Pulsa Denura: la maldición del Talmud


Pulsa Denura: la maldición del Talmud.




La modernidad, vociferan los tecnócratas, nos ha librado de las viejas formas de hechicería. Ya no es necesario, dicen, convocar a fuerzas sobrenaturales para constreñir a nuestros enemigos. Para eso tenemos ojivas nucleares. En este contexto, la magia antigua es archivada por las religiones como un recuerdo bochornoso; aunque algunas tradiciones, de hecho, continúan peligrosamente vigentes.

Pulsa Denura es una expresión del arameo antiguo. Significa: «látigos de fuego», y consiste en un ritual cabalístico por el cual el iniciado puede invocar a los ángeles de la destrucción para aniquilar a un enemigo en particular. Se trata de una ceremonia prohibida por la Torah, aunque de hecho forme parte del bagaje cultural de los mitos hebreos.

El ritual de Pulsa Denura apareció originalmente en el Talmud, más precisamente en un pasaje en el que Dios, encolerizado, castiga a un grupo de ángeles caídos —probablemente a los seguidores de Semihazah durante la Segunda Guerra Celestial, o quizás a sus herederos, los Nephilim—, y, de paso, también al pobre Elías, que nada tenía que ver con el asunto. Posteriormente el Pulsa Denura aparece en el libro del Zohar, detalle que muchos han aprovechado para observar que el pueblo hebreo eludió ubicar esta ceremonia en sus libros sagrados, pero no así en el resto de su bibliografía.

Ahora bien, el Pulsa Denura no es un ritual que pueda practicarse por cualquier iniciado en la magia. De hecho, el Pulsa Denura es considerado como el último recurso del pueblo hebreo, y sólo puede efectuarse cuando la justicia humana ha demostrado ser inútil, o ineficaz, para protegerlo.

¿Qué es Pulsa Denura? El máximo exponente histórico de la magia negra dentro de la cultura hebrea; si es que por nigromancia entendemos la intención de matar a alguien mediante elementos esotéricos; sólo que en este caso, bajo las condiciones adecuadas, el que ejecuta las órdenes del oficiante no es un demonio, sino el propio Dios.

Es decir entonces que Pulsa Denura es una serie de plegarias y rezos efectuados por personalidades destacadas de la fé hebrea, por las que se le pide a Dios que juzgue a un individuo peligroso para el pueblo judío.

Poco más se sabe sobre el Pulsa Denura, sólo que su ceremonia está encabezado por un rabino notable, que a su vez lidera el Minian, un grupo de diez hombres que deben ser padres, mayores de cuarenta años y tener barba. Hay quien afirma que no hay un ceremonial establecido en lo que refiere a las invocaciones del Pulsa Denura, y que, en realidad, se trata de un clamor desesperado y desordenado que solicita la asistencia del Altísimo.

Es sencillo imaginar esta clase de ritual efectuándose en épocas pretéritas. No obstante, el Pulsa Denura continúa realizándose en nuestros días. En honor a la verdad, estas ceremonias públicas ya no tienen como objetivo eliminar físicamente al destinatario del rito, sino forzarlo a encarrilarse mediante la actuación directa de Dios, aunque todo parece indicar que Jehová se atiene a las viejas tradiciones.

Oficialmente, el siglo XX tuvo dos Pulsa Denura, el primero fue en 1905, cuyo objetivo era Daniel Yellin; y en 1995, Isaac Rabin, ex primer ministro de Israel y premio Nobel de la paz, quien moriría pocos días después de un balazo por la espalda luego de un discurso. ¿El asesino? Yigal Amir, israelita que aún hoy purga una condena perpetua en Tel Aviv.

El siglo XXI, al menos estadísticamente, es mucho más frondoso en cuanto a los Pulsa Denura, y el más osado en lo que refiere a los objetivos del rito. Ni siquiera el primer ministro en funciones del Estado de Israel estuvo a salvo. En 2005 se realizó un Pulsa Denura contra Ariel Sharon. Pocos meses después sufriría un demoledor derrame cerebral y fue relevado de su cargo.

Un año después, en 2006, el sucesor de Ariel Sharon, el ex alcalde de Jerusalem y nuevo Primer Ministro interino, Ehud Ólmert, fue apuntado por un nuevo Pulsa Denura. Algunos meses después se le diagnosticó cáncer de próstata, aunque parece que esto no le impidió continuar en funciones, a pesar de las serias acusaciones de corrupción a las que fue sometido por muchos integrantes de su propio gobierno.

De una larga lista de objetivos el que mejor salió parado del Pulsa Denura fue nada menos que el papa Juan Pablo II.

En el año 2000, poco antes de pisar Tierra Santa, Juan Pablo reafirmó su decisión de reconocer los derechos del pueblo palestino, lo cual le reservó un regio Pulsa Denura oficiado en el cementerio de Rosh Piná, aunque parece que sus efectos fueron prácticamente nulos. Algunos comentaristas astutos señalan que no sólo el pueblo judío tiene sus rituales, y que en Roma, en los oscuros pasadizos subterráneos del Vaticano, sombríos artesanos del ocultismo también trabajan incesantemente.




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