Los 8 sueños en «El Señor de los Anillos».


Los 8 sueños en «El Señor de los Anillos».




Si los poemas de El Señor de los Anillos tienen la función de darle una puntuación dramática al desarrollo de la historia —generalmente el lienzo de la narración principal— y sobre todo si el viaje de Frodo es, en definitiva, un viaje espiritual, entonces los sueños que describe J.R.R. Tolkien a lo largo de la trilogía pueden contener símbolos e imágenes significativas que le añaden una nueva dimensión de profundidad a esta extraordinaria obra (ver: Los sueños como subrutinas del subconsciente en la ficción)

Al no estar limitados por el espacio y el tiempo —al menos no por el tiempo lineal—, los sueños pueden ser elementos literarios muy útiles en la ficción. Los sueños pueden presagiar, sugerir o incluso revelar distintos aspectos ocultos de la historia. Es curioso que, dado su evidente valor literario, y sobre todo el espacio disponible en la trilogía, Tolkien utilice los sueños con considerable moderación. De hecho, solo hay ocho sueños en El Señor de los Anillos realmente importantes, descritos total o parcialmente, y la mayoría, excepto dos, son soñados por un hobbit (ver: Aragorn, el Sendero de los Muertos y un pasaje a la Cuarta Dimensión)

Una de estas piezas oníricas excepcionales parece ser más un mensaje que un sueño propiamente dicho. Es soñado simultáneamente por Faramir y Boromir. En el sueño, el cielo del Este se oscurece y una voz se oye desde el Oeste todavía iluminado:


Busca la espada rota
que está en Imladris;
habrá concilios más fuertes
que los hechizos de Morgul.
Mostrarán una señal
de que el Destino está cerca:
el Daño de Isildur despertará,
y se presentará el Mediano.


Faramir vuelve a tener este sueño-profecía, también Boromir, aunque ninguno sabe exactamente a qué se refiere el Daño de Isildur, ni siquiera dónde queda Imladris (Rivendel). El hecho de que la voz venga de Occidente parece sugerir la intervención de los Valar. Los diversos elementos de la rima se revelan en el Concilio de Elrond.

Quizás sea significativo en la relación de Faramir y Boromir que, aunque Faramir estaba ansioso por buscar a Imladris, el lugar de la espada rota, Boromir haya sido enviado en su lugar.

Entre todos los soñadores de El Señor de los Anillos, Faramir ocupa la posición más extraña. No solo tiene el sueño profético que acabamos de mencionar, sino que además sueña un sueño recurrente del propio Tolkien, el cual llegaría a inspirar el hundimiento de Númenor (ver: El horror cósmico en El Señor de los Anillos)

Tolkien describe cómo desde sus primeros años tuvo un terrible sueño recurrente de una Gran Ola, elevándose y llegando ineludiblemente sobre los árboles y los campos verdes. No solo su hijo, Michael, heredó este sueño —aunque durante años ni padre ni hijo supieron que el otro lo había tenido—, sino que Tolkien también se dio a Faramir.

Faramir describe el sueño a Éowyn mientras se encuentran en las murallas de las Casas de la Curación, mirando hacia el norte. Es el mismo momento de la destrucción de Sauron (ver: ¿Cómo era el aspecto de Sauron en realidad?). El aire está extrañamente quieto, y ven una enorme montaña de oscuridad que se eleva. Faramir dice que su sueño recurrente le recuerda a Númenor: como una Gran Ola subiendo por las tierras verdes, trayendo una ineludible oscuridad. Sin embargo, Faramir reconoce que el sueño no es necesariamente negativo.

En realidad, el sueño de Faramir es una representación simbólica del fin del mal, ya sea visto como una imagen de la destrucción del Númenor corrupto, o como una imagen de la caída de Sauron y su reino. Ambos motivos, indisolublemente ligados, son particularmente dolorosos para los Valar, por haber sido buenos al principio: el fin de Sauron como entidad, cuya funesta influencia provocó la caída de Númenor.

Dejando estos sueños a un lado, todos los demás son soñados por hobbits. Se dividen aproximadamente en tres grupos: sueños diurnos —aquellos que ocurren en la frontera entre el sueño y la vigilia—, sueños sin demasiados detalles, y sueños con propósitos narrativos decisivos.

De camino al Vado de Bruinen, un Frodo herido está medio en un sueño e imaginando alas oscuras. En las Minas de Moria, Frodo cree que está soñando cuando ve pequeñas luces. De hecho, está despierto, aunque somnoliento, y ve los ojos de Gollum en la oscuridad. Del mismo modo, Frodo está medio dormido el 13 de marzo del año siguiente. Se siente enfermo y murmura algo sobre el vacío y la pérdida de Eso. Este pequeño detalle revela cuán profundamente el Anillo y su pérdida han afectado a Frodo, aunque generalmente tiene la fuerza suficiente para sobrellevar este dolor.

Los sueños reales sin detalles incluyen, entre otros, el sueño terapéutico que experimenta Frodo, cuando él y Sam se acercan a la Puerta Negra: ningún recuerdo de este sueño permanece en él, de hecho, Tolkien no nos informa nada acerca del sueño propiamente dicho, pero menciona que de algún modo hizo que Frodo se sienta más animado.


Frodo se sentía reconfortado. Había tenido un sueño. La sombra oscura había pasado y una visión maravillosa lo había visitado en esta tierra infecta. No conservaba ningún recuerdo, pero a causa de esa visión se sentía animado y feliz. La carga parecía menos pesada ahora.


