Marqués de Sade: relatos, libros, novelas, historias, biografía


Marqués de Sade: relatos, libros, novelas, historias, biografía:




Donatien Alphonse François de Sade —más conocido por su título nobiliario: marqués de Sade (1740-1814)— fue un filósofo, libertino y escritor francés que llegaría a convertirse en un autor de culto.

La filosofía del Marqués de Sade sublima el placer personal por encima de los valores sociales, es decir, coloca al individuo y sus impulsos primarios por adelante de las convenciones de la sociedad. Esa filosofía, tan polémica y escandalosa en su tiempo que le valió varios años de prisión, no sólo se aplica en términos de placer sensual sino también a la libertad de expresión.

Al final de nuestra selección con algunos de los más notables cuentos del Marqués de Sade repasaremos algunos detalles sustanciosos de su agitada vida.



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Marqués de Sade: historias, biografía:

Antes de entrar en la vida del Marqués de Sade nos apoyamos en una advertencia hecha por el mismo autor:


...Imperioso, colérico, irascible, extremo en todo, con una imaginación disoluta como nunca se ha visto, ateo al punto del fanatismo, ahí me tenéis en una cáscara de nuez. Mátenme de nuevo o tómenme como soy, porque jamás cambiaré.


El Marqués de Sade no fue un estudiante particularmente ejemplar, aunque si se lo ha destacado como uno de los lectores más voraces de su época; apetito que saciaba casi exclusivamente con el estudio de la literatura francesa.. Cursó sus estudios en Provenza, en la abadía de Saint Léger d'Ebruil, bajo la estricta vigilancia de su tío, el abad de Sade, quien fue una poderosa influencia en relación a sus hábitos libertinos, ya que el abad compartía con el Marqués de Sade ciertos placeres irreconciliables con la vida monacal.

Por esos años el Marqués de Sade tuvo su primer desengaño amoroso. Fue rechazado por la bella Laurais, castellana de Vacqueyras; aunque luego contrajo matrimonio con Renée-Pélagie de Montreuil. De ese matrimonio nacieron tres hijos.

Su vida de excesos comenzó, extrañamente, dentro de su hogar. Allí solía aprovecharse tanto de prostitutas como de los mismos empleados del castillo, sin hacer distinción entre sexos. De hecho, su apetito era tan impresionante que no se privó de cortejar a la propia hermana de su esposa.

En 1767, sólo cuatro meses después de su matrimonio, el Marqués de Sade fue encarcelado por primera vez; al parecer, gracias a ciertos exabruptos en un prostíbulo. Pasó algunas semanas de prisión en el castillo de Vincennes, hasta que se le ordenó que se abandonara París. Su nueva morada fue el castillo de Échaffars, en Normandía.

En 1763, al morir su padre, adquirió oficialmente el título de Conde de Sade, aunque siempre prefirió que se lo llamara Marqués de Sade. En 1768 el estado aumentó la vigilancia que pendía sobre él. Fue acusado por una mendiga, llamada Rose Keller, de haberla llevado al castillo mediante engaños, y luego flagelarla cruelmente.

Después de este episodio, el Marqués de Sade pasó nuevamente una temporada en prisión.

Sería inadecuado enumerar la cantidad de variantes que el Marqués de Sade utilizaba para satisfacer sus instintos; pero creo que la siguiente anécdota sirve como ejemplo paradigmático de los desquiciados hábitos que su lujuria lo impulsaba a realizar.

Al parecer, durante su estancia en Marsella, decidió darles un estímulo extra a sus orgiásticos invitados. Entonces pensó en la mosca española.

Este afrodisíaco estaba prohibido en casi todos los países; razón por demás poderosa para que el Marqués de Sade se haya sentido tentado a usarlo. No daremos la receta completa, la cual fue escrupulosamente consignada en el Códice Negro de Praga, ya que algún curioso lector puede sentirse incitado a experimentar sus propiedades. Baste decir que el afrodisíaco se elaboraba con el cuerpo disecado de la cantharis vesicatoria, más conocida como mosca española, entre otros ungüentos y pócimas.

Sus efectos eran, según se dice, diferentes para cada sexo. En las mujeres, el afrodisíaco actuaba aumentando la sensibilidad genital, al punto en que el ardor púbico las excitaba de tal manera que eran capaces de entregarse a cualquier aberración. En los hombres los efectos eran más bien sencillos: provocaban lo que los monjes llamaban animalis erectio, las cuales no se diluían hasta pasadas varias horas; algo similar a lo que ocurría con Príapo y su incómodo atributo.

Cuando los supuestos beneficios de un producto son tan prometedores, las contraindicaciones suelen ser disuasivas. En este caso, los efectos nocivos oscilaban entre una sensación de incomodidad y la muerte.

En el episodio de Marsella, afortunadamente, no murió nadie; pero varias prostitutas y otras mujeres de buena casta se sintieron indignadas, o más bien irritadas, por los efectos del afrodisíaco del Marqués de Sade; las cuales llegarían a acusarlo de intento de envenenamiento.

Fue encontrado culpable de estas acusaciones, a la que se le agregó la sodomía; motivos exiguos para sentirse avergonzado pero lo suficientemente poderosos como para apresurar su huida a Italia. Antes de exiliarse, el Marqués de Sade creyó que aquel no era un viaje para realizar solo por lo que decidió secuestrar a la hermana de su esposa. Para mayores inconvenientes, la muchacha se había recluido en un convento con la esperanza de que el Señor la perdonara por los abominables excesos carnales a los que se había sometido.

