Psicología del hombre lobo


Psicología del hombre lobo.




Los hombres lobo eran habituales en Grecia, Roma e incluso en Oriente; pero recién en la Edad Media se los vió como criaturas sujetas a una especie de transformación, es decir, a una parte humana en constante pugna con su naturaleza animal. Recién ahí podemos imaginar un esbozo de la psicología del hombre lobo [ver: Freud y el caso del Hombre de los Lobos].

Previamente el poeta Ovidio efectuó un acercamiento a la psicología del hombre lobo al detallarnos la metamorfosis de Licaón, cuyos síntomas se asemejan a la hidrofobia medieval, o, en nuestros tiempos, a la rabia.

Los versos que dan cuenta sobre la transformación de Licaón bien podrían trasladarse a alguien que manifiesta los signos de la rabia:


En vano intentó hablar; desde aquel instante
sus fauces se llenaron de babas,
y su sed sólo podía saciarse con sangre.


En este sentido, la rabia no contradice la mecánica de la leyenda, por la cual alguien se transforma en hombre lobo después de ser mordido por uno de ellos.

A medida que el hombre fue reforzando sus aptitudes sociales, los instintos animales, por así llamarlos, se fueron haciendo más y más irreconocibles. Uno de los primeros síntomas del hombre lobo es un rasgo denominado atavismo, es decir, una regresión a un tipo ancestral de temperamento y comportamiento.

En la Edad Media la idea de que un hombre lobo era en definitiva una persona enferma, una víctima, ni siquiera cabía en la imaginación del más humanista [o protohumanista]. La aproximación al fenómeno de los licántropos era bastante sencilla. Si eras un hombre lobo simplemente debías morir quemado, emparedado, apedreado, ahogado, colgado, estaqueado, desconyuntado, descuartizado, desmembrado, etc. Recién en el siglo XVII se empezó a barajar la posibilidad de que la licantropía sea, después de todo, un desorden mental.

El inglés Richard Burton fue uno de los primeros en abordar la licantropía como desorden mental, aunque de origen gástrico. En su tratado de 1621, La anatomía de la melancolía (The Anatomy of Melancholy), sugiere la posibilidad de una locura lobuna, es decir, de una creencia íntima del enfermo sobre una naturaleza interna asociada al lobo salvaje. Las razones de esta enfermedad [razona Burton] se deben a una deficiencia en los humores, un exceso de bilis que, según la creencia de la época, terminaba alojándose en el cerebro facilitando toda clase de comportamientos anómalos.

No resulta inimaginable lo sencillo que era persuadir a los a los licántropos de confesar sus crímenes. Si existe una personalidad proclive a confesar sus actos, sean reales o imaginarios, ése es el alienado, es decir, aquel que sufre de alucinaciones.

Uno de los licántropos más tristemente célebres de la historia, aunque no en su rol de hombre lobo, fue Adolf Hitler.

En un estudio realizado en 1951 por el antropólogo británico Robert Eisler: El hombre hacia el lobo (Man into Wolf), se afirma que Adolf Hitler manifestaba algunos síntomas propios de la licantropía. Para ello se basa en las declaraciones de numerosos testigos cercanos, que en diversas ocasiones dieron cuenta de la tendencia de Adolf Hitler a arrojarse al suelo en momentos de gran tensión emocional, e incluso mordisquear la alfombra o los muebles durante estos arrebatos. Robert Eisler aborda con suma precaución estos testimonios, pero tomados en conjunto con las conocidas inclinaciones masoquistas y sádicas de Hitler, no resulta incongruente que padeciera de estados maníacos licantrópicos.

El psicoanalista Nandor Fodor elabora la hipótesis de que la licantropía es un mecanismo psíquico natural incluso en personas que no manifiestan las conductas del hombre lobo. Más aún, afirma que muchas personas tramitan sus problemas subconscientes a través de violentos sueños licantrópicos. En este sentido podemos hablar de hombres lobo oníricos, u hombres que se transforman en lobos en el orbe incierto de los sueños.

Uno de los rasgos del hombre lobo, sostiene Nandor Fodor, se manifiesta a través de los sueños, en particular en sueños que contienen metamorfosis, transformaciones, crímenes, sangre, y la presencia de algún hombre lobo ocasional. Según la teoría de Nandor Fodor el hombre lobo es menos una condición psicológica que una herramienta de la psíquis para liberar sus válvulas atávicas, es decir, para aliviar las tensiones propias de nuestra naturaleza animal sin ponernos en riesgo ante la mirada de la sociedad.




Hombres lobo. I El lado oscuro de la psicología.


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