De los seis sueños de los hobbits, descritos con mayor o menor detalle, tres pertenecen a Frodo y uno a Merry, Pippin y Sam. El sueño de Merry, el de Pippin, y dos de los sueños de Frodo tienen lugar en la casa de Tom Bombadil (ver: El misterio de Tom Bombadil)

La noche antes de que los hobbits partan hacia el Bosque Viejo, Frodo sueña con una torre blanca que anhela escalar para mirar el mar, pero se despierta antes de que pueda hacerlo. Esta es presumiblemente una de las torres donde Frodo, y aquellos que viajan con él al partir de la Tierra Media, miran hacia el mar mientras se dirigen a Mithlond y los Puertos Grises. Si este es de hecho el mismo lugar, el sueño insinúa el destino final de Frodo cuando su viaje recién se inicia.

El único otro sueño con algún detalle significativo que tiene lugar fuera del reino de Tom Bombadil, es uno que tiene Sam, cuando él, Frodo y Gollum, se acercan a la encrucijada en Ithilien. Sam sueña que está buscando algo en el jardín de Bolsón Cerrado, pero el jardín está descuidado, lleno de maleza. En ese momento, Sam recuerda qué estaba buscando: su pipa, y despierta.

El jardín descuidado, para una persona oficiosa como Sam, podría representar la agotadora tarea que tiene por delante. Dada la situación de los hobbits en ese momento, el sueño parece ser un típico un sueño de ansiedad, simple pero apropiado. Recordemos que, en este punto, Sam ya ha visto en el Espejo de Galadriel que se podría estar produciendo la destrucción en la Comarca, que alguien tendrá que arreglar eventualmente.

Sam está cansado aquí, su viaje ya ha sido lo suficientemente arduo, aunque lo peor queda por delante. Es un tipo de sueño muy probable en estas circunstancias.

Nos quedan, entonces, los sueños en la casa de Tom Bombadil. Uno podría suponer que en este lugar seguro los sueños serían agradables, pero no todos lo son.

Comprensiblemente, Pippin tiene una pesadilla en donde vuelve a quedar atrapado en el interior del Hombre Sauce, mientras que Merry sueña con agua que sube lenta pero seguramente. En otras palabras, sueña que está ahogándose. Podría tratarse de un sueño parcialmente precognitivo sobre la inundación de Isengard. De hecho, cuando esto sucede, Merry luego les dice a sus amigos que el agua estaba subiendo rápidamente. Afortunadamente, él y Pippin encuentran un lugar elevado y seguro desde donde observan toda la escena del agua cubriendo el valle.

Si el sueño de Merry es premonitorio, puede haber algo aún más peculiar de lo que parece en las tierras de Tom Bombadil.

Este es un lugar donde el poder del Anillo es limitado. Ni Tom ni Frodo desaparecen de la vista del otro cuando usan el Anillo. En cierto modo, Tom Bombadil parece tener algún tipo de poder sobre el tiempo: al hablar transporta a los maravillados hobbits a tiempos en los que el mundo era más amplio. El lenguaje de Tom (y es una cuestión de lenguaje) tiene poder sobre el tiempo, pudiendo transportar a los hobbits a través de su narración a una época donde el Oeste no era inaccesible para los seres ordinarios.

Cuando termina su relato, Frodo y sus amigos no saben si han pasado horas, o quizás días. Así de grande era el encanto de sus palabras.

En un lugar como este, donde el tiempo transcurre de forma extraña, no es inusual que Frodo sueñe con el pasado, y vea a Gandalf atrapado en la Torre de Orthanc, de la que el mago había escapado una semana antes. La noche siguiente, Frodo sueña con una canción, como una luz que brilla detrás de una cortina. Al descorrerse, un país lejano y verde se abrió ante él bajo un rápido amanecer.

La tierra de Tom Bombadil es un lugar onírico, una tierra de ensueños, donde el tiempo es flexible, y donde, al menos en sueños, uno puede mirar a través de las ventanas que se abren al pasado o al futuro.

El País Verde es una visión del futuro lejano, cuando Frodo llega a Eressëa —como en su sueño en la casa de Bombadil, contempló un país lejano y verde bajo un rápido amanecer—. Pero, debido a que Eressëa fue retirado del Círculo del Mundo al final de la Segunda Edad, este es un sueño más allá del tiempo de este mundo. Incluso en una etapa tan temprana de la misión de Frodo, parece insinuar una recompensa al final de sus sufrimientos en la Tierra Media.

Tal como vemos, no es del todo extraño que la mayor parte de la actividad onírica significativa en El Señor de los Anillo se produzca en las fronteras entre de la Comarca y el mundo exterior. Hobbiton se siente mucho más familiar, y normal, que las sociedades humanas como Rohan y Gondor. Tal vez los límites de la Comarca constituyen los límites de la conciencia, la cual es ignorante del mundo del más allá.

Uno se siente cómodo en la Comarca. Después de todo, es una región agradable, aislada y autosuficiente. Psicológicamente hablando, representa un estado de conciencia ingenuo. Durante años, Frodo había estado considerando dejar la Comarca para seguir los pasos de Bilbo, pero nunca logra ir más lejos con sus planes que soñar despierto. Al abandonar esta tierra, y solo entonces, Frodo y sus compañeros empiezan a conectarse con los miedos y sombras del exterior, a soñar, pero como parte de un proceso de individualización, de crecimiento, que solo ocurre ante una amenaza; la cual, paradójicamente, no solo los persigue bajo la forma de Jinetes Negros, sino que los aguarda al final del camino, en el Monte del Destino.




Taller gótico. I Tierra Media.


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