El hombre más solo del mundo.
Por alguna razón que los profetas olvidaron mencionar, el último hombre tuvo tiempo de sentirse solo antes del fin.
Desde la orilla vió a Caronte levar anclas con los brazos exhaustos. Oyó, traído por el viento, los últimos ladridos de Cerbero. El Annwn y el frío Hel se vaciaron. Las Valquirias sobrevolaron en vano sobre un campo estéril de cadáveres.
No lo perturbaron; tampoco las Erinias, las Euménides, las Furias. Las Hadas partieron hacia Avalon. Los Enanos regresaron a sus casas de piedra en las raíces de las montañas. Por orden de Zeus, Apolo cerró abruptamente el ciclo del sol. Odín y los Ases pactaron con los Jotuns el aplazamiento del Ragnarok.
El apocalipsis era innecesario, y acaso demasiado para un solo hombre.
La última página del libro había sido escrita.
El hombre se quedó solo. Vagó por las calles desiertas, entre vehículos abandonados y edificios colosales recortados contra el cielo ennegrecido.
Enloquecido por una soledad que ningún otro ser humano había experimentado antes, se entregó al vértigo de la locura.
Desesperado, irrumpió en una vieja casa abandonada, buscó la compañía monótona de un espejo y en el reflejo no halló a nadie.
Más Egosofía. I El lado oscuro del amor.
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El relato: El hombre más solo del mundo fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
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