Abyzou: el demonio femenino que persigue a las embarazadas


Abyzou: el demonio femenino que persigue a las embarazadas.




El Clavicula Salomonis, o Llave Mayor del rey Salomón, uno de los libros prohibidos por excelencia de la demonología, relata la historia de una escalofriante demonio femenino, ya casi olvidada: Abyzou, cuyo nombre era suficiente para aterrorizar a las embarazadas.

La leyenda sostiene que Abyzou, castigada por Dios a ser estéril, intentaba vengarse del Hacedor persiguiendo a las mujeres embarazadas. Los mitos hebreos la asocian con Lilith, que también recibió el mismo castigo, pero lo cierto es que la historia de Abyzou es distinta a la de la primera esposa de Adán.

El nombre Abyzou podría ser una deformación de la palabra griega abyssos, «abismo» —no en términos genéricos, sino en relación al abismo primordial e indiferenciado—. La raíz del nombre Abyzou se encuentra presente en las lenguas asirias, sumerias y babilónicas, y etimológicamente se vincula con el mito del mar primigenio. Recordemos que la gran mayoría de los demonios femeninos, según la leyenda, provienen de este mar primordial, sobre todo aquellos que se inscriben dentro de los mitos griegos.

Uno podría pensar que, debido a estos antecedentes, una criatura como Abyzou seguramente pertenece al folclore pagano, sin embargo, el cristianismo también cree en ella, ya que se la nombra siete veces en el Libro del Apocalipsis, no de forma directa, es cierto, pero la referencia es clara en este sentido. Ya veremos por qué.

La versión griega del Antiguo Testamento utiliza la palabra Abyssos, «abismo», como un sustantivo del género femenino, a pesar de que etimológicamente no lo es. Esto se debe a que la palabra era utilizada como un equivalente del término mesopotámico Abzu, especie de mar oscuro, caótico, anterior a la Creación. En la Biblia, este abismo se traduce habitualmente como «lo profundo», o más escabrosamente como «pozo sin fondo». No es, insistimos, un abismo convencional, sino una especie de patio trasero del infierno, lo más profundo de lo profundo.

Abyzou es una demonio, pero no un ángel caído, es decir, no perdió su estatus entre las jerarquías angélicas por seguir la insubordinación de Lucifer. Ella surgió de las aguas primigenias, del mar original, informe, primordial, de modo tal que su agenda es personal, y no responde a los caprichos del príncipe de las tinieblas.

En el Testamento de Salomon se habla de Abyzou con el nombre Obizuth, y se la describe como una mujer de rostro reluciente, pero de facciones desagradables, cubiertas por un limo verdoso y cabellos poblados de serpientes. El resto de su cuerpo está cubierto por sombras impenetrables que la rodean como si fueran un vestido.

Salomón, capaz de interpelar a cualquier demonio, los interroga repetidamente, los tortura, y luego les asigna un trabajo. Cuando llega el turno de Abyzou descubrimos algunas cosas interesantes sobre su historia.

En primer lugar, Salomón obliga a Abyzou a pronunciar su nombre, ya que este conocimiento le otorgaba el poder de controlar a cualquier demonio. Abyzou menciona cuarenta, y asegura tener muchos más en diversas lenguas, más de diez mil, así como infinitas formas. Al parecer, esos cuarenta nombres iniciales fueron suficientes para doblegar su voluntad.

Ya bajo el control de Salomón, Abyzou afirma que no duerme a causa de una maldición divina, y que su obsesión es vagar por todo el mundo en búsqueda de mujeres a punto de dar a luz. Si se le da la oportunidad, le quitará el aire a los recién nacidos.

No conforme, Salomón exige mayores especificaciones. Abyzou asegura también que ella es la fuente de otras afecciones más modestas, como la ceguera, la sordera, el dolor de garganta y la locura.

Asqueado, Salomón ordena que Abyzou sea colgada de su propio cabello en las puertas del Templo, a la vista de todo aquel que pasara por ahí; y determina que toda mujer embarazada que escriba el nombre de Abyzou en un papiro, cuando esté a punto de dar a luz, hará que esta demonio se mantenga alejada del niño por nacer.

El tema de la envidia está fuertemente presente en el mito de Abyzou. Al ser esteril, ella se empeña en hacer daño a las embarazadas, y ni siquiera el poderoso rey Salomón pudo mantenerla encerrada durante mucho tiempo.

Tal es así que, en la Edad Media, la leyenda de Abyzou continuó vigente como demonio del parto, es decir, una entidad oscura que acechaba a las mujeres embarazadas durante el trabajo de parto. De hecho, varios folcloristas sostienen que algunas piezas de arte bizantino podrían representar a Abyzou tratando de atacar a Jesús cuando era un recién nacido.

Hay un claro aspecto psicológico en la naturaleza de esta demonio. Siendo la culpable de abortos espontáneos, nacidos muertos, y muertes súbitas de bebés, su presencia explicaba estos terribles sucesos y, de algún modo, los evadía el sinsentido.

En este contexto, Abyzou es retratada como la mayoría de los demonios femeninos: es vieja, fea, y sobre todo con ansias de destruir la vida en su momento más frágil. Esto responde a una inversión de la idealización clásica de la mujer como joven, bella y portadora de vida.

Abyzou es exactamente lo contrario, pero también forma parte de la feminidad.

En todo caso, no sabemos qué hizo Abyzou para merecer semejante castigo del Hacedor, quien seguramente conocía de antemano lo que ella haría a otras mujeres como consecuencia de ese castigo.

La mayoría de los folcloristas hacen hincapié en la envidia como impulsor de los hábitos detestables de Abyzou, pero no van mucho más allá. Desde aquí arriesgamos una posibilidad más intuitiva que basada en argumentos académicos.

El rasgo común entre Abyzou y otros demonios femeninos que persiguen a las embarazadas es la decrepitud. Ella no puede tener hijos propios y, por lo tanto, busca envidiosamente destruir a los hijos de los demás. ¿No sería posible entonces que Abyzou, su castigo, la causa de sus actitudes perniciosas, sea simplemente la vejez?

Claramente la fuerza que impulsa su malevolencia es la envidia, quizás la envidia de la juventud de sus víctimas.

La preocupación por la salud, el bienestar y la seguridad de los bebés ha mantenido vivas estas leyendas durante mucho. A pesar de los cambios culturales, esas preocupaciones siguen siendo las mismas que hace miles de años; y la posibilidad de representar esos miedos, de darles una forma específica, un sentido, en la figura de Abyzou, permitía también conjurarlos.




Demonología. I Demonios femeninos.


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