La leyenda del Unicornio


La leyenda del Unicornio.




La palabra Unicornio proviene del latín y significa «un cuerno». Se trata de una traducción literal de la palabra monoceros, con la que los griegos llamaban a esta criatura esquiva.

Los Unicornios han protagonizado muchas historias, aunque su origen es incierto. En la Edad Media se lo representó como un gran caballo blanco con patas de antílope, barba de chivo y un largo y recto cuerno en medio de la frente. Posteriormente fue abandonando estas cualidades secundarias salvo el cuerno en la frente, el único detalle que lo diferencia de un caballo normal.

Como animal fabuloso la historia del Unicornio es difícil de rastrear. Las leyendas coinciden en afirmar que se trata de un «animal puro», es decir, una criatura propia del paraíso capaz de vencer a otros animales más fuertes pero con la desventaja de ser criaturas «caídas».

Algunos sostienen que la leyenda del Unicornio procede de los mitos griegos debido a una sencilla asociación. Cuando los griegos llegaron a la India, y tal vez antes, se encontraron con los rinocerontes, cuyo nombre significa «nariz de cuerno» [rhino, «nariz»; y ceros, «cuerno»] y también con los hipopótamos, cuyo nombre puede traducirse como: «caballo de río» [hipos, «caballo»; pothamos, «río»]. Según estos especialistas, los primeros exploradores griegos pensaron que estas criaturas colosales eran después de todo caballos, aunque a simple vista la hipótesis resulta bastante pobre salvo que pensemos que los griegos tenían serias deficiencias ópticas.

Otras conjeturas observan que los Unicornios fueron en definitiva una operación de marketing. Los pueblos nórdicos solían cazar focas y algunos cetáceos y vender sus colmillos asegurando que se trataban de cuernos de Unicornio, una criatura que parecía comercializarse muy bien en la Europa Continental, ya que sus propiedades medicinales eran incontables. Lo cierto es que la figura del Unicornio es anterior a los vikingos. Su imagen se encontró en tallados y bajorrelieves en el Valle del Indo con fechas que asombran por su antigüedad.

Los primeros informes sobre los Unicornios que se han conservado provienen del médico griego Ctesias de Cnido y datan del año 400 a.C. Durante una peligrosa expedición a la India Ctesias comenta haber visto una rara criatura con forma de caballo pero con un cuerno en la frente. Adicionalmente aclara que sus ojos son azules y el pelo de la cabeza es violáceo. El cuerno, informa el cronista, era negro en el medio, con la punta roja y la base blanca. Tras esta descripción, Ctesias pasa a detallar las propiedades medicinales del cuerno del Unicornio, y lo recomienda para tratar desórdenes estomacales e incluso envenenamientos.

Con la llegada de nuevos exploradores el Unicornio adquirió nuevas y a veces desconcertantes cualidades. Se dijo que tenía patas de ciervo, cola de león, y su cuerno comenzó a aparecer con las características en espiral que actualmente conocemos.

También la personalidad del Unicornio fue objeto de informes minuciosos. Se explicó que era un animal taciturno, de hábitos solitarios, fugitivos, que rehuye la presencia del hombre. Sin embargo, cuando se ve acorralado es terriblemente agresivo. Estas descripciones coinciden con la de todos los animales registrados por la criptozoología, es decir, el estudio y búsqueda de animales míticos, al menos para la zoología tradicional.

Más allá de los exploradores griegos hay otra fuente para la leyenda del Unicornio: la Biblia. Algunas traducciones del Antiguo Testamento interpretan la palabra hebrea Reʼém como «unicornio»; por ejemplo en Números 23:22:


«Dios los ha sacado de Egipto; Tiene fuerzas como de unicornio.»


No obstante, la palabra re'em fue traducida también como rinoceronte, toro, búfalo, y prácticamente como cualquier animal cuadrúpedo que pudiese encarnar algún peligro. La razón de esta confusión es muy sencilla. Los primeros traductores del Antiguo Testamento no conocían el significado de la palabra re'em, es decir, buey salvaje.

Ahora bien, la Biblia no habla de Unicornios propiamente dichos pero sí habla de bueyes, un animal que en el mito siempre aparece despojado de sus atributos viriles. En otras palabras, castrado. Y el Unicornio comparte esta ausencia de virilidad, que en la Edad Media fue dando paso a una especie de aura de pureza y virginidad.

El Unicornio comenzó a ser perseguido por las propiedades mágicas de su cuerno. Aquel informe de Ctesias era muy tenido en cuenta en las cortes medievales, de modo que casi todos los reyes los requirieron para confeccionar antídotos ante posibles envenenamientos. Adicionalmente se creía que el cuerno del Unicornio prolongaba la vida de su portador, y que en definitiva allí residía el poder de este animal mítico. Aquellos que buscaban la longevidad pagaban pequeñas fortunas por cuernos apócrifos.

Ahora bien, sería justo preguntarnos como se hace para ingerir un cuerno, y también de dónde provenían. Si tenemos en cuenta la cantidad de reyes que testimonian haberse inoculado con la juventud eterna mediante este método, todas las planicies de Asia deberían haber estado cubiertas de manadas de Unicornios, algo que cualquier asiático sensato nos negará rotundamente.

Los cuernos de Unicornio provenían principalmente de rinocerontes y en especial del colmillo del narval, un pequeño cetáceo cuyos machos desarrollan largos colmillos. La ingesta de los cuernos era todavía más sencilla. Se los pulverizaba y mezclaba con otros ingredientes y elementos escatológicos, dando forma a elíxires y ungüentos con propiedades más bien inversas a las que prometían los galenos.

Fue así que el Unicornio se convirtió en la criatura mítica más cazada y perseguida de la historia. Ni antes ni después existió un animal legendario con más reportes de avistamientos. De hecho, el método de cacería del Unicornio fue documentado y seguido a rajatabla por los especialistas.

Siendo un animal puro, es decir, un símbolo de virginidad, la única forma de atraer a un Unicornio era mediante los efluvios de una muchacha vírgen. Esto simplificaba mucho la caza. En general se utilizaba a una virgen para atraer a la bestia y amansarla con caricias asépticas. Una vez logrado este efecto el Unicornio era acribillado por lanzas ocultas en lo alto de los árboles, casi siempre junto a la virgen; una víctima colateral, si se quiere, cuya cercanía era imprescindible para facilitar la eficacia de la ejecución.




Seres fabulosos de la mitología. I Mitología griega.


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