El profesor Lugano y la paradoja de la Ingenuidad


El profesor Lugano y la paradoja de la Ingenuidad.




Aquella noche nos reunimos más tarde de lo acostumbrado. El profesor Lugano se hallaba enfrascado en una entrevista individual con un acólito lleno de incertidumbres acerca de la ingenuidad.

El hombre nunca manifestó abiertamente la naturaleza de aquellas dudas, al menos no a nosotros, satélites del propio Lugano; aunque llegamos a entender mucho de lo que se había dicho en nuestra ausencia.

—¿Pero entonces la ingenuidad siempre es una elaboración falsa, profesor? —preguntó el acólito.

—No. La Ingenuidad existe, como usted o cualquiera puede advertirlo sin mayor esfuerzo. En realidad, lo que existe son las inocencias que le atribuimos a la Ingenuidad. Despojada de atribuciones podríamos decir que está desnuda de significado.

—No estoy seguro de entenderlo, profesor.

—Analicemos brevemente la historia del término. Si nos referimos al arte, la Ingenuidad es simplemente un arquetipo femenino. Junto a la mujer en apuros y la mujer fatal conforman un registro claro de personalidades narrativas. Ahora bien, vayamos más allá. ¿Qué ingredientes conforman la Ingenuidad? O más aún, ¿cuáles manifiestan la presencia de alguien Ingenuo?

—Cierto desconocimiento de las cosas, inocencia, buena fe...

—Es decir, una percepción deteriorada y pobre del mundo, una percepción que no trasgrede nada pues lo desconoce todo.

—Ahora que lo pienso, en general asociamos la Ingenuidad con las mujeres. ¿Verdad, profesor? Quiero decir, pocas veces vemos que se acuse a un hombre de ingenuo.

—Salvo que sea un completo idiota, no. Pero el círculo se estrecha aún más. No todas las mujeres son proclives a recibir una acusación de Ingenuidad. En general esto cae estrictamente sobre las mujeres jóvenes. El prototipo de la Ingenuidad es una dama joven, bella, y acaso virginal.

—¿Y no podría ser cierto? Es decir, la juventud podría ser la razón de la Ingenuidad.

—Podría, pero no lo es. La Ingenuidad tiene dos componente distintos, aparentemente paradójicos, que solo se explican a través del lenguaje.

—Lo escucho, profesor.

—En primer lugar, si definimos al Ingenuo como un individuo con una percepción inocente de las cosas, podríamos pensarlo también como alguien que se encuentra a salvo de pensamientos nocivos. En cierta medida, está libre de malos pensamientos. De eso se trata el asunto.

—No estoy seguro de entender, profesor.

—La palabra Ingenuo proviene del latín Ingenuus, cuyo significado no tiene nada que ver con una actitud o composición mental, sino con la libertad física. El Ingenuus era el hombre que nació libre y que no puede ser esclavizado. Es decir, el hombre que proviene de una familia libre. Para satisfacer al amigo Aelfwine, a quien veo con la urgencia de aclarar esta cuestión lingüística, agrego que la palabra se compone del prefijo in, «adentro», «en el interior»; y generis, «nacimiento», «linaje». Literalmente significa «el nacido adentro»; o sea, el «genuino». Si retrocedemos aún más podemos encontrar en generis la raíz indoeuropea gen, «parir».

—O sea que la inocencia no juega un rol activo en la Ingenuidad.

—No la inocencia tal como la pensamos actualmente. El Ingenuus no es aquella persona que no sabe, sino aquel que no necesita saber. El verdadero Ingenuo desconoce los padecimientos de las clases bajas y sobre todo el de los esclavos. Al ser un sujeto autóctono, un producto genuino y depurado de su sociedad, terminó designando los atributos naturales del lugar, casi siempre nobles, haciendo de él un individuo de carácter virtuoso.

—De modo que conviene ser precavido frente a las personas ingenuas.

—Ciertamente. El verdadero Ingenuo no está libre del Conocimiento, sino que es esclavo de la Inocencia.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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3 comentarios:

Paula dijo...

En el período de transición del Imperio Romano al Medioevo, y durante buena parte de la Edad Media,el término "ingenuo" se usaba para hacer referencia al campesino libre, al alodiero independiente. Se lo utilizaba para diferenciarlo de los siervos, que estaban adscriptos a la tierra y eran hombres de un determinado señor.Ingenuo no aludía a un noble, sino a un campesino libre de lazos de dependencia como los que sujetaban a los siervos, por lo menos para la época de la que te hablo.
Muy bueno el artículo, y todas las correrías del profe Lugano, y todo el Espejo.
Beso, Seba!

Sebastian Beringheli dijo...

Sobre asuntos medievales no me atrevo a agregar nada si tu opinión está en el medio, Pau. Gran aporte!

Odai dijo...

Bastante interesante la ingenuidad.



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