Cómo encontrar a tu media naranja [y tirar la cáscara]
—Estoy desesperado, profesor Lugano.
—¿No me diga?
—Sí, y por eso me he tomado la licencia de solicitarle una entrevista. Dicho sea de paso. ¿Es necesario que esté presente un amanuense? Pienso abordar un tema delicado.
—Necesario no, imprescindible. En los últimos años he adoptado el estilo de Ben Jonson, es decir, dejar de lado la escritura para dedicarme al vasto y efímero campo de la conversación. ¿Cuál es su problema?
Estoy desesperado, profesor.
—Eso ya lo dijo. Procure ser más específico.
—Necesito encontrar a mi media naranja.
—¿Necesita o desea?
—Las dos cosas.
—¿Esa media naranja tiene nombre y apellido?
—Catalina. Prefiero reservarme su apellido.
—¿Y qué opina ella acerca de sus deseos?
—Me rechaza. O peor aún, me ignora.
—Es decir que, hasta el momento, el único medio cítrico es usted.
—No se burle de mi desdicha, profesor. He venido por su consejo.
—¿Ella no lo quiere?
—No.
—Calculo que tampoco lo desea.
—Para nada.
—¿Lo aprecia al menos?
—En lo absoluto.
—¡Pero, hombre! ¿Esta mujer siquiera tiene un registro de que usted existe?
—Ni siquiera me recuerda cuando me ve en la calle, y eso que hace veinte años que vivo frente a su casa.
—El suyo es un caso grave. Le diría que terminal. Mi diagnóstico es el siguiente: olvídese de ella.
—¿A usted le parece que no lo he intentado, profesor? ¡No puedo olvidarla! ¡No puedo dejar de pensar en ella! ¡La necesito!
—¿La necesita?
—¡Si!
—¿Por qué?
—Porque sin ella estoy... incompleto. Soy una mitad.
—Quédese tranquilo, mi buen amigo. Usted no está enamorado.
—¿No?
—En absoluto.
—Pero sin ella la vida me parece un acto vano. Si no logro que me ame creo que me mataré.
—Entonces mátese.
—¡Profesor! No he venido hasta aquí por su escarnio sino por su consejo.
—Lo siento. Mátese arrojándose al Río de la Plata.
—...
—Murmure todo lo que quiera, pero usted está tan enamorado de Catalina como mi perro de la luna.
—Pero estos... síntomas... esta necesidad de que Catalina se convierta en mi mujer, en mi media naranja...
—Le repito. Usted no está buscando el amor.
—¿Y qué estoy buscando entonces?
—Vitamina C.
La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.
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3 comentarios:
Sease que entonces el mito del amor a primera vista es sólo eso. Un mito. Al menos para el profesor Lugano. Debo decir que comparto su opinión. El amor sin conocer o haber interaccionado con alguién y nos sea correapondido no existe. Si amas a una persona y esta te aborrece acabarás artándote de él y sus malas formas hacia ti y si te atrae aún eso es que lo que necesitas es vitamina C de esa persona una vez exprimida se acabó ; p
Esto no tiene nada que ver con el tema, pero podrían decirme si tienes un apartado entre su librería del tema de las #vestales!!...y si es así proporcionarme el link...
El Profesor Lugano es de lo mejor que he leido.
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