Por qué los libros curan la soledad.
Uno puede sentirse solo en muchos lugares, incluso atestados de gente, alegría y buena compañía; sin embargo, hay sitios en los que es imposible sentirse solo, por ejemplo, las librerías.
De hecho, la soledad se desintegra entre los libros.
No hay actividad más solitaria que podamos emprender, más íntima, privada, y a la vez en la que uno se sienta menos solo que la lectura.
Al leer no solo nos sumergimos en un mundo nuevo, sino que el mundo que nos rodea deja de importar, pierde su influencia, su peso, sus presiones.
No importa si leemos en la cama, en el subterráneo o en un café, la lectura nos transporta a un espacio tan lejano y profundo que solo podemos encontrarlo dentro de nosotros mismos.
Paradójicamente, allí nunca nos sentimos solos.
Esto nos lleva a preguntarnos si la soledad no es en realidad una emoción superficial, ilusoria, ya que cuánto más nos extraviamos en nosotros mismos a través de un libro menos solos nos sentimos.
Y el libro, por su parte, es fiel, rabiosamente leal.
No se desconecta, no presenta desperfectos inesperados, no tiene un tiempo ni un espacio necesarios.
El libro es paciente. Siempre nos espera, nos acecha desde los anaqueles. Y siempre responde cuando se lo invoca.
Los libros también nos ofrecen una nueva percepción del tiempo. Los minutos se licuan, se expanden y se comprimen. Los lapsos se miden en páginas, en capítulos, nunca con el reloj.
Los libros son la mejor cura para la soledad. El acto de leer es solitario, pero el lector nunca está solo.
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1 comentarios:
Hablo por muchos cuando digo que el alba me ha sorprendido cuando la lectura te induce en una especie de trance.
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