El secreto mágico de la palabra OJALÁ.


El secreto mágico de la palabra OJALÁ.




La mujer ingresó al bar visiblemente perturbada. Por su aspecto tembloroso arriesgamos dos posibilidades para su visita: beber o entrevistarse con el profesor Lugano. Lamentablemente para el profesor, eligió lo segundo.

—Estoy desesperada, profesor Lugano.

—La escucho.

—Se trata de mi hijo. Blasfema. No cree en Dios. Cada noche, al acostarse, manifiesta algunas... dudas.

—¿Sobre qué?

—Sobre la posiblidad de no despertar.

—Ya veo.

—Lo único que parece tranquilizarlo es un viejo diccionario filológico. Herejías, usted me entiende. Lo lee antes de dormirse como si fuese una biblia.

—Entiendo —la tranquilizó el profesor—. ¿Me permite acompañarla esta noche? ¿Quisiera escuchar de primera mano esas... «dudas»?

—Por supuesto.

Acompañé al profesor Lugano, en carácter de amanuense, hasta la casa de aquella señora. Sin demasiados preámbulos nos llevó hasta la habitación del muchacho, que ya se disponía a dormir.

—Hasta mañana, hijo, si Dios quiere. —dijo la mujer, y se persignó.

—Hasta mañana, mamá, ojalá.

Salimos sigilosamente del cuarto.

La mujer sirvió café.

El profesor le agregó vodka.

—¿Se da cuenta, profesor? ¡Es terrible! Francamente estoy horrorizada. He consultado con psicólogos, astrólogos, podólogos, y nadie ha sabido darme una respuesta satisfactoria.

—No hay nada que temer, señora. Su hijo no tiene nada malo.

—¿Cómo puede decir semejante barbaridad? ¿No lo escuchó? ¡Blasfema! ¡Habla de «ojalá» y rechaza a Dios, cómo si despertar fuese cuestión de suerte!

—Al contrario, yo creo que su hijo es un fervoroso creyente.

—Usted es un blasfemo consumado. Dígame qué debo hacer y retírese de mi casa.

—Leer.

La mujer frunció el seño.

—¿Leer?

—Creo que es lo más justo —dijo el profesor, dejando sobre la mesa el libro de filología que el muchacho tenía en su cuarto—. No es justo que a esa edad su hijo sea más inteligente que usted. Lea.

La mujer abrió el libro, justo en la última página que había marcado el muchacho:

OJALÁ: del árabe In sha'a Allah, lit: «si Dios quiere».




Más filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Sencillamente genial. Larga vida al profesor Lugano!!!



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