«Los Hijos de la Noche»: Edwin Arlington Robinson; poema y análisis.


«Los Hijos de la Noche»: Edwin Arlington Robinson; poema y análisis.




Los hijos de la noche (The Children of the Night) es un poema gótico del escritor norteamericano Edwin Arlington Robinson (1869-1935), publicado en la antología de 1897: Hijos de la noche (Children of The Night).

Los Hijos de la Noche es un poema críptico, oscuro, como si estuviese envuelto bajo un espeso manto de niebla; algo bastante extraño teniendo en cuenta que la mayoría de los poemas de Edwin Arlington Robinson están llenos de una luz tan intensa que a veces es difícil captar todos los detalles con los que juega.

Se puede decir que Los Hijos de la Noche es una triunfal vindicación del espíritu que cuestiona, que tiene dudas, que intenta vivir con coraje [tal vez buscando inútilmente la felicidad] a pesar de la oscuridad que nos espera después de la muerte. Sin embargo, hay tristeza detrás de esta glorificación:


Y si no hay otra vida,
si no hay otra oportunidad
para pesar el dolor y la lucha
que en la balanza de las circunstancias,
sería mejor ahogarnos en el mar de la vida,
que navegar para siempre en la oscuridad.


Es como si Edwin Arlington Robinson, en su afán por encontrar la luz de la esperanza, terminara hundiéndose en la oscuridad. De eso se trata Los Hijos de la Noche, de la posibilidad de encontrar algún rastro de luz espiritual, aunque sea una chispa, en una vida marcada por el cambio y la muerte. Esta es la matriz de la exhortación Edwin Arlington Robinson: no está llamando a los lectores [los Hijos de la Noche] a que vean la luz, sino más bien a que abracen la posibilidad de que tal luz exista en alguna parte.

El narrador de Los Hijos de la Noche rechaza los credos intelectuales que glorifican a Dios, e insinúa la promesa de Luz para el ser humano. Si esa «otra vida» que Edwin Arlington Robinson promete a los Hijos de la Noche está en este mundo o en el más allá, no está claro en el poema. Puede ser ambos. Está claro que la promesa de un futuro hace que valga la pena vivir el aquí y ahora:


Es la promesa del día
lo que hace sublime el cielo estrellado;
es la fe dentro del miedo
lo que nos sujeta a la vida que maldecimos.


En este punto, el narrador de Los Hijos de la Noche se dirige directamente a sus lectores, una técnica inusual en la poesía de Edwin Arlington Robinson, exhortándolos en una especie de fervor evangélico, a unirse a él en la creencia de una interpretación idealista del universo:


¡Deja que nosotros, los Hijos de la Noche,
quitemos el manto que oculta la cicatriz!
¡Seamos Hijos de la Luz,
y contemos a los siglos lo que somos!




Los hijos de la noche.
The Children of the Night, Edwin Arlington Robinson (1869-1935)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Para aquellos que nunca conocieron la luz,
la oscuridad es algo hosco;
y ellos, los Hijos de la Noche,
parecen perdidos en la criba de la Fortuna.

Pero algunos son fuertes y otros débiles,
y ahí está la historia. La casa y el hogar
están cerrados a innumerables corazones que buscan
un refugio que nunca llegará.

Y si no hay otra vida,
si no hay otra oportunidad
para pesar el dolor y la lucha
que en la balanza de las circunstancias,

Antes de que se ponga el sol
el primer día en que nos embarcamos,
sería mejor ahogarnos en el mar amargado de la vida,
que navegar para siempre en la oscuridad.

No hay luz sino para un ojo mortal,
no hay descanso sino el de un sueño mortal,
no hay Dios sino en la mentira de un profeta,
no hay fe para mantener la «duda honesta»;

Si no hay nada, bueno o malo,
sino caos para que un alma confíe,
Dios lo cuenta para un alma enloquecida,
y si Dios es Dios, Él es justo.

Y si Dios es Dios, Él es Amor;
y aunque el amanecer sea todavía tan oscuro,
nos muestra que hemos jugado lo suficiente
con los credos que lo convierten en un demonio.

Hay un credo, y sólo uno,
que glorifica la excelencia de Dios;
que aprecie tanto que se haga Su voluntad,
el simple credo del sentido común.

Es el carmesí, no el gris,
el que encanta el crepúsculo eterno;
es la promesa del día
lo que hace sublime el cielo estrellado;

Es la fe dentro del miedo
lo que nos sujeta a la vida que maldecimos;
¡así que reverenciemos en nosotros mismos
al Ser que es el Universo!

¡Deja que nosotros, los Hijos de la Noche,
quitemos el manto que oculta la cicatriz!
¡Seamos Hijos de la Luz,
y contemos a los siglos lo que somos!


For those that never know the light,
The darkness is a sullen thing;
And they, the Children of the Night,
Seem lost in Fortune's winnowing.

But some are strong and some are weak, --
And there's the story. House and home
Are shut from countless hearts that seek
World-refuge that will never come.

And if there be no other life,
And if there be no other chance
To weigh their sorrow and their strife
Than in the scales of circumstance,

'T were better, ere the sun go down
Upon the first day we embark,
In life's imbittered sea to drown,
Than sail forever in the dark.

But if there be a soul on earth
So blinded with its own misuse
Of man's revealed, incessant worth,
Or worn with anguish, that it views

No light but for a mortal eye,
No rest but of a mortal sleep,
No God but in a prophet's lie,
No faith for "honest doubt" to keep;

If there be nothing, good or bad,
But chaos for a soul to trust, --
God counts it for a soul gone mad,
And if God be God, He is just.

And if God be God, He is Love;
And though the Dawn be still so dim,
It shows us we have played enough
With creeds that make a fiend of Him.

There is one creed, and only one,
That glorifies God's excellence;
So cherish, that His will be done,
The common creed of common sense.

It is the crimson, not the gray,
That charms the twilight of all time;
It is the promise of the day
That makes the starry sky sublime;

It is the faith within the fear
That holds us to the life we curse; --
So let us in ourselves revere
The Self which is the Universe!

Let us, the Children of the Night,
Put off the cloak that hides the scar!
Let us be Children of the Light,
And tell the ages what we are!


Edwin Arlington Robinson
(1869-1935)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Edwin Arlington Robinson.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Edwin Arlington Robinson: Los hijos de la noche (The Children of the Night), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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