La depresión post-parto en el Horror


La depresión post-parto en el Horror.




Socióloga, feminista, intelectual, ninguna de estas facetas asistió a Charlotte Perkins Gilman durante el período más complejo y peligroso de su vida. Fue la literatura, y más precisamente el Horror, sus herramientas para profundizar en sus propios miedos, sin dudas compartidos por muchas otras mujeres de la época, y exponerlos de un modo brillante (ver: El Feminismo y la muerte del Gótico).

No hay demasiados antecedentes para esta historia. Aquí no hay monstruos, ni castillos, ni catacumbas, ni muertos que regresan de la tumba. Hay una mujer que sufre un colapso nervioso durante la depresión post-parto, el cual, curiosamente, le permite descubrir los sutiles mecanismos que la mantienen prisionera de un modelo social que ciertamente no responde a los intereses de las mujeres (ver: El cuento de hadas y el plan para «civilizar» a las mujeres).

Este relato es: El tapiz amarillo (The Yellow Wallpaper), publicado en la edición de enero de 1892 de la revista New England Magazine. [ver: Puérpera, loca y poseída: análisis de «El empapelado amarillo» de Charlotte Perkins Gilman.]

Charlotte Perkins nació en Hartford, Connecticut. Su padre abandonó a la familia siendo ella una niña, y su madre, incapaz de amarla, le prohibió, entre otras cosas, forjar amistades y leer ficción. En 1884 Charlotte se casó con el artista Charles Walter Stetson, y un año después nacería su hija, Katharine Beecher Stetson, a quien le debemos la creación de uno de los mejores relatos de terror jamás escritos.

Charlotte Perkins Gilman sufrió una profunda depresión post-parto tras el nacimiento de Katharine. Con 26 años de edad, buscó la asistencia profesional del primer neurólogo calificado de Estados Unidos, el doctor S.W. Mitchell, quien le diagnosticó un agotamiento nervioso y le prescribió una cura de descanso, que no era otra cosa que obligarla a abandonar sus funciones como escritora y pensadora del feminismo para convertirla en una reclusa (ver: Horror Doméstico).

Charlotte intentó seguir el tratamiento de Mitchell durante unos meses, pero su depresión se profundizó de un modo alarmante, poniéndola al borde del colapso emocional. Durante este período caótico compuso el primer borrador de El tapiz amarillo, que sería terminado algunos años después. El relato expone las emociones más oscuras de la depresión post-parto y la presión brutal que la sociedad ejerce sobre las mujeres cuando éstas se rebelan contra los mandatos que pesan sobre ellas (ver: Virgen o Bruja: la mujer según la literatura gótica).

El tapiz amarillo detalla cuenta la historia de una mujer en plena depresión post-parto, recluida en una casona durante dos meses, en los cuales aprende a odiar, pero también a ansiar, este extraño empapelado amarillo que recubre las paredes de su cuarto. El horror está presente, pero de un modo inédito, sutil, completamente alejado de lo sobrenatural (aunque de hecho utilice este recurso) y, en cambio, más relacionado con el rol de la mujer en la sociedad, su falta de autonomía intelectual, emocional y física en aquellos años. La protagonista debe hacer lo que otros le exigen, ya sea su esposo o su doctor, aunque el tratamiento contradiga lo que ella realmente necesita: libertad para moverse, para escribir, y, sobre todo, para pensar (ver: El Machismo en el Horror).

La salud mental de la narradora se deteriora en estas condiciones de encierro, logrando que algo normal, como la depresión post-parto, se transforme en un brote psicótico. Ella comienza a tener inquietantes visiones de algo que vive detrás del empapelado amarillo, y poco a poco comienza a abandonar la realidad objetiva, a fugarse a ese universo extraño (ver: En el Manicomio: la locura en la ficción gótica).

Por debajo del argumento de El tapiz amarillo, casi como aquellas criaturas que viven debajo del empapelado, Charlotte Perkins Gilman elabora un verdadero manifiesto en contra del maltrato a las mujeres durante la era victoriana, desde luego, oportunamente disimulado bajo la forma del cariño y la comprensión conyugal (ver: El cuerpo de la mujer en el Horror).

Charlotte Perkins Gilman se divorció en 1888, algo inaudito para la época, y su depresión comenzó a ceder casi de inmediato. El tapiz amarillo apareció en 1890, además de incontables novelas, ensayos y poemas que la posicionaron como un baluarte por los derechos de las mujeres. Desde que retomó su libertad, Charlotte comandó activamente numerosas asociaciones por la igualdad de género, sin embargo, su mayor aporte a la causa fue este extraordinario relato.

Semejante cantidad de actividades no impidió que Charlotte Perkins Gilman recordase a su viejo médico y su celebérrimo tratamiento para las mujeres demasiado oficiosas a la hora de pensar, y le envió una copia autografiada de El tapiz amarillo.

En enero de 1932, Charlotte fue diagnosticada de cáncer de mama. Para rubricar con sangre su defensa de la eutanasia para los enfermos terminales, se suicidó el 17 de agosto de 1935 con una sobredosis de cloroformo.




Taller gótico. I Feminología.


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1 comentarios:

La Dama de la Luna dijo...

Extraordinaria personalidad, o al menos así lo transmites. Apasionante articulo, también. Es una suerte tenerte ahí trabajando día a día para que nos llega toda esa información. Gracias amigo. Un abrazo.



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