«A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana»: Adelaide Crapsey; poema y análisis


«A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana»: Adelaide Crapsey; poema y análisis.




A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana (To The Dead in the Graveyard Underneath My Window) es un poema gótico de la escritora norteamericana Adelaide Crapsey (1878-1914), publicado de manera póstuma en la antología de 1915: Verso (Verse).

A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana, sin dudas uno de los mejores poemas de Adelaide Crapsey, versifica un momento de desesperación: postrada como consecuencia de la fase final de la tuberculosis, la autora decide hablar con los muertos en el cementerio a través de la ventana.

Adelaide Crapsey tenía un espíritu alegre e indomable. Amaba la vida, y, como Stevenson, escribió tenazmente durante muchos años contra el peso de una enfermedad mortal. Pasó su último año en Saranac Lake, en el Estado de Nueva York, obligada a guardar reposo, casi inmóvil en la cama. En esa quietud forzada, ante la ventana de su habitación, que daba al Cementerio de Saranac, florecieron sus mejores poemas. A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana es el mejor de todos.

Adelaide Crapsey es una de esas autoras que escribía y destruía sus obras con total despreocupación. Buena parte de esa obra solo se resguardó un tiempo en la memoria de aquellos que la rodeaban. El resto prácticamente ha desaparecido. Solo podemos imaginar vagamente, y anhelar, los poemas que Adelaide Crapsey escribió y descartó como la fugaz expresión de un momento. De sus restos poéticos se observa una deliciosa aptitud para la ironía, pero también un sombrío cuestionamiento de la vida. Ninguno de sus poemas se publicó en vida. Recién recibió un aviso de que su primer poema había sido aceptado para su publicación en un periódico una una semana antes de morir.

A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana de Adelaide Crapsey es un ejemplo de delicadeza y acabado artesanal, y también de un amplio conocimiento técnico de la poesía. Adelaide Crapsey no era una simple teórica de la métrica, era una experimentadora, una mujer que encontró su voz a través de su propio proceso creativo. En cierto modo, el aspecto más interesante de los poemas de Adelaide Crapsey es el modo subjetivo y fríamente irrespetuoso con el que aborda los estados emocionales más extremos.

En este sentido, A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana es descriptivo de una especie de estancamiento mental, inexpresable en otros términos que no sean poéticos. Es un poema terriblemente sombrío y sincero.

Esta dimensión en la vida de Adelaide Crapsey era desconocida para la mayoría de sus allegados. Veían en ella a una joven trabajadora, amante de la diversión, que padecía una enfermedad, pero solo podían adivinar su lucha interior. La reticencia y el firme control, característicos de su mejor poesía, marcaron su propia conducta. El momento de exasperación que la hizo gritar con angustia: ¡No seré paciente! ¡No me quedaré quieta! en el poemaA los muertos en el cementerio debajo de mi ventana nunca se pronunció en voz alta, y se reveló a sus padres solo después de su muerte. Esta misma fuerza de carácter nos hace suponer que los pocos hechos biográficos que quedan solo puedan proporcionar indicios de la vida interior de Adelaide Crapsey. El lector solo puede adivinar su lucha, el humor subyacente en la batalla perdida contra su enfermedad, y la constante evasión de la indulgencia, de la autocompasión.

A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana es el logro más notable de Adelaide Crapsey, donde los muertos en el cementerio de Saranac, a la vista de su propia habitación, se burlaron de ella y sus inquietudes mortales, pero donde ella también se dio el gusto de burlarse de los muertos.




A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana.
To The Dead in the Graveyard Underneath My Window, Adelaide Crapsey (1878-1914)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Escrito en un momento de exasperación.

