Sarah Royster: la primera y última novia de E.A. Poe.


Sarah Royster: la primera y última novia de E.A. Poe.




Cuando se habla de los amores de Edgar Allan Poe se menciona inevitablemente a Virginia Clemm, el gran amor de su vida, y a Sarah Helen Whitman, su relación más «apasionada», dejando de lado a Sarah Elmira Royster Shelton (1810-1888), más conocida como Sarah Royster, amiga de la infancia del poeta, y que también llegaría a ser su prometida... dos veces.

La relación entre Edgar Allan Poe y Sarah Royster comenzó cuando la muchacha tenía apenas quince años de edad y el poeta dieciséis. Por aquel entonces, 1825, E.A. Poe cursaba sus estudios en la Universidad de Virginia. Ambos eran vecinos en la ciudad de Richmond, y se reunían casi todos los días para dibujar, hablar de música e interpretar sus instrumentos. Sarah tocaba el piano, y E.A. Poe la flauta.

El cariño entre E.A. Poe y Sarah Royster se hizo tan evidente, que el hermano del poeta, William Henry Poe, que también conocía a Sarah, compuso un poema titulado: El pirata (The Pirat), donde un joven llamado Edgard Leonard, huérfano como ellos mismos, se enamoraba de una joven candorosa llamada Rosalie, un apodo de la propia Sarah.

Aquel cariño aséptico pronto se tornó en un romance lánguido, lleno de promesas ardorosas y actos más bien pudorosos. Hablaron de matrimonio a espaldas del padre de Sarah, en amplio desacuerdo con la relación. Se comprometieron en secreto en 1826, y el vínculo continuó a distancia, ya que E.A. Poe vivía practicamente recluido en la Universidad de Virginia. Cierto día, el padre de Sarah interceptó una carta del poeta y la destruyó. Lo mismo hizo con todas las epístolas que E.A. Poe le envió a su amada durante el resto del año.

Sarah, creyéndose olvidada, se entregó a la melancolía.

Muchos años después ella recordaría estos episodios, explicando que su padre se opuso enérgicamente a la relación debido a la corta edad de ambos, aunque algunos estudiosos especulan que la verdadera razón procedía de la incipiente pobreza de E.A. Poe, sumada a su calidad de huérfano.

Así definió Sarah Royster al joven Edgar Allan Poe de aquellos años:


[«Edgar era un muchacho muy guapo, no muy hablador. De conversación agradable, pero de comportamiento más bien triste. Nunca hablaba de sus padres. Estaba muy ligado a la señora Allan, así como ella a él. Era entusiasta, impulsivo, y no toleraba la menor grosería verbal.»]


Creyendo que Edgar Allan Poe la había olvidado, Sarah Royster contrajo matrimonio con un adinerado comerciante de Virginia, llamado Alexander B. Shelton, un candidato a la altura de las expectativas patriarcales. Con él tuvo cinco hijos.

A comienzos de 1827, cuando E.A. Poe se enteró de esta «traición», que nosotros entendemos como producto de una estratagema parental, compuso uno de sus poemas más notables: Tamerlán (Tamerlane), donde describe los viajes y aventuras de un joven que retorna a su tierra natal, solo para descubrir que su amada se ha casado con otro.

Dos años después, en 1829, volvió sobre aquel dolor íntimo en el poema: Para — (To —), donde sostiene que ni siquiera todo el oro del mundo podría comprar la felicidad que planeaba secretamente para ella.

Pero los grandes hombres no solo se construyen con virtudes, sino también con pequeñas miserias y mezquindades. En 1934, ya casado con el gran amor de su vida, Virginia Clemm, E.A. Poe recibió la visita de Mary Winfree, una íntima amiga de Sarah, quien le confesó que la muchacha no era feliz en su matrimonio. Enormemente agradecido por la noticia, que cauterizaba una vieja herida rebelde, E.A. Poe compuso un robusto poema titulado: Para Mary (To Mary).

Los años pasaron sin mayores novedades, hasta que Alexander Shelton, esposo de Sarah, contrajo neumonía en 1844, dejándole a su esposa una fortuna considerable. En 1847 moriría Virginia Clemm, esposa de E.A. Poe, sumiendo al poeta en una honda depresión. Al año siguiente, más aliviado de los intensos espasmos emocionales que lo sacudían, se mudaría a Providence, Rhode Island, siguiendo el rastro de Sarah Helen Whitman, una poetisa vivaz con la que llegaría a comprometerse brevemente.

Aquel compromiso se rompió abruptamente. Edgar Allan Poe no era precisamente un Don Juan, pero a menudo mantenía largos romances platónicos que causaban celos y rechazo, y que algunos acusan de tener propósitos financieros. Se dijo que sus relaciones platónicas con Annie Richmond y Sarah Anna Lewis, eran meras fachadas que velaban las ayudas económicas que ambas mujeres le prodigaban. A la primera de ellas podemos hallarla en los versos de Para Annie (To Annie).

Más aún, Edgar Allan Poe no ahorraba poemas para sus mujeres. A todas, aún a las más insignificantes, les dedicó versos más o menos memorables. A pesar de esto, ninguna de ellas aceptó sus propuestas de un amor más bien venial. Abatido por el rechazo, E.A. Poe cayó en las garras del alcoholismo. En estas circunstancias deplorables: solo, pobre y alcohólico, se reencontró con Sara Royster en la calle Grace 2407, Richmond. Un testigo casual de aquel encuentro describió a Sarah del siguiente modo:


[«Sus ojos eran de un azul intenso, su cabello castaño, veteado de gris, su nariz fina y augusta. Su voz era de un timbre muy bajo, suave y dulce, sus maneras eran exquisitamente refinadas e, intelectualmente, era una mujer de educación y carácter. Sus cualidades distintivas eran la gentileza y la feminidad.»]


