«El Monstruo del Pensamiento»: Amelia Reynolds Long; relato y análisis


«El Monstruo del Pensamiento»: Amelia Reynolds Long; relato y análisis.




El Monstruo del Pensamiento (The Thought-Monster) —también traducido al español como El monstruo cerebral— es un relato de vampiros de la escritora norteamericana Amelia Reynolds Long (1904-1978), publicado originalmente en la edición de marzo de 1930 de la revista Weird Tales, y luego reeditado en la antología de: Enciende la luz (Switch on the Light). El cuento fue adaptado al cine en la película de 1958: Fiend Without a Face.

El Monstruo del Pensamiento, tal vez uno de los mejores cuentos de Amelia Reynolds Long, relata la historia de Michael Cummings, un detective paranormal que investiga una serie de misteriosos asesinatos en un pequeño pueblo, aparentemente cometidos por una entidad incorpórea [ver: Detectives paranormales en la literatura]
 
SPOILERS.

Una pequeña ciudad experimenta una serie de muertes misteriosas. Las víctimas aparecen en lugares insólitos, y con una atroz expresión de horror en sus rostros. El culpable, sobre el cual no hay sospechas, es apodado «el Terror» por los lugareños. Desesperadas, las autoridades convocan a un policía de la ciudad Nueva York, el detective James Gibson, quien sospecha que el asesino es solo un lunático fugitivo, y dirige a una partida de hombres valientes para rastrear los bosques circundantes. Esta hipótesis demuestra ser incorrecta. Gibson desaparece, y es encontrado más tarde despojado de su intelecto, transformado básicamente en un idiota.

Los aterrorizados habitantes finalmente recurren a un hombre llamado Michael Cummings, un investigador psíquico que está convencido de que los asesinatos son obra de una fuerza sobrenatural invisible. Específicamente, piensa que tiene algo que ver con un científico de la zona, el doctor Julian Walgate, que vive en las afueras del pueblo. Cummings alienta a la gente del pueblo a instalar luces violetas alrededor de sus casas después del anochecer. Según él, esto ahuyenta a los seres sobrenaturales. Sorprendentemente, la estratagema funciona, al menos durante un tiempo. Cuando se instalan las luces, los asesinatos disminuyen y eventualmente se detienen; pero solo para comenzar nuevamente después de que la criatura aparentemente desarrolla una inmunidad a la luz. Cummings y el médico forense, el doctor Bradley, confrontan a Walgate después de recibir una misteriosa llamada telefónica, solo para descubrir su diario personal, donde se detallan sus experimentos en la materialización del pensamiento [ver: Los Tulpas y el Horror: nos acecha lo que pensamos]

El Monstruo del Pensamiento de Amelia Reynolds Long es probablemente el primer relato sobre vampiros psíquicos que introduce el concepto de Tulpa en la ficción pulp [ver: Cómo funciona el Vampirismo Psíquico]. En efecto, el doctor Walgate ha logrado materializar sus pensamientos, los cuales han adquirido una consistencia astral lo suficientemente sólida como para formar una entidad independiente, completamente autónoma, y por lo tanto fuera del control de su creador. Este Tulpa, a medida que aumenta su poder, requiere más y más energía, la cual probablemente es extraída del miedo que infunde en sus víctimas, la mayoría de las cuales muere como producto de un infarto, o bien son despojadas de su raciocinio, convertidas en lunáticos balbuceantes [ver: Tulpas, Seres Interdimensionales y una teoría sobre el Horror]

Esta aproximación al vampirismo psíquico, combinado con el concepto de Tulpas, es sumamente original, pero su ejecución deja mucho que desear. Amelia Reynolds Long parece haber encontrado una veta muy interesante en El Monstruo del Pensamiento, pero el relato es demasiado precipitado por momentos. No hay desarrollo de personajes, ni profundidad, no sentimos la menor conexión emocional con ninguna de las víctimas, y el protagonista, Cummings, parece tener la situación bajo control en todo momento, lo cual hace que nunca nos preocupemos realmente por él, ni experimentemos esa sensación de amenaza en las proximidades de esta extraña presencia sobrenatural.

