Habondia: reina de las Hadas y amiga de Juana de Arco.
Numerosas fuentes identifican a Habondia como reina de las hadas, así cómo de las dríades helénicas que habitaban en el corazón de los árboles, e incluso de las Parcas, hilanderas infatigables del destino.
Se rumorea que Habondia suele enamorarse perdidamente de los hombres mortales, y que nunca emite órdenes sino que solicita reclamos, casi siempre en tono candoroso. No obstante, si sus súplicas no son atendidas debidamente, su respuesta puede ser feroz.
De hecho, abundan las leyendas de varones indiferentes o apresurados en el amor que fueron convertidos en piedra por desatender sus ruegos y urgencias.
Directamente relacionada con las criaturas mágicas adoradas por los druidas, Habondia manifiesta vivamente esa doble faz que las mitologías asimilan al principio femenino de la naturaleza, que oscila entre la cálida maternidad y el exterminio sensual.
En este sentido, no es caprichoso que los griegos hayan identificado a las hadas con las Ninfas, amables protectoras de todas las cosas que crecen y se multiplican; en suma, de la vida misma; pero también con las Moiras, cuya presencia sigilosa y fugitiva nos recuerda constantemente el cumplimiento inexorable del destino.
Las novelas de caballería multiplicaron los nombres regionales pero sobre todo el prestigio de Habondia, y su personalidad seductora se abrió paso hacia la la historia.
Algunas crónicas de la época sostienen que Habondia se le apareció nada menos que a Juana de Arco en su bosque natal de Domrémy, acaso para confirmarle la certeza de sus profecías y revelaciones.
A partir de las Baladas de las damas de antaño (Ballade des dames du temps jadis), de Francoise Villon, la poesía convirtió a Habondia en amiga y confidente de la doncella de Orléans.
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