Lamentablemente, el reencuentro ocurrió en un momento desafortunado. A los 39 años Sarah había abrazado una fervorosa religiosidad, y la visita de E.A. Poe le resultó inesperada, y acaso audaz. Se excusó de una larga entrevista diciendo que debía asistir a misa.

Sin embargo, el amor y el cariño que Sarah había tenido por E.A. Poe no se habían disuelto completamente. Asistió en secreto a una conferencia dictada por el poeta en Richmond. No sabemos si Edgar Allan Poe la vio en la penumbra del auditorio. Lo que si sabemos es que habló con tal maestría que Sarah salió a la calle sabiendo que le daría una segunda oportunidad.

La pareja revivió el romance en el transcurso del año, y hasta hablaron de matrimonio; pero el rechazo de terceros parecía marcar el destino de ambos. Los hijos de Sarah reprobaron la relación, aunque no por aquellos prejuicios paternalistas, sino basándose en una cláusula en la herencia de Alexander Shelton, que estipulaba la pérdida de las tres cuartas partes de las propiedades heredadas si Sarah volvía a casarse.

La mano de hierro de algunos maridos parece conservarse intacta aún en la tumba.

A pesar de estas objeciones contractuales, la pareja continuó viéndose en secreto. El 17 de septiembre de 1849, E.A. Poe visitó Richmond y pasó la noche con Sarah. Posteriormente escribiría:


[«Creo que me ama con más devoción que ninguna otra que haya conocido. No puedo evitar amarla yo también.»]


En este punto el poeta cayó en el peor pecado del cortejo: la insistencia.

E.A. Poe la intimó a que respondiera sus propuestas matrimoniales, paradójicamente, diciendo que no aceptaría un «no». Sarah encontró una salida decorosa: sostuvo que si él no aceptaba una negativa debía darle más tiempo para considerarlo.

Algunos sostienen que a Sarah no le importaba realmente perder una porción de su fortuna, por considerable que fuera, sino que temía el temperamento inestable de E.A. Poe, patrocinado por el alcoholismo. Esto explica por qué el poeta, un alcohólico sin ninguna intención de abandonar la bebida, se unió a un movimiento a favor de la abstinencia conocido como Hijos de la Temperancia [Sons of Temperance].

Edgar Allan Poe realizó una serie de conferencias en todo el estado de Virginia. La mayoría de sus biógrafos sostienen que la pareja formalizó un acuerdo a mediados de 1849. Pero la tragedia golpeó una vez más esta relación marcada por los desencuentros. El 27 de septiembre de 1849 se encontró el cuerpo de Edgar Allan Poe agonizando en la calle, sucio, vestido con ropas ajenas, y delirante. Fue internado en el hospital de Baltimore, donde murió misteriosamente el 7 de octubre de 1849.

El halo de misterio que orbita sobre la muerte de Edgar Allan Poe incluye una serie de declaraciones de la propia Sarah Royster. Sostuvo que el poeta se hallaba visiblemente perturbado la noche del  26 de septiembre, y que, antes de irse de su lado, se quejaba de fuertes dolores estomacales.

E.A. Poe, agregó, le había confesado un presentimiento nefasto: no volverían a verse.

En los delirios de la agonía, Edgar Allan Poe mencionó a sus médicos que tenía una esposa en Richmond. Algunos sostienen que se refería a Sarah, otros que alucinaba con Virginia Clemm, viva únicamente en la memoria. El biógrafo de E.A. Poe, John Evangelist Walsh, sostiene que los hermanos de Sarah Royster fueron los responsables de la muerte del poeta, alarmados por la pérdida de bienes materiales que significaba el compromiso con su hermana.

Tiempo después, Sarah Royster declararía que jamás se casó con Edgar Allan Poe. No obstante, inestigadores sagaces descubrieron una carta suya dirigida a María Clemm, tía del poeta (recordemos que E.A. Poe y Virginia Clemm eran primos], anunciándole que estaba lista para aceptarla como suegra.

Las contradicciones de Sarah fueron amplificadas por los detractores de Edgar Allan Poe, utilizándolas como síntomas de una controversia que no era tal, sino más bien una serie de desencuentros entre dos personas que se querían genuinamente.

Lo cierto es que, tras la muerte del poeta, Sarah se negó sistemáticamente a conceder entrevistas. Sólo cambió de postura para defender su honor. En 1875 aceptó una entrevista a Edward Valentine, como respuesta a una biografía audaz de Edgar Allan Poe realizada por John H. Ingram. Allí sostuvo, con gran vehemencia, que nunca estuvo comprometida con «Eddy», y que incluso no había guardado luto tras su fallecimiento. No obstante, en 1884 le confesó al doctor John Joseph Moran, médico que trató a Edgar Allan Poe en sus últimas horas, que sí se habían comprometido.

Sarah Elmira Royster murió el 11 de febrero de 1888. Su fallecimiento, como el de todas las personas con una vida detrás, barrió con las mezquindades y vanidades que buscan proteger el «buen nombre» de las familias. Un día después de su deceso, el 12 de febrero de 1888, apareció un misterioso obituario en el periódico Richmond Whig, que resume perfectamente esta historia:


Sarah Elmira Royster.
1810-1888
El primer y último amor de Poe.
[Poe's first and last love]




Edgar Allan Poe. I Autores con historia.


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