«Epístola para ser dejada en la tierra»: Archibald MacLeish; poema y análisis.


«Epístola para ser dejada en la tierra»: Archibald MacLeish; poema y análisis.




Epístola para ser dejada en la tierra (Epistle To Be Left In the Earth) es un poema de horror cósmico del escritor norteamericano Archibald MacLeish (1892-1982), publicado originalmente en la antología de 1930: Terranova (New Found Land).

Epístola para ser dejada en la tierra, uno de los mejores poemas de Archibald MacLeish, describe un final frío y desolador para la vida en la Tierra.

El poema suele ser entendido como una especie de memoria dejadas por un ser humano a cualquier otro ser inteligente que se tope con nuestro planeta luego de que este abandone la órbita solar. Las consideraciones puramente científicas no serán necesarias aquí. Archibald MacLeish solo nos dice que la Tierra ha sido expulsada de su órbita, tal vez por alguna estupidez del ser humano, tal vez debido a causas naturales. El planeta ahora se desplaza al «norte» [?] por la Osa Mayor:


... Hace más frío ahora,
hay muchas estrellas,
estamos a la deriva
al norte por la Osa Mayor,
las hojas están cayendo,
El agua es piedra en las rocas excavadas,
hacia el sur
un Sol rojo, aire gris:
los cuervos son lentos
en sus alas torcidas,
los arrendajos nos han dejado:


El Narrador resume de algún modo el grado de conocimiento humano, aquello que hay que recordar sobre nosotros, en términos muy simples:


Te diré todo lo que hemos aprendido,
te diré todo:
La tierra es redonda,
hay manantiales debajo de los huertos,
La arcilla se corta con un cuchillo desafilado,
Cuidado con los Olmos
en las tormentas,
las luces en el cielo son estrellas.
Creemos que no ven,
pensamos lo mismo.
Los árboles no saben ni las hojas de las hierbas nos oyen:
Los pájaros también son ignorantes.


Y añade: «ninguno de nosotros ha visto a Dios», y luego: «voces gritan un nombre desconocido en el cielo». Archibald MacLeish evita deliberadamente rozar tanto la ciencia ficción como la metafísica, porque, al final de todas las cosas, la ciencia y la fe demuestran haber sido infructuosas. Solo la Tierra y las personas que viven en ella tienen significado.

Cuando Archibald MacLeish intenta resumir todo lo que el ser humano sabe o presumiblemente puede saber, enfatiza la dicotomía entre la mente que conoce [o intenta conocer] y la cosa conocida, una dicotomía tan grande y evidente que, al final de nuestra búsqueda como especie, solo podríamos reconocer un misterio fundamental: la materia del universo eventualmente formó una mente [humana] que intenta desbloquear los secretos de la materia, pero nuestra mente no encuentra la conciencia en ninguna parte sino en la mente. A pesar de haber surgido de la materia, la conciencia pertenece a otra categoría; y esto es lo que el Narrador intenta «salvar» en Epístola para ser dejada en la tierra.

El misterioso y desconcertante final de Epístola para ser dejada en la tierra: «voces gritan un nombre desconocido en el cielo», está inspirado en Milton. En el Libro IV de El Paraíso Perdido (Paradise Lost), Adán le explica a Eva que hay millones de ángeles invisibles que «con incesantes alabanzas» contemplan la nueva creación de Dios [ver: La verdadera historia de los Serafines y otros no-ángeles]:


... cuán a menudo hemos oído
voces celestiales en el aire de medianoche
cantándole al Creador.


En el poema de Archibald MacLeish, sin embargo, el «nombre» es «desconocido» porque «ninguno de nosotros ha visto a Dios». Y, en cuanto a esas «voces» que «gritan un nombre desconocido en el cielo», el Narrador dice que «no son palabras en absoluto», sino «el viento que se levanta». Entonces, ¿estas voces simplemente están llorando o suplicando sin palabras?