Regresó a París en un pésimo momento. Su suegra había conseguido que se emitiera la lettre de cachet, una orden de prisión firmada por el rey de Francia. Después de una infructuosa huida, el Marqués de Sade fue encarcelado. Allí comenzó a escribir casi de manera febril. muchas de sus obras se perdieron o fueron quemadas por él mismo; pero afortunadamente otras sobrevivieron a los años de encierro.

En 1789 fue trasladado a la Bastilla, en dónde permaneció un año. Cuando la lettre de cachet fue derogada por la asamblea constituyente, el Marqués de Sade quedó en libertad. El mismo día en que salió a la calle, su mujer le exigió el divorcio. No podemos culparla.

A comienzos de 1791 comenzó a publicar algunas de sus obras, siempre bajo curiosos seudónimos. Ese mismo año conoció a Marie-Constance Quesnet, una actriz desempleada y madre soltera. Con ella permanecería el resto de su vida.

Durante el reinado del terror, el Marqués de Sade mostró una enorme adaptabilidad; ya que, a pesar de ser de familia aristócrata, logró desempeñar varios cargos públicos. Incluso llegó a escribir un elogio de admiración a Jean Paul Marat, aunque esto fue, evidentemente, un movimiento para asegurar su posición.

Muchos biógrafos afirman que por aquellos años el Marqués de Sade comenzó a padecer los efectos adversos de sus excesos. La buena comida, obsesión que sólo era superada por el sexo, se convirtió en su deporte personal, y su admirada figura poco a poco fue transformándose en una masa casi irreconocible.

En 1800 escribió una obra utilizando anagramas en los que sutilmente se burlaba de Napoleón. En 1801 fue encarcelado (otra vez) y mientras se esperaba la organización del juicio recibió una nueva acusación, esta vez de parte de sus compañeros de celda, los cuales, según el testimonio de los cronistas, temían dormir boca abajo en su presencia.

En 1803 fue declarado oficialmente demente y trasladado al manicomio de Charenton. El director de esta institución, un abad bastante liberal para la época, lo instó a que continuara escribiendo, e incluso le permitió que montase algunas obras de teatro dentro del manicomio. Allí comenzó una relación Madeleine Leclerc, una empleada de Charenton que sólo contaba con trece años. El romance duraría hasta el día de su muerte.

Pocos días antes de morir, el Marqués de Sade le confió a Madeleine su última voluntad: deseaba ser enterrado en un monte rodeado de árboles, sin lápida que recordase su nombre:


Que las huellas de mi tumba desaparezcan de la superficie de la tierra, como me jacto de que mi memoria ha de borrarse de la mente de los hombres.


El 2 de diciembre de 1814, el Marqués de Sade murió. No hubo montes arbolados para él: se lo enterró en el cementerio del manicomio, y luego su cráneo fue exhumado para oportunas investigaciones científicas.

La filosofía del Marqués de Sade siempre fue motivo de debate. Por un lado sugiere una exaltación de la libertad personal pero por el otro anula cualquier ley moral que proteja a los indefensos.

Nos explicamos:

El Marqués de Sade tenía una visión particular de la libertad, para él: consistía en el sometimiento del hombre a sus propios instintos, por lo que cualquier aberración estaba justificada siempre que esté conducida a saciar aquellos apetitos. Algunos estudiosos afirman que esto era más una pose que una verdadera creencia; y que sus relatos y obras de teatro eran simples medios para purgarse de sus impulsos licenciosos. En lo personal creo que los demonios que el poeta exorcizaba a través de la escritura gozaban de excelente salud.




Autores en El Espejo Gótico. I Autores con historia.


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9 comentarios:

Juno dijo...

Una página genial. He leído muchos de los relatos, y después de leer Aventura Incomprensible (que por cierto, no la veo en la lista de relatos del autor) empecé con Las 120 Jornadas de Sodoma.

Saludos.

Sebastian Beringheli dijo...

Buena elección para continuar con Sade, Julio.. Y gracias por el aviso, no había notado que faltaba el link al relato.

Saludos!

Anónimo dijo...

yo, en el lugar de la esposa, la cuñada, la suegra, la mendiga, los presos o lo que sea, lo enveneno.
aunque siempre es imperdonable exterminar cualquier foco de arte.

muy bueno el articulo

Luna Darkpoetry dijo...

xD es curioso que yo me enterara de el marquez de sade por mi profesor de biologia... un hombrecillo con una forma de pensar inquietante y que tomaba su filosofia del propio marquez... y ahora estan a mi alcanze sus relatos.. gracias aelfwine! aunque te are una humilde peticion con la esperanza de que la cumplas.. por favor publica más relatos de sade.

Jessica EG dijo...

Me considero fan de el Marques de Sade y puedo decirles que este relato estuvo maravilloso GRACIAS y aunque algunas personas lo juzgan inegablemete puedo decir que a mis 20 años y ser una chica me encanta y siento la misma lujuria que el...

Anónimo dijo...

exelente publicación un extraordinario autor

Anónimo dijo...

Les recomiendo Justine, en el fondo una descripción de la sociedad europea en la epoca de Sadde

Warlord dijo...

Un personaje verdaderamente Loco podría decir.

Anónimo dijo...

Me encantó el comentario de Jessica, muy valiente al reconocer que comparte esas mismas pasiones.. yo me sumo!



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