Nornas: las diosas del destino de los mitos nórdicos.
Las Nornas: diosas del destino de los mitos nórdicos, rigen tanto sobre los hombres como sobre los dioses. Nadie, ni siquiera el Hacedor Supremo, Odín, está libre de ellas.
De acuerdo a los cálculos de Snorri Sturluson el verdadero número de Nornas es desconocido, aunque destaca a tres sobre todas las demás: Urðr, Verðandi y Skuld. El poeta añade que las Nornas no son buenas ni malas, o mejor dicho, que están más allá de esos dos conceptos, y que los destinos trágicos que a menudo tejen sobre la vida de los héroes no deben ser valorados según nuestra ética, pues los dioses, y en especial estas temibles y adoradas diosas de la antigüedad, poseen una agenda que desconocemos.
Urd significa «destino», pero en un sentido pretérito, más ligado a la «fatalidad», es decir, a algo inevitable que ocurrió en el pasado. Verdandi deriva de la raíz nórdica verða, «ser», e indica lo que está sucediendo en el presente. Skuld, por último, procede del verbo nórdico skolle, «lo que será».
Para mayor confusión, los nórdicos utilizaban el término genérico Dísir para referirse a cualquier grupo de deidades femeninas, entre ellas, las Valquirias, las Fylgjas, las Hamingjas y Nornas, hábito que dificulta advertir rasgos particulares de cada diosa.
Las Nornas representan el rasgo más distintivo de las mitologías paganas, quizás el único que las aleja inexorablemente de la tradición judeocristiana.
El Dios cristiano, por ejemplo, se eleva sobre todas las reglas del universo, reglas que, por otro lado, él mismo creó e impuso, pero que no afectan en modo alguno su omnipotencia. Las Nornas, así como su versión dentro de los mitos griegos, las Moiras; o las Parcas, en los mitos romanos, rigen el destino de hombres y dioses por igual. Este concepto es un ejemplo maravilloso del pensamiento poético. Los hombres nacen, viven y mueren, así como los dioses, los aesir de mirada severa atronando canciones de guerra en los salones de Asgard, quienes nunca alcanzarán la idea de omnipotencia, ya que el único dios digno de adorar es aquel que sufre el mismo destino de sus hijos.
Visto en términos banales, pensemos alguien invencible: ¿podría catalogárselo como héroe? No. El heroísmo sólo puede darse en alguien que tiene algo para perder, la vida, por ejemplo. Un tipo que detiene balas con el pecho sabiendo que no pueden hacerle daño podrá ser muchas cosas, pero jamás un héroe. Una dinámica parecida se da entre los dioses mitológicos: un dios que es omnisciente y omnipresente ofrece poco interés para las tribulaciones humanas, justamente porque nada puede perturbar su esencia. Los dioses paganos, por el contrario, aman, odian, se traicionan, sufren y mueren como cualquier mortal, como cualquier héroe, y al igual que éstos cargan la fatalidad del destino tejido por las Nornas.
Habrá quien argumente que este artículo es un intento desesperado por reconciliarnos con las Nornas. No objetamos esa acusación, aunque íntimamente sabemos que ellas concluyen el tejido de la misma manera para todos.
Mitos nórdicos. I Mitología.
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