De hecho, sabemos muy poco sobre este Monstruo del Pensamiento. Su creador, el doctor Walgate, no parece ser un sujeto particularmente perturbado. En su diario simplemente anota la progresión del experimento, y jamás brinda pistas sobre cómo ha logrado materializar sus pensamientos, y menos aún por qué estos han formado a un asesino serial incorpóreo que necesita extraer el horror de sus víctimas para poder existir. Sin embargo, esto puede ser un elemento intencional, acaso demasiado sutil para el contexto de la historia. Tal vez no importa qué tipo de pensamientos materializó Walgate. Incluso si fueron nobles, todo Tulpa es una fuerza bruta, elemental, que busca satisfacer su instinto de supervivencia, incluso si eso implica absorber el miedo de todos los incautos que tienen la mala fortuna de cruzarse en su camino.




El Monstruo del Pensamiento.
The Thought-Monster, Amelia Reynolds Long (1904-1978)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


El primero de la serie de escándalos fue el caso de Welton Grimm. Grimm era un granjero retirado, con un pequeño lugar a unas tres millas de la ciudad, que aparentemente no tenía enemigos; sin embargo, una mañana lo encontraron muerto en el bosque cerca de su casa con una expresión de horror en el rostro que hizo que quienes lo encontraron se estremecieran. No había marcas de violencia en el cuerpo; sólo esa expresión de horrorizada repulsión ante cosas indescriptibles. Dos médicos, uno de ellos forense, quedaron desconcertados, y, por fin, dieron a conocer la declaración de que había sido víctima de un infarto, lo cual nadie creyó.

Durante un tiempo se discutió el caso, algo normal en una ciudad pequeña. Entonces, justo cuando estaba a punto de caer en el olvido, cayó el segundo golpe: otro hombre, esta vez un extraño, fue encontrado muerto en idénticas circunstancias en el mismo lugar. Antes de que la ciudad pudiera digerir esto, se agregaron dos niños a la lista de víctimas, y la noche siguiente, una mujer fue encontrada muerta en condiciones similares a una milla de distancia.

La policía registró el campo en busca del culpable —porque ahora se admitía que las muertes fueron provocadas— pero fue en vano. No pudieron encontrar nada: y parecía no haber nada que encontrar. Pero cuando volvió a golpear el Terror, esta vez reclamando como víctima al propio alcalde, la gente del pueblo decidió que había que hacer algo drástico; y enviaron a Nueva York a buscar un detective.

Llegó, un hombre inteligente y agudo llamado Gibson, con una larga lista de brillantes hazañas a sus espaldas. Después de repasar el caso con el jefe de policía, señaló un hecho que era tan obvio que era un milagro que no lo hubiésemos visto nosotros mismos.

—Esa gente ha muerto de miedo —dijo—. Hay alguien, probablemente un lunático fugitivo, escondido en el bosque, quien es tan espantoso físicamente que, al sorprender a los incautos, les ha producido la muerte. Dado que todas las muertes ocurrieron dentro del radio de una milla, lo encontraremos escondido en algún lugar dentro de esa área comparativamente pequeña.

—Pero buscamos en el bosque —objetó el jefe—. Los registramos minuciosamente. No había rastro de nada.

—¿Alguna vez buscaron de noche? —preguntó Gibson.

—Bueno, no —admitió el jefe.

—Es demasiado inteligente para salir a la luz del día. Pero por la noche está seguro de sí mismo; así que es entonces cuando debemos buscarlo.

Gibson reunió a media docena de hombres, y se apostaron, armados hasta los dientes, a lo largo del bosque. Tenían una serie de señales de silbato preestablecidas mediante las cuales podían comunicarse entre sí en caso de que surgiera la ocasión.

Pasó la noche; pero por la mañana, se descubrió que los atropellos habían tomado un nuevo rumbo: ¡Gibson había desaparecido por completo! Se peinó el bosque y se drenó un estanque, pero no se encontró su cuerpo. Luego, aproximadamente una semana después, regresó a la ciudad, convertido en un idiota balbuceante.

La moral de la gente comenzó a quebrarse. Y, para aumentar su consternación, la tumba del alcalde se abrió la noche antes del regreso de Gibson, y su cuerpo fue arrastrado fuera del ataúd.

Se convocó una gran reunión masiva con el propósito de pedir consejo contra el Terror, como se lo llamaba. El salón estaba abarrotado, porque todos asistieron. Uno de los concejales se dirigió a la asamblea. Estaba en la parte más seria de su discurso cuando de repente se detuvo. Nadie había sido consciente de que una de las puertas se abrió, ¡pero todos sabíamos que otra presencia había entrado en la habitación! Hubo un aprensivo movimiento de pies y estiramiento de cuellos a medida que aumentaba la inquietud entre la multitud. El hablante tomó un sorbo de agua y trató de continuar, pero sin éxito. Y entonces apareció, como si un fino velo comenzara a formarse entre nosotros y la araña eléctrica que estaba sobre nuestras cabezas.

