«El costado de Eva»: Laura Riding y la verdadera naturaleza de la feminidad


«El costado de Eva»: Laura Riding y la verdadera naturaleza de la feminidad.




Y sólo se veía a la señora de la casa cuando aparecía en cada habitación...

(And the lady of the house was seen only as she appeared in each room...)


El costado de Eva (Eve’s Side of It) es un relato modernista de la escritora norteamericana Laura Riding (1901-1991), publicado en la antología de 1972: La narración (The Telling).


...según la naturaleza del señor de la habitación.

(...according to the nature of the lord of the room)


El costado de Eva, sin dudas uno de los mejores cuentos de Laura Riding —dicho sea de paso, amante de Robert Graves y probablemente una de las mujeres más notables y olvidadas de la literatura del siglo XX— reinterpreta la figura mítica de Lilith, la primera esposa de Adán, quien tras el nacimiento de Eva sería condenada al exilio y la noche.

Aquí, Laura Riding ubica a a Lilith como una especie de instinto primordial en el corazón de la mujer: una voz, casi inaudible, que le susurra un secreto inquietante: la feminidad es en realidad una construcción falsa elaborada por el hombre.


Nadie la veía en su integridad, nadie sino ella misma.

(None saw the whole of her, none but herself)


De acuerdo a Laura Riding, el principio de la feminidad se representa a través de la imagen de Eva, pero ella, en realidad, no es otra cosa que el hombre dentro del verdadero espíritu femenino. En otras palabras, Eva es la mujer de acuerdo al deseo del hombre: una criatura hecha a partir de su costilla, de su costado, y, por lo tanto, de su voluntad.


Porque la luz que ella era, era tanto su reflejo como su cuerpo.

(For the light which she was was both her mirror and her body)


De ahí que el sentido de realización de la mujer, siempre dentro de los parámetros patriarcales de nuestra sociedad, finalmente la conduce a la mayor de las insatisfacciones.


Nadie podía hablar de su totalidad, nadie sino ella misma.

(None could tell the whole of her, none but herself)


La mujer vive en función de lo que Eva —el deseo del hombre— le indica que debe ser; sin embargo, en su interior se agita el espíritu de Lilith: la feminidad sagrada, ajena a los deseos del hombre. Descubrirla significa dudar de todo, incluso de lo que la mujer cree y siente que es.


Al principio no tenía claro lo que yo era exactamente...

(It was not at first clear to me exactly what I was...)


En este sentido, El costado de Eva revela la verdadera naturaleza de la misoginia, que no sería otra cosa que el odio, o el miedo, a lo que Lilith representa.


...salvo que era alguien obligado a hacer ciertas cosas por alguien más, que en realidad era yo misma.

(...except that I was someone who was being made to do certain things by someone else who was really the same person as myself)


El costado de Eva entonces se manifiesta como algo más que un instinto pretérito, un recuerdo vago de lo que realmente significa ser mujer. Después de todo, en la concepción de Laura Riding, Lilith es la creadora del universo, la verdadera diosa primordial, reemplazada por un culto masculino, pagano, que idealiza los valores del hombre y reduce a la hembra a una dócil esclavitud.


Siempre la he llamado Lilith.

(I have always called her Lilith)


Quizás lo más interesante de El costado de Eva, un relato oscuro, desarrollado a partir de los pensamientos de una mujer cualquiera, en cuyo interior se estremece algo extraño, desconocido y, a la vez, familiar, es la posibilidad de que el despertar de la feminidad implique además el renacimiento de la verdadera fe.

Laura Riding no sitúa a la mujer como víctima indiferente de esa situación. Si bien es cierto que la fe dominante fue diseñada para reprimir el instinto de Lilith, los actos de la mujer muchas veces conspiran contra su propia libertad. En definitiva, la autora asume que el ser mujer implica también reconocer al hombre, el costado de Eva, dentro de ella misma, como un intruso.

Este descubrimiento produce una sensación de desdoblamiento: lo que hasta entonces era el Yo se convierte en una faceta más de aquella construcción falsa.

El verdadero ser es el susurro interior, la sospecha, intraducible en palabras, de que todo lo que la narradora ha sentido, todo lo que ha pensado, todos sus deseos, sus ambiciones, proceden en realidad del costado de Eva. El auténtico Yo es la Otra, aquella voz difusa que, cuando despierta, no trae consigo la paz, sino una opresiva sensación de responsabilidad, de remordimiento, por haber asumido con el papel que el hombre, y su Dios, le han impuesto.


Y, sin embargo, los actos eran míos, no de Lilith.

(And yet the acts were mine, not Lilith's)




Egosofía. I Feminología.


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