«Liber Tertio Oculus»: el libro del tercer ojo.
El Liber Tertio Oculus, literalmente, El libro del tercer ojo, es uno de los libros prohibidos a los cuales el iniciado puede acceder en las recónditas bibliotecas del Plano Astral.
Sus páginas, como las de todos los libros malditos de la biblioteca, reverdecen y se marchitan constantemente, alterando descripciones, incisos, incluso párrafos enteros, volviendo falaz cualquier afirmación, tornando veraz cualquier incertidumbre.
El iniciado, sin embargo, puede y debe superar el estado de confusión general que produce la biblioteca, cuyos libros son ecos más acabados, o sumamente incompletos, de los libros que la humanidad ha escrito en este plano.
El Liber Tertio Oculus —acaso una parodia de: El tercer ojo (The Third Eye), de Lobsang Rampa— recopila buena parte de las experiencias de aquellas personas que, por casualidad o capricho del destino, han abierto su tercer ojo, siquiera por un instante, y leído en los pensamientos de los demás.
¿Qué es lo que ve una persona con el tercer ojo abierto?
Al parecer, la mayoría de la gente anda por ahí con el rostro obstruido por una masa grisácea, como una especie de nube o de vapor, que se expande y se contrae continuamente. Muy poco puede leerse en estos pensamientos. De ser interrogado, ni siquiera el propio sujeto sería capaz de aclarar qué está pensando, o si está pensando en absoluto.
Pero incluso estos pensamientos nebulosos pueden engendrar otros, como pequeños filamentos que salen disparados en todas direcciones.
¿Alguna vez se ha sentido observado sin razón aparente?
¿Alguna ha creído sentir presencias estando solo, sombras que se escurren por el rabillo del ojo, olores extraños, voces que susurran algo indescifrable justo antes de quedarse dormido?
Entonces acaso su conciencia ha sido alcanzada por uno de estos filamentos.
Otras mentes son capaces de engendrar pensamientos tan monstruosos que incluso pueden adoptar una voluntad propia, es decir, convertirse en Tulpas, o Formas de Pensamiento; probablemente una de las criaturas no humanas del plano astral más detestables.
Estos engendros a veces se alejan de su progenitor, como apéndices macabros que aspiran a una existencia propia. Lo curioso es que la mente siniestra que los creó también puede obstruir su proyección e incluso atraparlos para que vuelvan a formar parte de su masa original.
Tal grado de control sobre los pensamientos solo puede lograrse en condiciones de total aislamiento. Cuando alguien se aproxima a uno de estos individuos, los filamentos monstruosos de su pensar comienzan a multiplicarse a un ritmo incesante, buscando aferrarse a la mente de alguien más. De ahí, quizá, provienen las leyendas de espíritus que se pegan a las personas.
—Las semillas del pensamiento son muy variadas —sostiene el profesor Lugano, exhausto y ebrio después de su etérico peregrinar—, sobre todo en apariencia. Las más densas, originadas en lo más profundo de la perversidad, descienden burbujeando a los pozos impuros del Bajo Astral. Allí se encargan de tantear la voluntad de los intrusos, en su mayoría, soñadores extraviados. Al manoseo indecoroso —continúa el profesor— se añaden requisas aún más escandalosas, y que, en términos académicos, podríamos clasificar como verdaderos allanamientos rectales. Imagine lo desagradable que resulta el roce casual con una persona extraña, y ahora multiplique ese disgusto con la idea de que un pensamiento le toque el culo.
En este punto nos desviamos de las elucubraciones del profesor, y sobre todo de su controversial teoría respecto de la apertura del cuarto ojo.
Los apéndices del pensamiento grotesco pueden, en ciertos casos, adherirse a la consciencia de un soñador, obsesionándolo de tal modo que la víctima solo podrá concebir la misma ambición o impulso que originó al parásito, hasta que por fin la psique humana es devorada, reduciendo la existencia del portador a una mera cuestión orgánica, ausente de voluntad y deseo propio.
El Liber Tertio Oculus no solo nos advierte sobre los peligros de abrir el tercer ojo y leer el pensamiento de los demás, sino que afirma que esos mismos pensamientos pueden ser más poderosos y oscuros que la mente que los engendró. Después de todo, uno rara vez está a la altura de sus maquinaciones más perversas.
Esto nos llevó a preguntarnos cuántos pensamientos, de amor o de odio intenso, hemos gestado a lo largo de la vida.
Al respecto interrogamos una vez más al profesor Lugano:
—Ser responsables de nuestras acciones, tras la muerte, en alguna inconcebible corte celestial, vaya y pase, pero hacernos cargo de nuestros propios pensamientos quizás sea una simple formalidad antes de la condena perpetua.
Bestiario Astral. I Libros prohibidos.
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