Con eso se desató la histeria. Hubo una estampida en la que tres personas murieron pisoteadas. Posteriormente, se encontró el cuerpo del hablante sobre la plataforma. Su rostro era una máscara de abrumador horror.

La gente quedó atónita. Entraron sigilosamente en sus iglesias para orar. Y, como en respuesta a sus oraciones, llegó Michael Cummings, investigador psíquico.

Cummings se presentó por primera vez ante el ayuntamiento.

—He estado leyendo acerca de tus problemas —dijo—, y me gustaría intentar resolver el misterio.

Fue recibido con los brazos abiertos.

En primer lugar, no consideró la posibilidad de un loco fugitivo en el vecindario, como había hecho Gibson.

—Ningún loco podría ser responsable de todo esto —dijo—. Se necesita más que la vista de una mente pobre y trastornada para matar a un hombre fuerte. Creo que hay una fuerza sobrenatural en acción; posiblemente un elemental, los cuales a veces despiertan o son liberados por una alteración de las leyes de la naturaleza. Iré al bosque al anochecer.

—Pero hombre —jadeó el tesorero de la ciudad—, ¡eso es un suicidio! Nadie sale vivo de allí si entra después del anochecer.

—Hay poco peligro hasta que haya caído la noche —dijo Cummings—. Además, incluso si me encuentro con el Terror, estoy armado contra él de una manera que ninguno de los otros lo estaba.

Fue, pero no encontró nada. A la mañana siguiente, un granjero, que vivía a un kilómetro de distancia, fue encontrado muerto en su granero. Esa tarde Cummings visitó al doctor Bradley, que era el forense.

—Voy a hacer una petición extraña, doctor —comenzó—. Le voy a pedir que me permita fotografiar los ojos de este pobre hombre.

El médico, muy desconcertado, dio su consentimiento.

—En un caso de muerte violenta —explicó Cummings mientras instalaba su aparato—, una imagen de lo último que se ve se suele quedar impresa en la retina. Quiero ver si una ampliación cuidadosamente desarrollada puede ayudarnos a ver esa imagen.

A petición del doctor Bradley, prometió hacerle saber los resultados del experimento. Dos o tres horas después, por lo tanto, regresó al consultorio del médico.

—Nada —confesó—. El ojo no muestra absolutamente nada.

—¿Tu teoría no funcionó, entonces? —preguntó Bradley con simpatía.

—No —respondió Cummings—. Y, sin embargo, no veo cómo pudo haber fallado en un caso de este tipo. Hay una alternativa: tal vez el moribundo no pudo ver nada.

—Pero —objetó el médico—, pensé que fue lo que vio lo que lo mató.

—El miedo —dijo Cummings— puede entrar en el alma de un hombre a través de otros sentidos además de la vista. De todos modos, trabajaré en esa hipótesis por un tiempo y veré a dónde me lleva —de repente, cambió de tema—. ¿Quién vive en ese viejo y laberíntico lugar a media milla de la ciudad? —preguntó.

—Un científico llamado Walgate —respondió el médico—. Admito que la ubicación de su casa y el hecho de que sea una especie de recluso hacen que parezca que podría estar involucrado, pero tenemos pruebas de que no lo está. Por un lado, estuvo aquí en la ciudad en compañía de las personas más respetables las noches en que ocurrieron los primeros tres atropellos.

—¿Podría tener algún tipo de criatura escondida en el lugar? ¿Tal vez algo con lo que estuviera experimentando? —preguntó Cummings.

—No —respondió Bradley—. No es ese tipo de científico. La psicología en su campo. De hecho, estuve presente para verlo yo mismo, pensando que posiblemente podría tener algo así.

—Me pregunto —dijo Cummings—, si le importaría ir de nuevo.

Al día siguiente visitaron al doctor Walgate. Encontraron a un hombre cortés y erudito, claramente tan preocupado por las misteriosas muertes como ellos.

—Doctor —preguntó Cummings—, ¿alguna vez ha considerado la posibilidad de que el Terror no sea nada físico, sino una especie de entidad psíquica?

