¿Es el Horror mejor que la Ciencia Ficción?
Hace poco nos preguntábamos cómo funciona el Horror, y por qué tan pocos autores saben utilizarlo. Esa pregunta nos abrió la puerta a otro interrogante:
¿El Horror es mejor que la Ciencia Ficción?
Cualquier respuesta a esta incógnita necesariamente debe partir desde la subjetividad. Sin embargo, eso no rebaja el debate. Después de todo, tanto una pregunta acobardada como una declaración audaz comparten el mismo juicio subjetivo; así como las opiniones más calificadas, las conclusiones y teorías son, en última instancia, una forma singular de la subjetividad.
Tanto el Horror como la Ciencia Ficción se mueven en una frontera muy frágil entre lo Objetivo y lo Subjetivo, y es la experiencia personal de la ficción lo único que debería importar realmente. Sin embargo, el título que planteamos nos obliga a hacer declaraciones fuertes.
La primera diferencia entre el Horror y la Ciencia Ficción, y acaso la más evidente, es que el Horror bien puede prescindir de explicaciones. Uno puede disfrutar de la experiencia de lo desconocido sin tener la menor idea sobre cuál es su naturaleza, ni de dónde procede, ni cuáles son sus intereses, agenda o motivaciones. Es, en esencia, subjetividad pura.
Podemos tomar como ejemplo dos clásicos del relato de terror: El Horla (Le Horla), de Guy de Maupassant; y ¿Qué fue eso? (What Was It?), de Fitz-James O’Brien, donde dos criaturas invisibles hacen de las suyas sin que sepamos en ningún momento, ni siquiera al final, absolutamente nada objetivo sobre ellas.
La experiencia de la Ciencia Ficción, en cambio, necesariamente conlleva una explicación, y eso implica un distanciamiento de la fuente de asombro, de lo fantástico, a través de su objetivación.
La Ciencia Ficción convive muy bien con ese universo, y ha dado ejemplos verdaderamente geniales. El problema surge cuando la Ciencia, dentro de la ficción, se emplea como una especie de certificación, como si de algún modo el autor estuviese declarando la objetividad de sus pronunciamientos presentando a la Ciencia como una credencial.
Los mejores ejemplos de la Ciencia Ficción incorporan elementos propios de lo Fantástico y del Horror, pero éstos a menudo se ven afectados, cuando no directamente deslucidos, por la objetivación propia del género, es decir, por la dependencia de la Explicación y, en menor medida, por la abundancia de recursos tecnológicos.
Dicho esto, la Ciencia Ficción se tornaría indistinguible de cualquier otro género si se eliminaran sus artilugios futuristas, y por lo tanto la necesidad de explicar su funcionamiento, siquiera a un nivel muy rudimentario.
Mientras el Horror, cuando es bueno, evade las explicaciones, la Ciencia Ficción necesariamente debe poner el énfasis en la tecnología y en la ciencia, sin los cuales no puede apuntalar la credibilidad del marco que sostiene toda la historia.
Cuando ese énfasis es excesivo (y la línea es muy delgada aquí), lo único que recordamos, como lectores o espectadores, son esos artilugios, lo técnico, en definitiva, y poco o nada de la historia que se quiere contar.
En este contexto, el Horror tiene una ventaja sobre la Ciencia Ficción, y consiste en que su eficacia no depende de la objetivación, sino de aquello que Coleridge denominó: suspensión de incredulidad.
Para utilizar una definición más exacta podríamos decir que el Horror, para ser eficaz, solo necesita desafiar nuestras certezas acerca del mundo, y cómo la realidad puede funcionar al admitir otras posibilidades que estén más allá de nuestra comprensión.
A propósito, H.P. Lovecraft define al Horror en los siguientes términos:
Una cierta atmósfera de ansiedad e inexplicable temor ante lo desconocido.
(A certain atmosphere of breathless and unexplainable dread of outer)
(A certain atmosphere of breathless and unexplainable dread of outer)
Es decir que, para Lovecraft, una de las cualidades del Horror es lo Desconocido, que bien puede participar de la Ciencia Ficción, pero no así lo Inexplicable.
No solo la Ciencia Ficción utiliza mal los recursos del Horror. A veces se produce una dinámica inversa.
Pocas cosas son tan irritantes en una pieza de Horror como la inclusión de artilugios pseudocientíficos; o peor aun, la llegada de un equipo científico a la historia, cuya meta es encontrar una explicación. En el mejor de los casos, el Horror se atasca; en el peor, desaparece por completo.
No obstante, también hay ejemplos virtuosos cuando este recursos se utiliza inteligentemente. Pensemos en Van Helsing, uno de los principales personajes del Drácula de Bram Stoker. Es un científico, es cierto, pero sus opiniones son especulativas, y nos permiten imaginar cómo es la realidad de un vampiro, y cuáles son sus objetivos, pero en ningún momento nos brinda certezas.
De algún modo el Horror siempre se abre paso en las grandes obras de Ciencia Ficción, y casi siempre fracasa, aunque la obra en sí sea genial. ¿Acaso se puede escribir convincentemente sobre lo sobrenatural sin creer implícitamente en su posibilidad? Probablemente sí, pero lo que no se puede es ser verdaderamente objetivo con el Horror.
En ocasiones, la Ciencia Ficción se percibe como una maniobra cuya función es reducir la importancia del Horror en la historia, como si se avergonzara de él: un recurso para ganar distancia, y tiempo; pero el Horror culposo que subyace debajo de ese velo es casi siempre lo más interesante que la obra tiene para ofrecer.
Tampoco podemos decir que existe una separación real entre la percepción Subjetiva y la Objetiva. A lo sumo hay una diferencia de grado, muy sutil, y consiste en que la Subjetividad (el Horror) simplemente existe, no se esfuerza, y por lo tanto fluye con mayor naturalidad; mientras que la Objetividad (Ciencia Ficción) irremediablemente se enredada en explicaciones que no siempre son eficaces.
Para responder la pregunta que planteamos al principio, digamos que, a diferencia de la Ciencia Ficción, el Horror evita la falsa objetivación de aquello nos aterroriza. De hecho, al hacer que una experiencia sea subjetiva el lector puede aproximarse más a los miedos que se alojan en él. Y eso es algo que el Horror nos ayuda a lograr de un modo que la Ciencia Ficción no puede.
Taller literario. I Autores con historia.
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