El increíble sueño premonitorio de mi marido


El increíble sueño premonitorio de mi marido.




A mi marido, Jorge, últimamente se le da por tener sueños premonitorios.

Él no lo sabe pero yo sí.

Al principio no podía encontrar una relación lógica entre sus sueños y la realidad. Según he leído por ahí, la narrativa del sueño es complicada, llena de saltos y baches, y una, la verdad, se despierta bastante aturdida como para andar interpretando las pesadillas de su marido.

Por suerte, él recuerda sus sueños premonitorios durante un lapso muy breve después de despertarse. A veces se levanta, va al baño, y cuando regresa apenas si recuerda haber soñado algo, por ejemplo, con su socio, Germán. En esa ocasión en particular, él había soñado que Germán lo cagaba.

Por supuesto, nada de eso se pudo comprobar.

Pero el sueño se repetía, y siempre los domingos a la noche: a veces Germán lo cagaba con guita, otras con una novia de la adolescencia; en fin, las variantes eran muchas, y a veces ridículas, pero en resumen Germán siempre lo terminaba cagando.

Lo que mi marido, Jorge, no se da cuenta, es que esos sueños premonitorios que él tiene ocurren a una hora en particular; casi siempre media hora antes de que suene el despertador: empieza a dar vueltas en la cama, como si se retorciera de dolor, y después murmura una o dos frases incoherentes.

Así es como sé que lo que sueña después realmente pasa.

Buscando en internet encontré un artículo muy interesante al respecto. Ahí se decía que había que poner en papel todo lo que uno sueña, y que hay que hacerlo apenas uno se despierta. De otro modo se corre el riesgo de olvidar algún aspecto importante del sueño.

Por eso, todos los lunes a la mañana me despierto media hora antes que Jorge. Apenas suena el despertador, le pido que me cuente su sueño, y entonces lo escribo en este cuaderno.

El otro día le mostré el cuaderno a Germán; el lunes.

Siempre nos encontramos los lunes.

Me pareció que había que hacer algo, y rápido. Los sueños de mi marido eran cada vez más detallados. En el último, Germán lo apuñalaba por la espalda y se quedaba con todas sus cosas: el auto, el negocio, las nenas.

Germán me dijo que era una boluda, que no valía la pena calentarse, que quién carajo le da bola a sus sueños.

Jorge ya empieza retorcerse.

Es importante mantener la rutina, sea como sea: que Jorge se despierte como todos los lunes y me vea sentada en la cama, con el cuaderno en la mano, esperando que me cuente su sueño.

Jorge murmura algunas frases que no entiendo, como lo hace la mayoría de las veces.

Parece que va a abrir los ojos.

Ahora se pasa la lengua por los labios. Pobre, se despierta con una sed...

Le doy tiempo para que se despabile un poco y ponga en orden lo que recuerda del sueño. De una forma y otra, me va a contar que Germán está muerto. Así que yo, con el cuadernito sobre la falda, espero.




Diccionario de sueños. I Egosofía: filosofía del Yo.


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