Del Amor al Odio hay un paso [y a veces ninguno]


Del Amor al Odio hay un paso [y a veces ninguno]




¿A partir de qué momento en la historia podemos hablar de amor? ¿Quién fué la primera mujer que amó? ¿Quién fue ese primer hombre amado? El filósofo griego Empédocles de Agrigento (495-435 a.C.) arriesgó una hipótesis audaz.

Cuando Empédocles perdió las elecciones abandonó para siempre la política y, acaso como autocastigo, se dedicó a la filosofía. Postuló la teoría de las cuatro raíces, que Aristóteles luego llamaría «elementos»: agua, fuego, aire y tierra. Los cuatro elementos que forman el universo, sostiene Empédocles, están sometidos a fuerzas disidentes: el Amor, que tiende a unirlos, y el Odio, que trata de separarlos.

En este sentido, la salud consiste en un equilibrio entre los elementos, pero esto no siempre fue así. De hecho, Empédocles imagina una batalla cósmica entre el Amor y el Odio por el control [o descontrol] del universo.

Esta guerra inmemorial comenzó de forma caótica. Los elementos se agrupaban aleatoriamente, dando como resultado criaturas imposibles.

Antes de que el equilibrio entre el Amor y el Odio se instalara en el universo, las extremidades de los hombres y de las bestias se distribuían azarosamente, a veces formando combinaciones aberrantes. Estas criaturas, formadas por el caos fundamental habrían sido incapaces de propagar su linaje, y desaparecieron en el curso de una generación, quedando resabios en los mitos.

Empédocles imagina una prehistoria poblada por piernas autónomas, ojos idependientes, y criaturas amorfas y repulsivas a la razón. Sólo cuando el Amor y el Odio se unieron, es decir, cuando lo eterno y lo imperecedero resolvieron unirse para formar el Equilibrio, la diversidad de seres comenzó a unirse por atracción.

Empédocles sostiene que el hombre, y acaso todas las criaturas, son espejos del Todo; un microcosmos integrado por las mismas fuerzas y desarreglos que conforman el universo. Por eso el Amor y el Odio son fuerzas que se encuentran dentro del hombre. La preminencia de una explica el temperamento de cada ser humano.

Las teorías de Empédocles plantean una visión inquietante acerca del hombre: un ser en el centro de una guerra primordial; siendo él mismo el campo de batalla entre tensiones opuestas que buscan inclinarlo hacia un lado o el otro.

Siguiendo esta visión, cada acto de nuestras vidas está signado por la influencia de aquello que nos conforma como individuos. El Amor tiende a la unión, a la armonía, mientras que el Odio persigue la separación, disgregando al hombre mediante la ilusión de que no pertenece a la naturaleza, y que por alguna razón su destino trasciende al de sus pares.

La versión oficial indica que Empédocles murió en el Peloponeso. Acólitos tendenciosos afirman que, en realidad, se arrojó a las fauces del Etna. Aquel paso fatal, tal vez, expresa que la distancia entre el Amor y el Odio es solo la manifestación objetiva de una guerra que ya se ha perdido en el corazón.




Egosofía. I Filosofía del profesor Lugano.


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