La tristeza de los escritores.

Joaquín se levantó de la mesa, donde todo era alegría y festejos, y se encaminó a la barra del bar. Ordenó vodka.

—¿Por qué Joaquín está tan triste, profesor Lugano?

—Porque hace exáctamente un año que se publicó su libro.

—Pero tengo entendido que ha ganado una pequeña fortuna con la editorial.

—Efectivamente.

—Y también que el libro se vende de maravillas.

—Está usted en lo cierto.

—¿Entonces? Seguramente esa tristeza no tiene nada que ver con el libro.

—Al contrario, tiene todo que ver con él.

—¿A qué se refiere?

—A que el lector tiene siempre la posibilidad de cerrar el libro. El autor, nunca.

—No entiendo, profesor.

—Nuestro amigo Joaquín, como todos los escritores, tarda mucho menos que su editor en publicar su libro, más o menos lo mismo que el lector promedio en leerlo, y una vida entera para olvidarlo.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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