El médico le lanzó una mirada penetrante y rápida.

—Sí —dijo—. Lo he considerado.

—¿Y a qué conclusión ha llegado al respecto?

—Es difícil llegar a una conclusión en asuntos como este, a menos que uno tenga un punto definido para comenzar.

Para sorpresa de Bradley, Cummings no siguió esta pista tan evidente, y pronto puso fin a la visita.

—¿Por qué no presionó sobre el tema? —preguntó el médico con un poco de reproche mientras caminaban de regreso a la ciudad—. Estaba claro que Walgate sospecha o sabe algo en esa dirección.

—Mis sospechas todavía no pueden probarse —corrigió Cummings—. Y él es el tipo de hombre que no hablará hasta que pueda probarlas. Mientras tanto, forzar su confianza frustraría nuestro propósito.

A sugerencia de Cummings, las personas de los distritos periféricos mantuvieron encendidas luces violetas fuera de sus casas después del anochecer.

—La cosa contra la que estamos luchando —dijo—, es sobrenatural, y nuestra mejor arma contra él es el rayo violeta, que es muy hostil y, a veces, incluso fatal.

—Mire —dijo Bradley—, ¿no está introduciendo demasiado prestidigitación en esto? Puedo aceptar que una fuerza natural primitiva se vuelva loca, pero cuando comienzas a combatirla con luces de colores, me vuelvo escéptico. ¿Es esto un intento de darle a la gente un sedante mental?

Cummings se limitó a sonreír y la gente siguió encendiendo las luces. Cesaron los atropellos.

—Parece que, después de todo, hubieras arrasado al fantasma —admitió Bradley cuando hubo pasado un mes sin que hubiera ninguna tragedia.

Pero Cummings negó con la cabeza.

—No —dijo—. Solo lo he evitado temporalmente. Tan pronto como dejáramos de usar las luces, regresaría. Es más, incluso puede volverse lo suficientemente fuerte para resistirlas. Creo que en uno o dos días visitaré Walgate. Quizás pueda inducirlo a hablar.

Pero ese momento nunca llegó. Esa noche, se descubrió a un hombre muerto en el asiento del conductor, con las manos agarradas. Detrás había dos cadáveres más cuyos rostros, como el del conductor, estaban contorsionados por el terror. Sólo la rectitud del camino y el agarre como un tornillo de esas manos muertas sobre el volante habían impedido que la coche se volcara. Fue como un desafío del Terror a la ciudad.

Por primera vez, Cummings se desanimó.

—Podemos protegernos a nosotros mismos —dijo—, pero no podemos proteger a los que vienen aquí desde el exterior. Algo debe hacerse de una vez y, sin embargo, no hay nada que pueda hacerse. La situación es aún más espantosa que las propias tragedias.

Y luego, en el gris de la madrugada, se hizo algo.

Cummings y Bradley estaban sentados en el consultorio del médico cuando sonó el teléfono. Bradley lo contestó.

—¿Es el doctor Bradley? —la voz al otro lado de la línea era ronca y tensa—. Soy el doctor Walgate. Quiero que usted y el señor Cummings vengan a mi casa en media hora. Entren directamente sin llamar a la sala de estar. Allí encontrarán un manuscrito sobre la mesa. Quiero que lo lean. Pero no vengan hasta dentro de media hora.

—¿Pero, por qué? —tartamudeó Bradley en su entusiasmo.

—Haz lo que te digo —interrumpió la voz de Walgate—. Eso es todo.

Un clic metálico le dijo que había colgado.

—¿De qué se trata? —preguntó Bradley cuando hubo repetido el mensaje a Cummings—. ¿Es una trampa?

—No —respondió Cummings rápidamente—, no es una trampa. Walgate no es tonto. Será mejor que hagamos lo que nos dice.

—¿Incluyendo esperar la media hora especificada antes de salir?

—Sí. No sabemos qué pretende hacer. Un intento de mejorar sus instrucciones podría arruinar sus planes.

Relojes en mano, se sentaron a contar los minutos. Por fin, Cummings se levantó.

—Podemos ir —dijo—. Vamos.

Condujeron hasta la casa de Walgate y entraron como él había indicado. Bradley advirtió que en los bosques cercanos no cantaban los pájaros y que en la casa misma reinaba una quietud sobrenatural. Experimentó una intuición desconcertante de nuevos horrores a punto de ser descubiertos.

