Perseo y Andrómeda: una historia de amor.


Perseo y Andrómeda: una historia de amor.




Andrómeda era una hermosa princesa de la ciudad griega de Argos. Su nombre significa «gobernante de hombres»; y como casi siempre sucede en los mitos griegos, un destino de gloria trae aparejado una estirpe imprudente, en este caso, los padres de Andrómeda: Cefeo y Casiopea.

Casiopea tenía la mala costumbre de presumir de su belleza. A tal punto que no dudaba en compararse con las nereidas; jactancia que despertó la ira de Poseidón, el dios de los océanos, que decidió castigarla inundando la ciudad. No obstante, la furia de Poseidón no quedó satisfecha al ver anegadas las hermosas tierras de Argos. Deseaba más. En consecuencia, envió a un monstruo marino para continuar con el azote. Su nombre era Ceto, una criatura primordial capaz de devorar prácticamente cualquier cosa.

Cefeo, el padre de Andrómeda, conocía de antemano los episodios de aquel pequeño apocalipsis. Su fuente era un oráculo que también le había informado sobre la única manera de eludir el exterminio: entregar a Andrómeda a las fauces del monstruo.

Con este propósito la encadenó desnuda frente al mar.

Se dice que Perseo volvía de su expedición contra la gorgona Medusa, montado sobre Pegaso, el caballo alado, cuando desde las alturas vio a la hermosa Andrómeda y quedó perdidamente enamorado.

Perseo descendió sobre las arenas adyacentes a Argos para solicitar la mano de Andrómeda. Hasta ese momento el héroe desconocía la furia de Poseidón y la jactancia de Casiopea. Después de algunas negociaciones se arregló que Perseo obtendría el visto bueno para la boda si primero mataba a Ceto.

Acostumbrado a esta clase de tareas sobrehumanas, Perseo se dirigió hacia las rocas en donde aguardaba la princesa Andrómeda. Las olas embravecidas anunciaban la llegada del monstruo. Sobre un desfiladero el héroe aguardó la embestida. Ceto se arrojó desde las profundidades oceánicas con un grito espantoso, arrojando babas fétidas y una espuma alcalina por las narices. Justo en el último instante, cuando el choque parecía inevitable, Perseo sacó de un saco de cuero la cabeza de la Gorgona, que convertía en piedra a todo aquel que la mirara, y la sostuvo en alto frente a la bestia.

Ceto se redujo a una masa amorfa de polvo y rocas al chocar contra el desfiladero. Versiones más poéticas sostienen que el monstruo se convirtió en un hermoso coral.

Perseo recibió los agradecimientos de rigor, y cuando se disponía a preguntarle a Andrómeda sobre la fecha más conveniente para celebrar la boda, la imprudente Casiopea le informó que todavía existía un pequeño problema si resolver. Andrómeda ya había sido prometida al príncipe Agénor.

Podemos imaginar que Perseo se quejó en vivos términos ante semejante omisión, pero lo cierto es que Andrómeda lo había cuativado de tal forma que estaba dispuesto a pasar por alto cualquier ofensa, de modo que solucionó el inconveniente de la forma más diplomática posible. Mató a Agénor y masacró a su ejército utilizando el poder inconmensurable de la cabeza de Medusa.

Perseo y Andrómeda finalmente se casaron y se mudaron a la ciudad de Tirinto. Allí tuvieron a una niña a la que llamaron Gorgófene, «la muerte de la Gorgona». Con el tiempo la familia se expandió. Nacieron príncipes que gobernaron Micenas y descendientes notables entre los que se encuentra nada menos que Heracles.

Se dice que Andrómeda, la más silenciosa y pasiva de esta historia de amor, realmente se enamoró de Perseo. Cuando murió, vieja y todavía taciturna, la diosa Atenea la colocó en el cielo en compañía de su marido y su madre. Astrónomos exégetas sostienen que ese sitio del cósmos se conoce como la constelación de Andrómeda.




Historias mitológicas de amor. I Mitología griega.


Más mitología:
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1 comentarios:

Anónimo dijo...

la influencia de lo que vemos en la tele.....

(tu) dama de luz



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