Invocación a Sócrates y una charla sobre el amor.


Invocación a Sócrates y una charla sobre el amor.




Cierto viernes del mes de junio, cuando los astros y las condiciones atmosféricas se presentaron favorables, el profesor Lugano resolvió invitar a un personaje ilustre con el propósito de informarnos de sus teorías acerca del amor. Para ello se convocó a Fabiola Bergain, la médium más dotada del barrio, cuyos poderes podían invocar por la fuerza incluso a las sombras más antiguas del Hades.

Nos reunimos ya bien entrada la madrugada. Las luces se apagaron. Aquí y allí se encendieron algunas velas, cuyo propósito era más simbólico que práctico. Luego de varios minutos de silencio, Fabiola, en un trance que nos perturbó por su desnudez, negoció una tregua con Caronte para que se le permitiera al maestro Sócrates acompañarnos durante un rato.

Naturalmente, se acordó un orden en las preguntas. El espectro del filósofo tenía mejor semblante del que uno hubiese imaginado, aunque no comió ni bebió nada, a pesar de que lo estimulamos con vinos exquisitos y viandas opíparas, buscando facilitar la elocuencia que mostró en otros banquetes. Según dijo, en el Hades solo se comen semillas, y estas alcanzan para saciar a un hombre durante cien años.

El profesor Lugano se mantuvo al márgen de la charla, atento y al acecho como un felino, pero cediéndole el derecho a la pregunta a los más jóvenes.

—Maestro, ¿cómo podríamos definir la naturaleza del amor?

—El amor solo es amor con respecto a algo. No existe por sí mismo. Para que sea amor tiene que ser amor a algo —dijo el filósofo, acaso esperando mayor profundidad en las preguntas; y luego añadió—. El amor es una ausencia.

—¿Se refiere al deseo, maestro?

—Me refiero a todo. Si deseamos algo bello, significa que no lo poseemos; y si no queremos poseerlo, no es algo bello.

—Pero el amor en sí mismo es belleza. Al menos en su época, maestro, el amor era el más bello y grande de los dioses.

—Pero el amor sólo desea lo que no tiene, el amor ama lo que no tiene. ¿Cómo entonces podría ser bello?

—¿Entonces el amor no es bello, maestro? En tal caso tampoco sería bueno.

—No, el amor no es bello, ni bueno, ni feo, ni malo. El amor no daña. El amor es eso que se agita entre todas esas cosas. ¿Un gran dios? Nadie sensato afirmaría tal cosa. Si el amor fuese un dios sería el más feliz de los dioses, sería completo y perfecto. Sin embargo, el amor no es completo ni perfecto. No es dueño del bien ni de la belleza. El amor solo desea el bien y la belleza.

—¿Pero de dónde ha venido entonces? ¿Quién es el padre del amor?

—Para celebrar el nacimiento de Afrodita, los olímpicos organizaron un banquete. El dios Poros, la Abundancia, hijo de la Inteligencia, estaba presente. Fue él quien se embriagó de néctar y cayó en un sueño pesado. Cuando la fiesta declinaba apareció Penia, la diosa de la Indigencia, que esperaba pacientemente por algunas migajas. Cuando entró y vió a Poros, ebrio y dormido, deseó tener un hijo suyo. Se acostó junto a él, y después de algunas maniobras y acrobacias quedó embarazada del Amor. Es por eso que el Amor vino al mundo el mismo día en el que nació Afrodita, y por eso está enamorado de lo bello. El Amor es el hijo de Penia, la Pobreza, por eso es siempre pobre. No es bello, ni elegante, ni delicado. El Amor es áspero, duro, inflexible. El Amor no tiene casa, no tiene hogar. El Amor duerme en el suelo, en los umbrales, bajo las ventanas.

—Pero, maestro, ¿el Amor no ha heredado nada de su padre?

—De su padre heredó el valor, las ganas de vivir, de cazar. Es un poco filósofo y un poco mago. Pero su salud es frágil. El mismo día puede rebosar de vida y morir inmediatamente después. El Amor puede conquistar todo, puede consumirlo todo. Pero aunque consuma y conquiste al final del día siempre lo perderá todo. El Amor, como la Pobreza, no tiene posesiones.

—¿Por eso dices, maestro, que el Amor es un poco filósofo?

—El Amor es también un filósofo porque la sabiduría es lo más bello que tiembla bajo las nubes, y el Amor solo es Amor cuando desea. ¿Y qué es la filosofía sino el deseo supremo por la sabiduría? Su padre es la Abundancia, aquel a quien nada le falta, y su madre es la Pobreza, aquella a quien le falta todo. El problema, mis jóvenes amigos, es un defecto de percepción. Creían erróneamente que el Amor era bueno, noble, admirable, perfecto; pero el Amor no es nada de todo eso. El Amor es eso pero también es algo más.

»La tregua negociada con Caronte llegó a su fin. Sócrates se despidió con una reverencia, y regresó, mudo y ciego, a los salones de aquella Casa Oscura llamada Hades.

El debate continuó entre nosotros. El profesor Lugano, cabizbajo, continuó reflexionando sobre las palabras del maestro, hasta que nuestra insistencia lo arrancó de su letargo.

—Me resisto a creer que el Amor prescinda de cualidades, profesor. Díganos algo al respecto.

Sócrates lo ha dicho todo, solo que no lo han escuchado.

—¡Pero ha dicho que el Amor no es bueno, que no es noble y admirable!

—No, lo que ha dicho es que vivimos en el error.

—¿Error?

—Creíamos que el Amor era perfecto, que era inalterable, absoluto y noble. Nuestro error, y acaso el de todos los hombres y mujeres, es el de confundir al Amor con el objeto amado.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


El artículo: Invocación a Sócrates y una charla sobre el Amor fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El objeto de amor para quien ama verdaderamente se convierte en el amor. Y no existe amor sin sacrificios.El amor verdadero trasciende a la miseria así como a la destrucción porque el amor es perfecto asi como el objeto de amor para quien lo ama. Yo después de una vida entera veo el amor cara a cara y frente a lo que se siente no hay remedio. Estoy enamorado y moribundo. Me ha gustado descubrir esta página y está muy bueno este artículo.
L.bill.

Anónimo dijo...

Esto no es ninguna invocación jajajaja, has sacado todo de El Banquete, de Platón. Solamente lo has parafraseado y acomodado al orden de las preguntas. Buen intento.



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Análisis de «La pequeña habitación» de Madeline Yale Wynne.
Poema de Emily Dickinson.
Relatos de Edith Nesbit.


Paranormal.
Poema de Charlotte Mew.
Relato de Walter de la Mare.