Psicología del insomnio


Psicología del insomnio.




Cuando se lo asocia con la creación artística, el Insomnio suele ser visto como un ingrediente más bien romántico, como si de alguna forma la idea de un escritor, un poeta, por ejemplo, luchando ferozmente contra una rima fugitiva o un verso vaporoso en medio de la noche tuviese un valor agregado. Proust, que algo sabía sobre veladas interminables, habla de esto cuando sostiene que:


Apreciamos la fina música, los bellos cuadros, mil delicadezas, pero no sabemos lo caras que han sido para sus creadores: insomnios, llantos y risas espasmódicas.


No será una novedad decir que la muerte y el sueño son estados que fácilmente podríamos asociar, salvo que del segundo emergemos, o creemos hacerlo, cada mañana; mientras que el despertar de la muerte presenta todas las dificultades del mito (ver: Si la vida es sueño, ¿la muerte es el despertar?)

El Insomnio, en definitiva, es un trastorno del sueño, una dificultad para dormir cuyos motivos orgánicos pueden ser tan variados como excluyentes, y sobre los que nada diremos en este artículo. En cambio, hablaremos del Insomnio desde un enfoque psicológico.

Sigmund Freud sostiene que la mayoría de los casos de insomnio comienzan como consecuencia de prolongadas vigilias deliberadas, esto es, personas que inicialmente deciden quedarse despiertas hasta altas horas de la madrugada.

Una porción considerable de este grupo argumenta que simplemente no logra conciliar el sueño debido a que algo los preocupa o los angustia. Sigmund Freud arriesga que esto es parte del autoengaño al que nos sometemos cotidianamente, y que el insomne consuetudinario se resiste a dormir porque le teme a sus sueños.

No hablamos aquí de un temor infantil a las pesadillas, sino del miedo inconsciente a las consecuencias de dormir, esto es, una disminución de la censura del consciente. En otras palabras, un temor atávico y perfectamente comprensible a lo que los sueños pueden decirnos acerca de nosotros mismos, en especial sobre aquellos problemas que nos preocupan y angustian.

Desde muy pequeños recibimos un mensaje contradictorio acerca de los sueños. Por un lado son capaces de despertarnos con un tremendo sobresalto, dejándonos lívidos y temerosos de lo que hemos experimentado. Acto seguido, estos despertares suelen ser apaciguados por la presencia de un mayor quien, con más o menos palabras, sugiere: Tranquilo. Es solo un sueño.

¿Estás seguro? Quiero decir. Si es solo un sueño, ¿de dónde viene esta angustia, este miedo a cerrar los ojos, este pavor innominado a ver lo que he visto más allá de toda duda...?

Con el tiempo aprendemos a objetivar este miedo, y lo permitimos, en mayor o menor medida. Admitimos que el sueño a menudo incluye el horror y logramos conciliar el sueño aún después de la pesadilla más atroz. En otros casos, el Insomnio se hace cargo de la situación.

Tanto Sigmund Freud como Carl Jung y Jacques Lacan, entre otros tantos, sostienen que el sueño es una especie de custodio, el guardián del acto de dormir. Su función consiste en simbolizar, por medio de imágenes, aquello que no puede decirse; y no precisamente por falta de signos, sino porque la censura del Yo impide que ciertos impulsos alcancen la superficie de nuestra conciencia.

En cierta forma, los sueños son un enigma, un aceertijo, un texto sagrado que ha sido cifrado por el propio soñador. Cuando el sujeto se acerca peligrosamente a la interpretación de ese texto sagrado, aparece una resistencia, una negación a entrar en ese estado de no-conciencia, que llamamos sueño, y evitar así un encuentro con aquello que nos angustia.

Pero el Insomnio puede ser un aliado para la creación artística. El sujeto que no logra conciliar el sueño no está realmente despierto, sino que padece Insomnio, es decir, participa de un estado de conciencia completamente distinto de la vigilia y del sueño.

Psicológicamente hablando, el Insomnio se produce cuando el pasaje de la vigilia al sueño se encuentra obstaculizado.

¿Por qué? Las razones pueden ser muchas. Así como el acto de soñar es el guardián del dormir (el sueño físico), la vigilia exige sucesivas capas cognitivas que sirven de pantalla o filtro para soportar la realidad. Cuando la sucesión de velos se agrieta aparece el Insomnio, un estado de alerta que nos evita un sueño despojado de símbolos indescifrables.

Para concluir este artículo, excusa ilegítima del insomnio, le damos paso al escritor argentino Jorge Luis Borges, quien nos ha dejado una de las descripciones más certeras del insomnio y sus sensaciones.

[el insomnio] es temer y contar en la alta noche las duras campanadas fatales, es ensayar con magia inútil una respiración regular, es la carga de un cuerpo que bruscamente cambia de lado, es apretar los párpados, es un estado parecido a la fiebre y que ciertamente no es la vigilia, es pronunciar fragmentos de párrafos leídos hace ya muchos años, es saberse culpable de velar cuando los otros duermen, es querer hundirse en el sueño y no poder hundirse en el sueño, es el horror de ser y de seguir siendo, es el alba dudosa.




Diccionario de sueños. I El lado oscuro de la psicología.


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1 comentarios:

Matia Magallanes dijo...

viendolo de tu punto de vista,

parace hasta atractivo sufrir el insomnio.



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