«Muerte infame»: William Morris; poema y análisis.
Muerte infame (Shameful Death) —a veces traducido como Muerte vergonzosa— es un poema prerrafaelita del escritor inglés William Morris (1834-1896), publicado en la antología de 1858: La defensa de Ginebra y otros poemas (The Defence of Guenevere, and other Poems).
Muerte infame, uno de los mejores poemas de William Morris, refuta aquella tradición de la poesía medieval que celebra las batallas épicas y honra a los caballeros que entregan la vida por la causa.
Aquí, la muerte triunfa. El moribundo es vencido. A su alrededor todo es desolación. Casi podemos imaginar a la madre y a la mujer del soldado, dobladas por el dolor, permitir que sus viejos camaradas entren en la habitación para despedirse. Quieren creer que el caballero expira al oír los recuerdos de su gloria, pero lo cierto es que murió lejos del hogar, lejos de las lágrimas y las voces amigas. Eso que descansa en el lecho es una cadáver, frío y rotundo, un despojo miserable de algo trascendental que no puede comprimirse bajo una armadura.
Muerte infame.
Shameful Death, William Morris (1834-1896)
Éramos cuatro en torno al lecho,
El sacerdote se arrodilló junto a él
Su madre de pie en la cabecera,
Frente a sus pies aguardaba la novia;
Estábamos seguros de que había muerto,
Aunque sus ojos permanecían abiertos.
No murió durante la noche,
No murió durante el día,
Pero en la luz del crepúsculo
Su espíritu falleció,
Cuando ni el sol ni la luna brillaban
Y en los árboles sólo flotaba un ámbar gris.
No fue muerto por la espada,
Tampoco por la lanza o el hacha,
Aunque nunca pronunció una palabra
Desde que aquí regresó;
Yo corté el delicado cordón
Del cuello de mi hermano querido.
Él no azotó su golpe
Y la cobardía viene detrás,
En un lugar donde tiemblan los cuernos,
Un sendero difícil de encontrar,
Pues los cuernos oscilan en los arcos
Y el crepúsculo ciega los corazones.
Ellos iluminaron una gran antorcha,
Donde rápidos se agitaron los brazos,
Sir John, el Caballero del pantano,
Sir Guy, del doloroso golpe altivo,
Con tres veces veinte caballeros más diez,
Colgaron al bravo Lord Hugh al final.
Yo soy tres veces veinte más diez,
Y mi cabello se ha tornado gris,
He conocido a Sir John del Pantano,
Hace mucho, en un lejano día de verano,
Y me alegra pensar en aquel momento
En el que arranqué su vida con mis manos.
Yo soy tres veces veinte más diez,
Y mi fuerza quedó en el pasado,
Pero hace mucho yo y mis hombres,
Cuando el cielo estaba nublado,
Y la bruma se arrastraba por las cañas del pantano,
Matamos a Sir Guy, el del doloroso golpe altivo.
Y ahora todos ustedes, caballeros,
Ruego que oren por Sir Hugh,
Un hombre duro y honesto,
Y por Alice, esposa de un guerrero.
There were four of us about that bed;
The mass-priest knelt at the side,
I and his mother stood at the head,
Over his feet lay the bride;
We were quite sure that he was dead,
Though his eyes were open wide.
He did not die in the night,
He did not die in the day,
But in the morning twilight
His spirit pass’d away,
When neither sun nor moon was bright,
And the trees were merely gray.
He was not slain with the sword,
Knight’s axe, or the knightly spear,
Yet spoke he never a word
After he came in here;
I cut away the cord
From the neck of my brother dear.
He did not strike one blow,
For the recreants came behind,
In a place where the hornbeams grow,
A path right hard to find,
For the hornbeam boughs swing so
That the twilight makes it blind.
They lighted a great torch then;
when his arms were pinion’d fast,
Sir John the knight of the Fen,
Sir Guy of the Dolorous Blast,
With knights threescore and ten,
Hung brave Lord Hugh at last.
I am threescore and ten,
And my hair is all turn’d gray,
But I met Sir John of the Fen
Long ago on a summer day,
And am glad to think of the moment when
I took his life away.
I am threescore and ten,
And my strength is mostly past,
But long ago I and my men,
When the sky was overcast,
And the smoke roll’d over the reeds of the fen,
Slew Guy of the Dolorous Blast.
And now, knights all of you,
I pray you pray for Sir Hugh,
A good knight and a true,
And for Alice, his wife, pray too.
William Morris (1834-1896)
The mass-priest knelt at the side,
I and his mother stood at the head,
Over his feet lay the bride;
We were quite sure that he was dead,
Though his eyes were open wide.
He did not die in the night,
He did not die in the day,
But in the morning twilight
His spirit pass’d away,
When neither sun nor moon was bright,
And the trees were merely gray.
He was not slain with the sword,
Knight’s axe, or the knightly spear,
Yet spoke he never a word
After he came in here;
I cut away the cord
From the neck of my brother dear.
He did not strike one blow,
For the recreants came behind,
In a place where the hornbeams grow,
A path right hard to find,
For the hornbeam boughs swing so
That the twilight makes it blind.
They lighted a great torch then;
when his arms were pinion’d fast,
Sir John the knight of the Fen,
Sir Guy of the Dolorous Blast,
With knights threescore and ten,
Hung brave Lord Hugh at last.
I am threescore and ten,
And my hair is all turn’d gray,
But I met Sir John of the Fen
Long ago on a summer day,
And am glad to think of the moment when
I took his life away.
I am threescore and ten,
And my strength is mostly past,
But long ago I and my men,
When the sky was overcast,
And the smoke roll’d over the reeds of the fen,
Slew Guy of the Dolorous Blast.
And now, knights all of you,
I pray you pray for Sir Hugh,
A good knight and a true,
And for Alice, his wife, pray too.
William Morris (1834-1896)
Poemas góticos. I Poemas de William Morris.
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