Sueño de un escritor sentimentalmente perjudicado


Sueño de un escritor sentimentalmente perjudicado.




A y F duermen.

Duermen porque escribí que duermen.


En oriente se creía que el universo es producto del ocio de la divinidad. Según esta cosmogonía, la realidad es creada durante el sueño de Dios, razón por la cual nuestro mundo es imperfecto.

Pero si el cosmos es una obra inacabada, lo mismo podríamos afirmar de todas las cosas que lo pueblan, desde los átomos, las estrellas, las galaxias, los hombres y, naturalmente, sus subcreaciones.

Y así como el hombre a menudo se rebela contra su creador, los personajes que éste crea también pueden manifestar impulsos subversivos.

A y F, se rehúsan a continuar habitando dentro de su plano. Sin ir más lejos, a la madrugada advertí que A me lanzaba una mirada asesina desde la oscuridad del manuscrito. Me observó, luego tanteó el vaso en su mesa de noche, y bebió, sin dejar de lanzarme reproches a través del ojo entrecerrado por gruesas lagañas; y digo ojo porque cuando ella se despierta suele abrir primero con el ojo derecho, el otro, durante unos instantes, se aferra al sueño.

No sentí miedo frente a esa repentina autonomía, sino más bien indiferencia, análoga, quizá, a la que Dios experimenta por sus propias creaciones. Después de todo, las emociones fuertes son más una necesidad narrativa que un instinto frecuente en cualquier hacedor.

Además, ¿qué importancia tiene que dos personajes se den cuenta de que no existen? Absolutamente ninguna.

Tampoco me gustaría cultivar la opinión general de que uno es un cretino que anda por ahí creando personajes para que sean conscientes de su situación.

De ninguna manera. A y F piensan libremente, e incluso confabulan para escapar.

Y fíjese usted que con ellos no soy, digamos, misericordioso. De hecho, los ubico en las más extraordinarias dificultades. A veces sencillamente me siento en mi banco de la plaza y me entrego con absoluto descaro al diseño de espantosas realidades.

A ella la hago objeto de toda clase de perversiones, de impulsos suicidas, sádicos, de orgasmos incontrolables que pueden producirse mediante el dolor, el sueño, el ayuno, la frecuentación con hombres por los que no siente la más ínfima atracción.

A él, por momentos, lo vuelvo un tipo ordinario, hincha de River, blanco de reflujos gástricos desconocidos por la ciencia médica, uno de los cuales consiste en defecar por la boca.

Claro que esto es posible sólo cuando estoy concentrado en ellos. Cuando pienso en otra cosa, son libres para confabular.

Y eso mismo ocurrió un día, cando una mujer, juraría que de carne y hueso, se sentó junto a mí en la plaza.

La concentración, ese esfuerzo que otros se empeñan en clasificar dentro de las variables del ocio, se diluyó de repente.

No sé cuántos años pasé en la plaza. Imaginemos que muchos; y que con esa mujer, cuyo nombre no recuerdo, todo fue distinto.

Para muchas mujeres el amor como una especie de proyecto arquitectónico, es decir, algo que se construye a partir de un orden, de un plan, de unas pautas que otros, en el pasado, han jurado su eficacia; razón por la cual ellas son perfectamente capaces de pensar primero en el otro.

Afortunadamente, en este caso el otro era yo, lo cual no dejó de ser un poco extraño para mí; siempre pensé en el otro como un tipo que salta medio en bolas de un segundo piso.

En este punto conviene aclarar que ese monstruo edilicio que fuimos, ella y yo, se derrumbó mediante una detonación programada.

El dato es circunstancial. El amor de una mujer no se obtiene ni se pierde.

Me apresuro a finalizar estas líneas porque A y F están a punto de despertar, por última vez.

Ella abrirá su ojo empañado de lágrimas creyendo que es real, que las plegarias que pronuncia antes de dormir son escuchadas por un dios piadoso. Y sobre ellos estoy yo, ni dios ni piadoso, preso de unas páginas que únicamente existen en el sueño de otro.

Ese destino no es completamente ingrato. En el medio está usted, diseñado para ser testigo de un hecho irrelevante en un cosmos imperfecto.




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8 comentarios:

Lilandra dijo...

