Sócrates sabía algo.


Sócrates sabía algo.




«Sólo sé que no sé nada», en griego, ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα, es quizás la única declaración de la ignorancia que se admite como prueba irrefutable de sabiduría.

La frase pertenece a Sócrates, o mejor dicho, a Platón asignándole ese dudoso mérito que fue reconocido incluso por el oscuro oráculo de Delfos, que frente a la pregunta: «¿quién es el hombre más sabio de Grecia?», respondió lacónicamente: «Sócrates».

Lo cierto es que Sócrates jamás pronunció tal aberración. «Solo saber que no se sabe nada» es una frase tan contradictoria como impropia del filósofo. En todo caso debería haber sido: «Solo sé que no sé casi nada», ya que el saber que no se sabe es al menos saber algo. En realidad, lo que dijo Sócrates fue lo siguiente:


«Este hombre cree que sabe algo, mientras que no sabe nada. Por otra parte, yo, que igualmente no sé nada, tampoco creo saber algo.»


La interpretación reduccionista de esta frase de Sócrates en el célebre: «solo sé que no sé nada» fracasa rotundamente. Sócrates no pone el acento en saber o no saber algo, sino en la imposibilidad de alcanzar cierto grado de certeza aún en lo que uno cree saber.

«Sólo sé que no sé nada» enmascara —bajo la forma de cierta humildad intelectual— el poderoso método de razonamiento que Sócrates empleaba para destrozar a sus adversarios. No saber difícilmente puede ser admitido como un síntoma de sabiduría, lo cual nos lleva a preguntarnos por qué Sócrates lo utilizaba tan a menudo.

En esa aparente humildad del «solo sé que no sé nada» se esconde una estrategia retórica. Evidentemente Sócrates sabía algo más que no saber nada; de hecho, sabía con certeza que sus conocimientos e inteligencia estaban por encima de sus pares, por eso buscaba destrozar los argumentos de sus rivales intelectuales haciendo que ellos mismos los refutaran.

¿Cómo?

Fingiendo ignorancia, es decir, fingiendo que «solo sabía no saber nada».

Este era el estilo de Sócrates, o al menos el estilo que Platón logró capturar. Sócrates no proyectaba su sabiduría con argumentos complejos, sino que la reducía a la ignorancia, como un niño que hace preguntas tan simples, tan básicas, que cualquier respuesta lógica termina contradiciéndose a sí misma.

De ese modo operaba Sócrates. Cuando alguien intentaba probarle algún concepto él se empequeñecía, se volvía niño, y formulaba una sucesión de preguntas aparentemente inocentes que terminaban forzando a su adversario a contradecirse a sí mismo.

Lo que Sócrates sabía, además de no saber nada, era que la verdadera sabiduría, es decir, la reflexión sobre las grandes abstracciones, consiste en liberarse de los prejuicios y los supuestos conocimientos que uno hereda de los demás.

Por eso el «solo sé que no sé nada» es una frase contraria a las intenciones de Sócrates, que indudablemente algo sabía sobre el saber.




Egosofía. I Filosofía del profesor Lugano.


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