Archibald MacLeish pensaba que la poesía debía aspirar a algo más que la belleza. En una carta de 1932 menciona que los poetas «deberían registrar cuestiones como el hecho de que la tierra cultivada tiene cierto olor, que la oscuridad llega tarde en el verano, que los hombres a medianoche piensan en tales cosas». En Epístola para ser dejada en la tierra explora este punto, mencionando que es peligroso estar cerca de un olmo cuando hay una tormenta eléctrica, y que por la noche «llegan los sueños». Aquí, Archibald MacLeish se toma la libertad de hablar por nosotros, que no conocemos el nombre de Dios, que nunca lo hemos escuchado hablar, pero que a través del laborioso descubrimiento científico de la naturaleza hemos aprendido que toda materia es digna de alabanza, digna en su materialidad.




Epístola para ser dejada en la tierra.
Epistle To Be Left In the Earth, Archibald MacLeish (1892-1982)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


... Hace más frío ahora,
hay muchas estrellas,
estamos a la deriva
al norte por la Osa Mayor,
las hojas están cayendo,
El agua es piedra en las rocas excavadas,
hacia el sur
un Sol rojo, aire gris:
los cuervos son lentos
en sus alas torcidas,
los arrendajos nos han dejado:
Nos tumbamos y la nieve cubre nuestras prendas.
Te lo ruego,
a tí (si alguien abre este escrito)
Haz en tu boca las palabras que fueron nuestros nombres.
Te diré todo lo que hemos aprendido,
te diré todo:
La tierra es redonda,
hay manantiales debajo de los huertos,
La arcilla se corta con un cuchillo desafilado,
Cuidado con los Olmos
en las tormentas,
las luces en el cielo son estrellas.
Creemos que no ven,
pensamos lo mismo.
Los árboles no saben ni las hojas de las hierbas nos oyen:
Los pájaros también son ignorantes.
No escuches.
No permanezcas en la oscuridad con las ventanas abiertas.
Nosotros, antes que tú, hemos escuchado:
son voces:
No son palabras en absoluto sino el viento que se levanta.
Además, ninguno de nosotros ha visto a Dios.
(... a menudo hemos pensado
que las ráfagas de sol en el clima tardío y torrencial
señalaban un árbol, pero no era así.)
En cuanto a las noches te advierto que son peligrosas:
El viento cambia y llegan los sueños.
Hace mucho frío,
hay estrellas extrañas cerca de Arcturus,
voces gritan un nombre desconocido en el cielo.


...It is colder now,
there are many stars,
we are drifting
North by the Great Bear,
the leaves are falling,
The water is stone in the scooped rocks,
to southward
Red sun grey air:
the crows are
Slow on their crooked wings,
the jays have left us:
Long since we passed the flares of Orion.
Each man believes in his heart he will die.
Many have written last thoughts and last letters.
None know if our deaths are now or forever:
None know if this wandering earth will be found.
We lie down and the snow covers our garments.
I pray you,
you (if any open this writing)
Make in your mouths the words that were our names.
I will tell you all we have learned,
I will tell you everything:
The earth is round,
there are springs under the orchards,
The loam cuts with a blunt knife,
beware of
Elms in thunder,
the lights in the sky are stars——
We think they do not see,
we think also
The trees do not know nor the leaves of the grasses hear us:
The birds too are ignorant.
Do not listen.
Do not stand at dark in the open windows.
We before you have heard this:
they are voices:
They are not words at all but the wind rising.
Also none among us has seen God.
(...We have thought often
The flaws of sun in the late and driving weather
Pointed to one tree but it was not so.)
As for the nights I warn you the nights are dangerous:
The wind changes at night and the dreams come.
It is very cold,
there are strange stars near Arcturus,
Voices are crying an unknown name in the sky.


Archibald MacLeish
(1892-1982)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Archibald MacLeish.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Archibald MacLeish: Epístola para ser dejada en la tierra (Epistle To Be Left In the Earth), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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