«El brujo postergado»: don Juan Manuel; relato y análisis.
El brujo postergado (El brujo postergado) es un relato fantástico del escritor medieval español Don Juan Manuel (1282-1348), compuesto entre 1330 y 1335, y editado en Libro de los ejemplos del conde Lucanor y de Patronio (Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio).
El Infante Don Juan Manuel nos ha legado una de lashistorias más extrañas de la literatura medieval española, cuyos laberintos continuaron desarrollándose mucho más allá de su tiempo.
Tal vez su permanencia se debe a que El brujo postergado se atreve a jugar con las incalculables posibilidades del tiempo.
El brujo postergado relata la historia de un hombre ansioso por descubrir los secretos de la magia. Para ello se encomienda al saber de un nigromante, sólo para descubrir que los grandes misterios exigen la superación de complejas pruebas que pueden durar toda una vida, o bien comprimir la vida en un instante.
El brujo postergado.
El brujo postergado, Don Juan Manuel (1282-1328)
(Libro de Patrimonio, del infante don Juan Manuel, que lo derivó de un libro árabe: Las cuarenta mañanas y las cuarenta noches)
En Santiago había un deán que tenía gran deseo de saber el arte de la nigromancia. Oyó decir que don Ilián de Toledo la sabía más que ninguno, y fue a Toledo a buscarlo.
El día que llegó a Toledo enderezó a la casa de don Illán y lo encontró leyendo en una cámara muy apartada. Este lo recibió con bondad, le dijo que postergara el motivo de su visita hasta después de almorzar. Le señaló un alojamiento muy fresco y le dijo que lo alegraba mucho su venida. Después de almorzar, el deán le refirió la razón de aquella visita y le rogó que le enseñara la ciencia mágica. Don lllán le dijo que adivinaba que era deán, hombre de buena posición y buen porvenir, y que temía ser olvidado luego por él. El deán le prometió y aseguró que nunca olvidaría aquella merced y que estaría siempre a sus ordenes.
Ya arreglado el asunto, explicó don Illán que las artes mágicas no podían aprenderse sino en lugar apartado, y tomándolo por la mano lo llevó a una pieza contigua en cuyo piso había una gran argolla de hierro. Antes le dijo a una sirvienta que trajese perdices para la cena, pero que no las pusiera a asar hasta que la mandara. Levantaron la argolla entre los dos y descendieron por una escalera de piedra bien labrada hasta que al deán le pareció que habían bajado tanto que el lecho del Tajo estaba sobre ellos. Al pie de la escalera había una celda y luego una biblioteca. Revisaron los libros y en eso estaban cuando entraron dos hombres, con una carta para el deán escrita por el Obispo su tío, en la que le hacía saber que estaba muy enfermo y que si quería encontrarlo vivo no demorase.
Al deán lo contrariaron mucho estas nuevas, lo uno por la dolencia de su tío, lo otro, por tener que interrumpir los estudios. Optó por escribir una disculpa y la mandó al Obispo. A los tres días llegaron unos hombres de luto con otras cartas para el deán, en las que se leía que el Obispo había fallecido, que estaban eligiendo sucesor, y que esperaban por la gracia de Dios que lo elegirían a él. Decían también que no se molestara en venir, puesto que parecía mucho mejor que lo eligieran en su ausencia.
A los diez días vinieron dos escuderos muy bien vestidos, que se arrojaron a sus pies y besaron sus manos y lo saludaron Obispo. Cuando don Illán vio estas cosas, se dirigió con mucha alegría al nuevo prelado y le dijo que agradecía al Señor que tan buenas nuevas llegaran a su casa. Luego le pidió el decanazgo vacante para uno de sus hijos. El Obispo le hizo saber que había reservado el decanazgo para su propio hermano pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Santiago. Fueron para Santiago los tres, donde los recibieron con honores. A los seis meses el Obispo recibió mandaderos del Papa, que le ofrecía el Arzobispado de Tolosa, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El Arzobispo le hizo saber que había reservado el obispado para su propio tío, hermano de su padre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Tolosa. Don Illán tuvo que asentir.