Entraron en la sala de estar y Cummings accionó el interruptor de la luz eléctrica, porque la luz del día aún era tenue e incierta. Colocado de manera llamativa sobre la mesa había un pequeño manuscrito.

—Es mejor que leamos esto ahora —dijo Bradley—. No tiene sentido detenerse a buscar a Walgate; indudablemente usó esa media hora para escapar.

Cummings tomó el manuscrito y comenzó a hojearlo.

—Parece ser parte de un diario —dijo—. Se compone de entradas que comenzaron hace aproximadamente un año. Parece… —se interrumpió para leer varias frases en voz baja—. Creo que será mejor que lea esto en voz alta desde el principio —dijo.

Empezó a leer:

»Ago. 4. He estado estudiando la existencia material del pensamiento. Un tema fascinante. Si los pensamientos tienen existencia material, ¿por qué no podría concentrarse la esencia del pensamiento? Soy demasiado mayor para esta tontería.

»Ago. 7. Me pregunto si muchos de los denominados fenómenos psíquicos no están conectados de alguna manera con la materialidad del pensamiento. Me siento tentado a intentar algunos experimentos sencillos.

»Ago. 11. He estado perdiendo el tiempo con estos tontos experimentos. Debo volver a mis respetables estudios psicológicos.

»Ago. 13. ¡Éxito! ¡Hoy moví un objeto pequeño solo con el poder del pensamiento! Dado que esto se puede hacer, ¿qué no será posible una vez que el poder se desarrolle adecuadamente?

»Ago. 25. ¡Tengo control mental completo! Y ahora vuelve mi vieja teoría. ¿La consideraré en serio? Parece demasiado tonta incluso escribirla aquí; y sin embargo...

»Ago. 27. ¡Lo haré! ¡Crearé un ser mental por el poder concentrado del pensamiento puro! Estoy haciendo arreglos con un arquitecto para que construya una habitación revestida de plomo, ya que el plomo es menos conductor de las ondas de pensamiento y, por lo tanto, no permitirá que se escape su preciosa esencia.

»Sept. 16. La habitación está terminada. He pasado cinco horas al día en ella, concentrándome en mi criatura pensante.

»Oct. 18. Hoy creí detectar una especie de tensión creciente en la atmósfera, pero probablemente fue mi imaginación. Es demasiado pronto para buscar resultados.

»Nov. 24. La tensión de mi experiencia empieza a quitarme fuerzas.

»Dic. 12. Hoy me desmayé en la sala principal.

»Dic. 29. Me he visto obligado a abandonar temporalmente el experimento debido a mi salud. He cerrado con llave la sala principal para que la esencia del pensamiento pueda conservarse hasta que pueda regresar para completar mi trabajo.

»Ene. 5. Me estoy recuperando rápidamente.

»Ene. 18. ¡Todo mi trabajo ha sido en vano, y por el descuido de un criado! La señora Jensen, en un fervor por la limpieza de la casa, abrió y dejó abierta la puerta de la habitación principal. Si voy a continuar con mi experimento, debo comenzar de nuevo desde el principio, porque toda la preciosa esencia del pensamiento se ha escapado. ¡Y justo cuando el éxito estaba tan cerca! He despedido a la señora Jensen. No tendré más sirvientes.

»May 1. Hemos tenido un triste accidente aquí. Welton Grimm, un vecino mío, fue encontrado muerto esta mañana en la carretera que pasa por el bosque entre su granja y mi casa. Una pena. Grimm apenas había pasado la flor de la vida. El doctor Bradley dice que fue una insuficiencia cardíaca.

»May 15. Una extraña coincidencia: un forastero que pasaba por la ciudad fue encontrado muerto casi en el mismo lugar donde encontraron al pobre Grimm. Curiosamente, la causa de la muerte también fue la misma. Algunos de nuestros ciudadanos más supersticiosos están alarmados.

»May 17. Algo anda mal aquí. Dos niños que, al escuchar las conversaciones de sus mayores, fueron a explorar, después del anochecer, la región donde ocurrieron las muertes. Fueron encontrados muertos esta mañana temprano. Alguien es responsable de estas tragedias; la coincidencia no llega tan lejos.

»May 18. ¡Otro! Una mujer esta vez. En el rostro de cada una de las víctimas hay una mirada de terror. ¿Qué puede significar?

