Si la vida es sueño, y se vive como se sueña...

—La vida es sueño —citó Segismundo, uno de los mozos del bar.

—Dígamelo a mí —dijo el profesor Lugano—. A veces tengo serios inconvenientes para darme cuenta si estoy vivo o si sueño.

—Vivir y soñar es lo mismo —afirmó audazmente Segismundo— Si la vida es sueño, se vive como se sueña. Podríamos pensar que el mundo es el escenario de un complejo sueño colectivo.

—¿Y cuál sería el propósito de ese sueño colectivo? —interrogó el profesor, ya soñoliento.

—La unión de los seres.

—¿Unión?

—Precisamente —dijo el mozo mientras servía otra ronda de vermouth—. El hombre no nació para estar solo, sino para compartir la vida, el sueño, con sus pares.

—Creo que se contradice, querido Segismundo. Toda interacción es, en esencia, un acto de distracción. Una charla, un goce, una borrachera en presencia de sujetos ingratos, solo puede ser agradable si somos plenamente concientes de esa contradicción.

—¿Y cuál sería la contradicción? ¿Acaso el hombre no necesita de sus pares? ¿Acaso no necesitamos una caricia, un beso, una mirada cariñosa? ¿Acaso en este sueño de la realidad no nos sentimos incompletos y tristes cuando estamos solos? Porque, convengamos, la soledad solo se festeja y se admira cuando no se sufre durante un período prolongado.

—Coincido con eso último.

—Entonces coincidirá también en esto de que la vida es sueño.

—En absoluto.

—¿Contradice a Calderón, a ese iluminado?

—Jamás. Solo contradigo al barroco; un síntoma benévolo de la vanidad.

—¿Entonces?

—Entonces subrayo una incoherencia. Apenas eso. Para usted, el Ser no puede vivir aislado de los demás; pero por otro lado añade que la vida es sueño, y que se vive como se sueña.

—¿Le cabe alguna duda?

—Varias, porque de ser así toda su vindicación de lo social se diluye en el más profundo abismo dialéctico. Si la vida es sueño, entonces vivimos como soñamos: absolutamente solos.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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