La reencarnación en la obra de Edgar Allan Poe.
La reencarnación es un concepto antiquísimo cuya funcionalidad en el pensamiento occidental está limitado por la idealización de la razón sobre cualquier elemento que la exceda. Ahora bien, así como la reencarnación no ha penetrado en la mentalidad occidental, sí lo ha hecho en sus fantasías, es decir, en su literatura.
Si la literatura es el sueño de los pueblos, esto es, la realización de todo aquello que el sujeto relega al plano fantástico, la reencarnación es una de sus herramientas predilectas, aunque a menudo aparece deformada bajo diversos matices. Edgar Allan Poe (1809-1849) es quien mejor ha interpretado el tema de la reencarnación, volcándolo con magnífica sutileza en un marco nétamente occidental.
Lo que en un lugar es algo cotidiano, en otro se torna fantástico. E.A. Poe lo entendió a la perfección (ver: E.A. Poe y la Locura como sublime forma de la inteligencia).
El primer ejemplo de reencarnación en la obra de Edgar Allan Poe corresponde al relato de 1832: Metzengerstein (Metzengerstein), paradigmáticamente gótico; donde se narra un raro exponente de reencarnación en un orfanato saturado por ancestrales fantasmagorías que pugnan por retornar al mundo sensorial.
Otro gran cuento de reencarnación es Morella (Morella), de 1835; donde una erudita en ocultismo encuentra la forma de reencarnar en el cuerpo de una joven, a la que va poseyendo de un modo paulatino (ver: La psicología de E.A. Poe).
Ligeia (Ligeia), de 1838, nos ofrece una visión alternativa sobre la reencarnación. Aquí es dudosa, ya que nunca sabemos si la reencarnación de Ligeia es real o bien el producto alucinatorio del voraz consumo de opio del protagonista. Si bien la reencarnación de la joven es incierta, su protagonista opera como si fuese real, es decir, asume que la joven efectivamente ha reencarnado, y en consecuencia vuelca sobre ella una de las abominaciones mejor construidas del relato de terror (ver: Ligeia y Lady Rowena: dos arquetipos femeninos en la obra de Edgar Allan Poe)
También tenemos El retrato oval (The Oval Portrait) de 1842, donde el espíritu de una hermosa mujer ha sido aprisionado en el lienzo, sitio del que intenta escapar desesperadamente para hallar un nuevo cuerpo en donde habitar.
Estos cuatro ejemplos de reencarnación en la obra de Edgar Allan Poe, disímiles entre sí, comparten la misma fascinación por un tópico que, entre otros, devanaría los sesos de H.P. Lovecraft (1890-1937), quien en su novela gótica de 1927: El caso de Charles Dexter Ward (The Case of Charles Dexter Ward) homenajea a E.A. Poe y sus macabras ideas sobre la reencarnación.
Edgar Allan Poe. I Autores con historia.
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