Mi querido Aelfwine, que par de ilusos somos, y mirame aquí en medio de la madrugda escribiendo este comentario, porque entre otras cosas, también me he levantado de mi sueño. Ya no sé de que manera expresar o que palabras usar para agradecer esos pequeños detalles que me regalas, muchísimas gracias por el poema, ha sido hermoso. Pero he de confesarte amigo que más ha tocado mi sensibilidad esta entrada, este diario dibujado como reflexión, porque es posible que entre las fantasías esté más cercano a la realidad, que dentro del universo de escritores que saben manipular las palabras para jugar con nuestras mentes y obligarnos a alejarnos de la realidad, tú renunciando a ese poder hoy nos mantuviste en la tierra, gracias por eso. Cada día, en cada ocasión oportuna nos das más, y no es que no seas celoso a tus creaciones, pero las colocas aquí para que sean observadas, medidas y escrutadas con la esperanza de que entre todo el que la lea al menos aparezca alguien que pueda como mínimo apreciar y comprender lo que has escrito (al final todos queremos ser comprendidos, aunque no lo digamos, puedes sonreír ahora). Tal vez ya deba regresar a la cama porque dentro de un par de horas empieza la jornada laboral y no creo verme bien con ojeras. La parte difícil, nunca he sabido despedirme correctamente, creo que lo resumiré con un simple adios, cuidate Aelfwine.

Anónimo dijo...

Este es realmente uno de los mejores relatos que he leido....desde hace algun tiempo he podido leer todo lo que es balbuceado por vos....y realmente me encanta como escribes....mas allá de eso....esta muy bacana esta pagina....me encanta poder leer los poemas y escritos que aqui se publican....suerte con el Espejo.

Anónimo dijo...

Creía que mi desvelo nocturno había pasado desapercibido para ti, sin embargo oías el mudo plañir de mis lamentos! tu prozacfilico halago reparó mi herido ego "¿extraordinaria"?, gracias Dios!

Anónimo dijo...

cuanta verdad, es difícil y extenuante prolífica inspiración de un herido

.·"*"·.Zamarya.·"*"·. dijo...

bacano como eres capas de engatusas de una forma muy manipuladora al lector, aparte de manipulador eres de mente muy dispersa, lo q incremente mi gusto por tu comica lectura...
me encanto lo oltimo q escribiste... el amor de uan mujer se recibe, en lo personal me da piedra cuando uno como mujer lo da todo y solo pasa por al lado de la otra persona y lo deja ir...
bacano por ti y tus pensamientos

Luli dijo...

Hola! De nuevo pasando por tu blog. La verdad es que me encanta tu forma de escribir y de expresarte.
Esta entrada en particular es de mis favoritas, es de aquellas que leo y releo millones de veces sin cansarme y siempre le encuentro un significado nuevo y fascinante.
Gracias por compartir tu talento tan unico y exquisito con el resto.
Saludos que estes muy bien. Y desde ya, gracias por hacer arte de verdad.

Anónimo dijo...

sabiendo aun q esta entrada del diario es vieja, creo q como muchas cosas no tiene tiempo ni espacio. El q lo lee le dara en parte recuerdos q haya vivido o q quiera vivir. Gracias a lo bien q podes comunicarte y escribir da gusto leer estas lineas q por momentos me llevan a recuerdos en compañia de lagrimas o graciosamente a risas en medio de los sollozos x los comentarios tan bien puestos en medio de toda la escritura.
nada, gracias noams x compartir un poco de alma a la gente q tenga ganas de leer algo q en su momento fue sentido y x lo q leo ya superado y depositado en buenos y lindos momentos vividos al final de un camino.

Lilandra dijo...

No comprendo por qué regresé a esta habitación. Andaba sin rumbo por los reflejos de los espejos que tienes colgados aquí y sin darme cuenta caí estrepitosamente delante del escritorio donde guardas tu diario. La tapa dura me golpeó de lleno en la cabeza y entre maldiciones y gritos me senté en tu cama con el diario en mi regazo.

Para mi sorpresa lo abrí en esta página, que marcaba la fecha de apenas unos días antes de cumplir mis 20 años y leí. No pude evitarlo, lo intenté, pero la nostalgia (aunque sea esta enfermiza) fue más fuerte que mi voluntad.

Entonces viajé, al pasado, a mi corazón y al laberinto de tus sueños, y me conmoví. Porque no podemos negar quienes fuimos, porque no podemos borrar lo que alguna vez hicimos, porque para siempre seremos lo que somos.

Por tu felicidad y la mía cerré el diario, lo dejé sobre el escritorio, miré por última vez la habitación y cerré la puerta silenciosamente tras de mí. Porque también hay algunas cosas que es mejor olvidar.



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