El significado oculto del «Cuervo» de E.A. Poe


El significado oculto del «Cuervo» de E.A. Poe.




El cuervo (The Raven) de Edgar Allan Poe (1809-1849) es una de esas obras que, debido a su aparente simpleza, ocultan con maestría un significado mucho más profundo, e inquietante, que el que podemos percibir en una primera lectura.

El argumento El cuervo es, decíamos, muy simple: el narrador acaba de perder a su verdadero amor, Lenore, y lentamente se vuelve loco de dolor, y acaso de culpa. En este contexto aparece un Cuervo, el cual parece representar a un visitante del mundo de los muertos, quien insiste una y otra vez con la misma palabra: Nevermore, «nunca más».

Ahora bien, El cuervo más mucho más allá, y expande un verdadero universo de posibilidades en la extraña dinámica entre el narrador y el cuervo. En otras palabras, El cuervo posee diferentes capas o niveles de interpretación, y una de las más interesantes tiene que ver, naturalmente, con el cuervo propiamente dicho, y con la repetición incesante de una misma palabra que varía su significado a lo largo del poema.

Repasemos entonces los momentos más significativos del poema para ir desvelando el significado oculto de El cuervo:


Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
se oyó de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.


¿Quién es Lenore? Rápidamente hay que decir que no se trata de Virginia Clemm, esposa de E.A. Poe. Ella fallecería dos años después de la publicación del poema, de modo tal que podemos descartarla. Toda la escena transcurre en una medianoche del mes de diciembre, época que coincide con la de la muerte Eliza Poe, madre del poeta.

El narrador de El cuervo no es una representación de Edgar Allan Poe. El estilo barroco de su discurso, su elección de palabras, su erudición moderada, casi circunspecta, se asemeja más a la de un muchacho joven, un estudiante, quizás, totalmente influenciado por la filosofía del Romanticismo.


Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.


Aquí aparece el Cuervo, y el tono del narrador se torna más arrogante, como si de algún modo esa presencia lo irritara. En realidad, este es el punto en el que el poema se bifurca.

Hasta aquí, El cuervo insinúa que su tema principal es la tristeza de un hombre cuya amada ha fallecido; sin embargo, las cosas cambian, y el poema se transforma en el desarrollo de un conflicto entre la necesidad u obligación de recordar a alguien que ha muerto, y el deseo culposo de olvidarlo.

A pesar de las apariencias, el narrador de El cuervo no es un loco enamorado que simplemente sufre por la separación con su amada, producto de la muerte, sino alguien que, además de todo eso, también desea olvidar, y siente una culpa atroz por ese deseo.

Un rasgo significativo al respecto, que E.A. Poe utiliza para que su narrador no sea percibido como un completo lunático, o un imbécil que dialoga con un pájaro, es el grado de asombro que éste manifiesta cuando oye al cuervo hablar por primera vez:


Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.


Y poco después añade:


sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio


En este punto el narrador entiende que lo único que el cuervo sabe decir es Nevermore, «nunca más»; e incluso aventura una hipótesis al respecto:


su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de Nunca, nunca más.


El primer Nevermore aparece como una respuesta del cuervo ante el interrogante de su nombre, lo cual hace que el narrador se maraville de una criatura tan extraña, y se pregunte sobre su dueño anterior. De algún modo, esto le recuerda que Lenore nunca más volverá a estar con él, y comienza a enfurecerse.

Desde este momento, todas las preguntas que el narrador formula en voz alta son hechas sabiendo que el cuervo solo sabe decir una palabra: «nunca más».


¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”


El bálsamo al que se refiere E.A. Poe es un símbolo de sanación, en este caso, para curar las heridas de su corazón.

Más adelante vuelve a exigir:


dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora


Pero tanto el narrador (como el lector) saben que lo único que el cuervo puede decir es Nevermore, aunque el significado de la palabra varíe ligeramente en diferentes momentos del poema.

La primera vez que aparece significa «nunca». El narrador le pide al cuervo que le diga su nombre y éste le responde que no lo hará. El mismo significado puede encontrarse más adelante, cuando el pájaro dice que no se irá; pero luego, nevermore se transforma en ese «nunca más» al que tan acostumbrados estamos; por ejemplo, cuando el cuervo dice que Lenore «nunca más» volverá a sentarse en esa silla, o cuando asegura que el alma del narrador «nunca más» volverá a ser libre.

De este modo, Edgar Allan Poe articula una escena patética: un joven apesadumbrado que aprovecha las únicas palabras que un pájaro sabe decir para aliviar su sentimiento de culpa.

En otras palabras, el cuervo no tortura al narrador, sino que es el narrador, que ya conoce el limitado repertorio del pájaro, quien se castiga a sí mismo haciendo preguntas que inexorablemente tendrán como respuesta: «nunca más».

En todo caso, las preguntas no son caprichosas, ni casuales, sino que deliberadamente obligan al cuervo a responder que el narrador «nunca más» volverá a encontrarse con Leonor.

A esta altura, el paso de comedia se transforma en algo casi grotesco. El narrador se irrita, o finge estar enojado, y trata de echar al pájaro del cuarto; desde luego, sabiendo cuál será su respuesta:


Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.

Y el Cuervo dijo: Nunca más.


Este es el significado oculto del Cuervo, al cual se le han asignado múltiples representaciones posibles, todas nefastas, cuando lo único que el narrador necesitaba, en caso de buscar consuelo, era cambiar el sentido de sus preguntas para que ese nevermore, «nunca más», entrañase un mensaje de esperanza, y no únicamente de desesperación.

Claro que el Cuervo nunca lo abandonará, porque en cierto modo representa la culpa de alguien que sufre, es cierto, pero que también quiere olvidar.


Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!




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