Por qué tal vez estamos viviendo dentro de la Matrix


Por qué tal vez estamos viviendo dentro de la Matrix.




No hace falta ser un cinéfilo consumado para reconocer las siguientes líneas:

¿Qué es la Matrix? Es el mundo que han puesto sobre tus ojos para cegarte de la verdad.

Efectivamente, hablamos de Matrix (The Matrix), estrenada en 1999; película de los hermanos Wachowski que explica la universo como una especie de realidad simulada donde los humanos son controlados por las máquinas sin siquiera advertirlo, salvo por pequeños "errores de programación", como por ejemplo los sueños y los deja vu.

Si bien se trata de una poderosa pieza de ciencia ficción, los científicos acuerdan en la enorme utilidad y eficacia que presenta un sistema de control como la Matrix, siempre que no seamos nosotros los controlados por ese sistema.

Nick Bostrom, filósofo de la Universidad de Oxford, especula acerca de la posibilidad de que nuestra sociedad actual sea, en definitiva, un sistema de control aún más riguroso que la Matrix, donde los todos cerebros de la humanidad se encuentran conectados en línea con una realidad ficticia, simulada, mientras que sus cuerpos se encuentran alojados en tanques de líquido amniótico.

En una Matrix perfecta, al menos dentro de los parámetros del control absoluto, el sujeto no podría ser "desconectado", tal como ocurre en la película, y mucho menos agruparse en reducidos grupos de rebeldes que viven fuera de ese orbe ilusorio y luchan desesperadamente contra el sistema.

En ese contexto, la única forma de advertir que estamos presos del sistema, de la Matrix, es utilizando la lógica pura.

Pero vayamos aún más lejos.

Imaginemos un futuro distante, supongamos, unos 10.000 años en el tiempo.

Para ese entonces, siempre que la humanidad haya sobrevivido, seguramente existiría la tecnología necesaria para producir un ordenador capaz de administrar una tasa de procesamiento con más potencia que todos los cerebros de la historia combinados y cableados simultáneamente.

Ahora imaginemos que estos humanos del futuro, o mejor dicho, posthumanos, son capaces de crear pequeños universos de ilusión, por ejemplo, simulaciones ancestrales, virtuales, con sujetos puramente informáticos, es decir, sin sistema nervioso, cerebros o cuerpos archivados en tanques de almacenamiento.

En otras palabras, simples personajes dentro de un videojuego de incalculable precisión y realismo.

Absurdo, ¿verdad?

Sin embargo, no son pocos los científicos y los pensadores que se han planteado seriamente esta posibilidad.

Rich Terrile, por ejemplo, astrónomo y director del Centro de Computación Evolutiva la NASA, calcula que en menos de veinte años nuestras computadoras serán capaces de integrar la conciencia humana, es decir, máquinas sobre las que sería posible "descargar" nuestro cerebro.

Si tomamos la Ley de Moore, la cual sostiene que cada dos años las computadoras duplican su potencia, bastan esos veinte años para que nuestro cerebro y cada pensamiento y emoción que jamás hayamos concebido puedan ser descargados.

¿Y qué ocurriría en 100 años?

O en 1000.

O en 10.000 años en el futuro.

En cualquier caso, no es necesario apelar a la Matrix para perder el sueño con conjeturas temerarias.

Ya sea en un universo simulado artificialmente por computadoras como dentro de una realidad objetiva, es casi imposible para cualquier desconectarse del sistema.

Festejamos, eso si, los pequeños instantes de desapego en los que nos creemos distintos, incluso libres del sistema; pero basta el retraso de un miserable sueldo, un corte de luz, el olvido del teléfono celular o una falla en la conexión de internet, para darnos cuenta de que no solo somos presa del sistema, sino que haríamos cualquier cosa para seguir perteneciendo a él.

Después de todo, el agujero del conejo no es tan oscuro cuando uno se acostumbra a las tinieblas.




Misterios miserables. I El lado oscuro de la psicología.


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