¿Cómo pueden estar tan quietos? Todo el día miro
y nunca una brizna de verde césped se mueve
para mostrar dónde, inquietos, se retuercen y recuercen,
estirando un brazo desesperado o levantando las rodillas,
rígidas y doloridas por su largo desuso;
observo toda la noche y ni un fantasma se adelanta
para tomar su libertad en la medianoche.
Oh, ¿no hay rebeldía en tus huesos?
Los mismos gusanos deben despreciarte donde yaces,
un moho pálido, pudoroso y complaciente,
humildes habitantes de tumbas sin resentimiento.
¿Por qué estás ahí, rígido,
donde debo verte desde mi cama,
donde tu mera presencia muda repite
el mismo texto fatigado en mis oídos: «Quédate quieta
y descansa; ten paciencia, quédate quieta y descansa»?
¡No seré paciente! ¡No me quedaré quieta!
Hay un camino marrón que corre entre los pinos,
y más allá se encuentran los bosques purpúreos,
y aún más allá se levantan y se ciernen montañas azules;
y caminaría por ese camino y estaría
en lo profundo de la sombra del bosque y llegaría
a las cimas de las montañas ventosas que tocan las nubes.
Mis ojos pueden seguir, pero mis pies están sujetos.
Tumbada como ustedes, ¿debo someterme yo también?
¿Debo imitar su inmovilidad con una almohada
y una colcha como lápida y césped?
Y si los muchos dichos de los sabios
enseñan la sumisión, no me someteré,
sino con un espíritu irreconciliable
gritaré un desafío insaciable a las estrellas.
Mejor es caminar, correr, bailar,
mejor es reír y saltar y cantar,
conocer los cielos abiertos del amanecer y la noche,
moverse sin trabas por el mediodía llameante,
y lo clamaré a través de los días cansados
manteniendo afilada la hoja de la privación,
nunca con el hablar dócil en mis labios de resignación, hermana a derrotar.
No tendré paciencia. No me quedaré quieta.

Y en una quietud irónica,
déspota de nuestros días y señora del polvo,
sin prestar mucha atención, espera para dejar caer
un sombrío comentario casual sobre el fin de la rebelión;
Sí, sí... voluntariosa y petulante,
pero ahora tan muerta y callada como los demás.

Y esto cada cuerpo y fantasma ha oído en sus tumbas,
por eso permanecen tan quietos.


Written in A Moment of Exasperation.

How can you lie so still? All day I watch
And never a blade of all the green sod moves
To show where restlessly you toss and turn,
And fling a desperate arm or draw up knees
Stiffened and aching from their long disuse;
I watch all night and not one ghost comes forth
To take its freedom of the midnight hour.
Oh, have you no rebellion in your bones?
The very worms must scorn you where you lie,
A pallid mouldering acquiescent folk,
Meek habitants of unresented graves.
Why are you there in your straight row on row
Where I must ever see you from my bed
That in your mere dumb presence iterate
The text so weary in my ears: "Lie still
And rest; be patient and lie still and rest."
I'll not be patient! I will not lie still!
There is a brown road runs between the pines,
And further on the purple woodlands lie,
And still beyond blue mountains lift and loom;
And I would walk the road and I would be
Deep in the wooded shade and I would reach
The windy mountain tops that touch the clouds.
My eyes may follow but my feet are held.
Recumbent as you others must I too
Submit? Be mimic of your movelessness
With pillow and counterpane for stone and sod?
And if the many sayings of the wise
Teach of submission I will not submit
But with a spirit all unreconciled
Flash an unquenched defiance to the stars.
Better it is to walk, to run, to dance,
Better it is to laugh and leap and sing,
To know the open skies of dawn and night,
To move untrammeled down the flaming noon,
And I will clamour it through weary days
Keeping the edge of deprivation sharp,
Nor with the pliant speaking on my lips
Of resignation, sister to defeat.
I'll not be patient. I will not lie still.

And in ironic quietude who is
The despot of our days and lord of dust
Needs but, scarce heeding, wait to drop
Grim casual comment on rebellion's end;
"Yes, yes . . Wilful and petulant but now
As dead and quiet as the others are."
And this each body and ghost of you hath heard
That in your graves do therefore lie so still.


Adelaide Crapsey
(1878-1914)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de muerte.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Adelaide Crapsey: A los muertos en el cementerio debajo de mi ventana (To The Dead in the Graveyard Underneath My Window), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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