»May 20. Hoy tuve una experiencia muy peculiar. Estaba sentado en mi estudio al anochecer. De repente sentí que no estaba solo; que había otra inteligencia en la habitación conmigo. Miré hacia arriba. No había nadie ahí. Encendí las luces y la ilusión se desvaneció. ¿Me estoy convirtiendo en víctima de los nervios?

»May 25. Otra víctima; esta vez nuestro alcalde. ¿Qué es este Terror que acecha entre nosotros? La gente ha enviado a Nueva York a buscar un detective.

»Jun 1. Me persiguen. Tres veces esta semana he sentido claramente que alguien me estaba siguiendo. pero cuando me volví para mirar, no había nadie. El doctor Bradley llamó. Serie de tragedias discutidas.

»Jun 2. No estoy solo en la casa. Algo está viviendo aquí conmigo. Entro en una habitación y sé que está ocupada por otra presencia. Siento que algo acecha en las sombras. Sin embargo, busco y no encuentro nada. Solo las luces brillantes pueden mantener a raya a la Cosa.

»Jun 3. Gibson, el detective de Nueva York, ha desaparecido. ¿Él también es víctima del Terror? Se me ha ocurrido un pensamiento: ¿existe alguna conexión entre el Terror y la Cosa que ocupa mi casa conmigo?

»Jun 5. He resuelto el misterio del Terror, y la solución es más terrible que el misterio mismo. Había ido a la sala principal en busca de algunos libros que estaban almacenados allí. En ese momento me di cuenta de que había algo conmigo en la habitación. Esta vez no miré, sino que me quedé perfectamente quieto, esperando y escuchando. Y luego el aire se llenó de algo… que no estaba hecho de materia. Grandes tentáculos agitados buscaban a tientas mi mente, tratando de succionarla. Con un grito, salí corriendo de la habitación. El experimento que comencé el otoño pasado había tenido éxito sin que yo lo supiera, ¡y he dejado que un monstruo mental se desate sobre la comunidad!

»Jun 7. Incluso un Monstruo del Pensamiento no puede vivir sin comida. ¿De qué subsiste este demonio?

»Jun 9. Anoche cometí un crimen atroz contra su sociedad, pero así tenía que ser. Entré al cementerio y abrí la tumba del alcalde. Una mirada a su rostro ennegrecido me mostró que mis sospechas eran correctas. ¡el Monstruo del Pensamiento es un vampiro psíquico que se alimenta de las mentes de sus víctimas!

»Jun 10. Gibson ha regresado, pero su mente se ha ido. ¡La inteligencia de James Gibson ha sido absorbida por las fauces de mi detestable invento! Soy responsable de su estado y de la muerte de esos otros pobres infelices; ¿Pero qué puedo hacer? Si le digo a la gente la naturaleza de esta fuerza que está aterrorizando a la comunidad, no me creerán. ¿Qué podría aceptar el hombre común sobre una criatura creada enteramente del pensamiento?

»Jun 12. La Cosa se está volviendo más audaz. Anoche entró en el ayuntamiento, donde estaban reunidas cerca de mil personas, y provocó el pánico. Murieron tres personas, sin incluir a uno de nuestros concejales ¡Soy cuatro veces más asesino! ¿No puede el cielo mostrarme una manera de poner un fin a esto?

»Jun 14. Michael Cummings, un investigador psíquico, está aquí para perseguir al Terror. ¿Lo logrará? Lo dudo.

»Jun 16. Otro hombre ha muerto.

»Jun 18. Cummings y el doctor Bradley estuvieron aquí hoy. ¿Sospechan que estoy preocupado por esta serie de muertes? Si es así, están en lo correcto; sin embargo, ¡cuán lejos están de la verdad! Ninguna mente humana podría jamás concebir lo espantoso de todo esto. Estuve tentado de contarle a Cummings toda mi historia, pero me contuve. ¿Qué prueba podría ofrecerle? Ni siquiera podría convencerlo de que no estoy loco. Incluso se me niega el alivio de la confesión, porque no me creerían.

»Jun 30. Cummings está jaqueando al Terror por medio del rayo violeta. El trabajo de Cummings es solo temporal, pero me ha dado una idea. El rayo violeta, suficientemente intensificado, puede destruir una fuerza psíquica. Haré que la sala principal esté equipada con luces violetas; luego atraeré a la Cosa y la destruiré.