Fueron para Tolosa los tres, donde los recibieron con honores y misas. A los dos años el Arzobispo recibió mandaderos del Papa, que le ofrecía el capelo de Cardenal, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El Cardenal le hizo saber que había reservado el Arzobispado para su propio tío, hermano de su madre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Roma. Don Illán tuvo que asentir. Fueron para Roma los tres, donde los recibieron con honores y misas y procesiones.
A los cuatro años murió el Papa y el Cardenal fue elegido para el Papado por todos los demás. Cuando don Illán supo esto, besó los pies de Su Santidad, le recordó la antigua promesa y le pidió el Cardenalato para su hijo. El Papa lo amenazó con la cárcel, diciéndole que bien sabía él que no era más que un brujo y que en Toledo había sido profesor de artes mágicas. El miserable don Illán dijo que iba a volver a España y le pidió algo para comer durante el camino. El Papa no accedió. Entonces don Illán dijo con una voz sin temblor:
—Pues tendré que comerme las perdices que para esta noche encargué. —La sirvienta se presentó y don Illán le dijo que las asara. A estas palabras, el Papa volvió a hallarse en la celda subterránea, solamente deán de Santiago, y tan avergonzado de su ingratitud que no atinaba a disculparse. Don Illán dijo que bastaba con esa prueba, le negó su parte de las perdices y lo acompañó hasta la calle, donde le deseó feliz viaje y lo despidió con gran cortesía.
Don Juan Manuel; versión de Jorge Luis Borges (Literatura universal de la infamia)
Más relatos góticos. I Relatos de brujos, magos, hechiceros y nigromantes.
Más literatura gótica:
- Relatos de nigromantes.
- Relatos de brujas y brujería.
- Relatos de alquimia y alquimistas.
- Relatos de magia.
6 comentarios:
Ante todo quiero felicitaros por una página tan interesante y especializada como ésta, me parece muy completa y muy trabajada.
En este cuento que reproducís aquí, he advertido una pequeña errata: El texto original de don Juan Manuel, perteneciente al Conde Lucanor o Libro de Patronio (Cuento XI) data del siglo XIV, puesto que se compuso entre 1330 y 1335, y no del XVI como reseñáis.
Un saludo!
Antes que nada quiero comentarles que estamos en la escuela leyendo este cuento, muy confuso pero interesante.
Agus y Cami Las Amoo! <3<3 :L
Me encanto el cuento, lo estamos leyendo en la escuela, y realizaremos un trabajo practico con el.
La verdad es que encontrar el elemento fantastico, fue realmente dificil,hasta que leimos el ultimo parrafo.
Saludos y gracias por tan estupenda pagina!
Cami, Mell y Agus de Tandil.
Esto no está bien. El cuento "El Brujo Postergado", no es en lo más mínimo de Don Juan Manuel. Es de Jorge Luis Borges. No es una versión, sino que es de él. El cuento original es de El Conde Lucanor, (Libro de Patronio), del infante Don Juan Manuel, pero no se llama "El Brujo Postergado" sino que es el relato XI "Lo que sucedió a un deán de Santiago con don Illán, el mago de Toledo".
El Brujo Postergado es el cuento que ustedes copiaron. Es otro cuento. No es una versión del relato del Libro de Patronio, sino una adaptación del mismo. Es otra cosa. Aún así, debo decir que no sólo ustedes cometieron ese gran error (digo "gran", porque El Brujo Postergado es un cuento importantísimo de Jorge Luis Borges), sino que hay por la web, monografías o trabajos de bachillerato en donde a la hora de copiar el largo cuento del Libro de Patronio, copian el cuento de tan sólo una hoja del escritor argentino. Supongo que de uno de ellos se empezó a derivar el error.
Señorita Cosmo,no estoy de acuerdo con lo que manifestas. Lo que hace Borges es una adaptación del cuento...donde cambia palabras de castellano antiguo (donde decía originalmente "cámara", Borges reemplaza por "habitación"...pero el núcleo del relato es homólogo.
En toda traducción hay versiones.
Y por el contrari, si Borges, ajeno a su honestidad artística hubiese considerado este relato como propio, lo hubiesen considerado plagio.
Me entretuve más con las discusiones sobre si es o no plagio, ¡que con el propio cuento!
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