inconsciente. Dos amigos del poeta, más un oficial de policía y un empleado del cementerio, desenterraron el ataúd. Su cuerpo, como es natural, había perdido todo registro de su anterior belleza, pero el manuscrito, extrañamente, estaba intacto, como si las garras de la muerte no se hubiesen atrevido a tocarlo.

Dante Gabriel Rossetti no volvió a ver el manuscrito ni a leer sus poemas. Sus amigos se encargaron de publicarlo, y muy pronto se convirtió en una obra de culto, quizás la colección de poemas más impresionante de su época.

Se lo llamó, con toda justicia: La Casa de la Vida (The House of Life).





Poemas de Dante Gabriel Rossetti. I Poemas de Elizabeth Siddal.


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