»Jul 3. He comenzado a trabajar con el cableado de la sala de plomo, debo hacer el trabajo yo mismo, ya que no me atrevo a traer un electricista por temor al Terror. Hasta ahora no ha intentado atacarme.

»Jul 10. He completado mi tarea. Pero la Cosa sospecha algo y no se acerca a la habitación. Puedo sentir sus tentáculos buscando a tientas mi mente, tratando de leer mis pensamientos. Creo que me atacaría si se atreviera, pero por alguna razón me teme; quizás porque soy su creador.

»Jul 22. La Cosa se está volviendo desesperada por la falta de comida. Puedo sentir que está planeando un movimiento audaz. ¿Me está marcando para ser su próxima víctima?

»Jul 24. Esta es la última entrada que haré en este diario, y está dirigida a ustedes, el doctor Bradley y el señor Cummings. Esta noche estaba en la ciudad cuando llegó el coche de la muerte. Entonces supe que el Monstruo del Pensamiento debía ser destruido de inmediato.

»La naturaleza siempre se encuentra con una emergencia vital, y por eso se encontró con esta. Mientras miraba a esos cuatro pobres seres cuyas mentes habían ido a alimentar lo que yo había creado, vi claramente la única forma de detener el caos por el que yo era responsable. Cuando le llamé por teléfono, le pedí que esperara media hora antes de venir aquí para que yo pudiera llegar antes que usted y poner en ejecución la primera parte de mi plan; porque temía que si los confiaba de antemano, uno de ustedes, por motivos humanitarios distorsionados, podría intentar impedir que siguiera adelante con mi plan.

»Este es, entonces, mi plan. Entraré en la sala principal con todas las defensas mentales bajas. La Cosa ha sido particularmente hostil conmigo últimamente y, encontrándome en ese estado, me seguirá adentro. Entonces cerraré la puerta. No creo que la Cosa sospeche; una bestia hambrienta rara vez desconfía de las trampas. Cuando la puerta esté bien cerrada, encenderé las lámparas violetas. Para cuando termine de escribir esto esas luces habrán hecho el trabajo para el que fueron diseñadas.

»Encontrarán la sala principal al final del pasillo en el primer piso. Abran la puerta con cuidado (no está cerrada) y, si reciben el más leve indicio de una Inteligencia, vuelvan a cerrarla de golpe y esperen a que las luces completen su tarea. Será mejor que el señor Cummings se ocupe de esto. Si no reciben tal insinuación, sabrán que el monstruo está muerto y que la maldición que tan involuntariamente les impuso a todos se levantará para siempre. En su caridad, hagan lo que consideren oportuno con la otra cosa que encontrarán allí.

Julian Walgate.


Cuando Cummings leyó la última frase, Bradley corrió hacia la puerta.

—No tan rápido —gritó Cummings—. ¿A dónde vas?

Bradley se detuvo momentáneamente en el pasillo.

—A esa sala principal, por supuesto. ¡El hombre se está matando! ¿No lo ves?

Cummings colocó deliberadamente el diario sobre la mesa.

—Si intentó hacerse daño —dijo—, el daño ya está hecho. Si no, unos minutos más allí no pueden hacerle nada, mientras que nuestra entrada demasiado apresurada y descuidada puede deshacer el trabajo por el que estaba dispuesto a pagar el precio más alto.

Pasó junto al médico y lo condujo por el pasillo, deteniéndose ante la última puerta. Lentamente giró el pomo y abrió la puerta unos centímetros. Una barra de intensa luz violeta cayó sobre su rostro.

—¿Está todo bien? —susurró Bradley, muy cerca de él.

—Creo que sí.

Cummings abrió la puerta un poco más. En la habitación había una atmósfera de tensión rota; de un clímax que había pasado.

Cruzaron el umbral.

Entonces advirtieron que la habitación todavía tenía un ocupante vivo. Desde el rincón más lejano, con la ropa arrugada y rasgada, el cabello y la barba en completo desorden, se les acercó un indefenso e impotente idiota.

Amelia Reynolds Long (1904-1978)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




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El análisis, traducción al español y resumen del cuento de Amelia Reynolds Long: El Monstruo del Pensamiento (The Thought-Monster), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

El relato es original, aunque podría haber desarrollado más.
Para dejar lucirse al detective paranormal.
Aunque tiene algo de sentido el final, con el científico sacrificando más que su vida, para detener lo que el mismo despertó. Sacrificó su propia mente.



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