«El libro de las personas maravillosas»: gente inusual pero extraordinaria


«El libro de las personas maravillosas»: gente inusual pero extraordinaria.




El 1788 el editor inglés James Caulfield (1764-1826) concibió la idea de retratar y contar las historias de las personas más bizarras, inusuales y extraordinarias del mundo, para reunirlas en un solo volumen de tirada anual: El libro de las personas maravillosas (The Book of Wonderful Characters).

La idea de James Caufield pronto se convirtió en una tradición que continuaría durante más de cien años de forma ininterrumpida.

Lo extraño, lo desconcertante, lo curioso, incluso lo absurdo, todo eso está presente en El libro de las personas maravillosas, pero no con el objetivo de reírse de las características inusuales de ciertos individuos; por el contrario: el libro es una celebración de las diferencias y una denuncia a quienes se empeñan en discriminar esos rasgos distintivos.

Si bien esto puede parecer un lugar común, no lo era a finales del siglo XVIII. James Caulfield simplemente captó el interés de la gente por descubrir las historias de personas distintas, y para eso entrevistó a cientos de individuos con características asombrosas, además de presentar casos históricos realmente notables.

Podemos pensar que el éxito de El libro de las personas maravillosas representa la reacción de la sociedad ante el descubrimiento de la individualidad impulsado por el romanticismo; es decir, la posibilidad de poder explorar nuestras propias diferencias sin ser excluidos o discriminados.

El libro de las personas maravillosas sostiene que todos los seres humanos nacemos esencialmente distintos; algunos, sin embargo, hacen de esa diferencias un motivo de admiración para los demás, traspasando las fronteras de la vida convencional. Son ellos, los distintos, los extraños, los incomprendidos, quienes ensanchan la frontera entre lo que la sociedad espera de nosotros —obediencia, uniformidad— y la individualidad.

Con el objeto de celebrar esas diferencias, pero también recordando que lo único que debería igualarnos son nuestros derechos, repasemos algunos de los individuos más extraordinarios de El libro de las personas maravillosas.



10- Eva Fleigen: la mujer que se aspiraba flores.



Eve Fleigen nació en Alemania; y su caso recorrió en panfletario europeo causando tanto asombro como desconfianza.

Debido a una promesa, Eve Fleigen se abstuvo de ingerir sólidos. Posteriormente rechazó los líquidos, hasta que finalmente dejó de alimentarse por completo, al menos con comida tradicional. Durante catorce años, desde los veintidós hasta los treinta y seis, Eve siguió una estricta dieta de flores.

El libro de las personas maravillosas no aclara cuáles eran sus preferencias. Lo que sí sabemos es que sólo comía flores durante la cena. Durante el día engañaba al apetito aspirándolas.




9- Joseph Clark: el amo de la postura.



Joseph Clark poseía la habilidad de dislocar prácticamente cualquier parte del cuerpo, asumiendo posturas visiblemente extrañas.

Si bien esta capacidad no le traía aparejado ningún tipo de dolor físico, por sugerencia de sus familiares visitó a uno de los cirujanos más famosos de Londres, un tal doctor Molins. El médico quedó muy impresionado por la flexibilidad casi sobrenatural del paciente, pero se rehusó a tratarlo.

Consideró que tales habilidades eran un rasgo especial, un don, si se quiere, que nadie debería corregir simplemente para ser igual a los demás.




8- Barbara Urslerin: la mujer barbuda.



Barbara Urslerin nació en 1629, en la aldea de Kempten, Alemania. El libro de las personas maravillosas denuncia que fue exhibida como un animal en distintas ferias locales, donde se la presentaba como la mujer barbuda o la mujer lobo.

Posteriormente, en 1639, Barbara Urslerin fue contratada —por no decir comprada— por el anatomista Thomas Bartholin, quien cambió las exhibiciones circenses por su exposición académica en la universidad de medicina de Copenhagen.

El libro de las personas maravillosas aclara que el vello hirsuto que cubría todo el cuerpo de Barbara era apenas uno de los rasgos que la hacían extraordinaria. Cuando la muchacha logró liberarse de sus compromisos con Bartholin, demostró una habilidad impresionante para tocar el clavicordio.




7- Francis Trovillou: el hombre cornudo.



En su libro: Observaciones quirúricas (Chiurgical Observations), Fabritius nos deja una descripción suscinta de Francis Trovillous: el hombre cornudo: de mediana estatura, ancho, calvo, de modales rústicos, el sujeto catalogado bajo el nombre de Francis Trovillous posee un cuerno en la parte superior de la frente.

Francis Trovillou nació en la aldea de Mezieres. A los siete años su cuerno comenzó a ser visible; cuando cumplió los diez ya tenía el largo de un dedo, y al rozar los veinte debió empezar a limarlo periódicamente para evitar que se lo compare con una cabra.

Al parecer, Francis Trovillous estaba orgulloso de su cuerpo, aunque prefería el apodo de unicornio humano por encima del de hombre cornudo. En 1598 fue contratado por un espectáculo de París, y durante dos meses fue la sensación de la ciudad. Luego de ser sustituido por atracciones más novedosas, se trasladó a Orléans, donde murió en poco tiempo.




6- George Romondo: el imitador excéntrico.



Si bien George Romondo ya atraía la atención del público por su figura diminuta y su atuendo singular, su verdadero don consistía en imitar prácticamente cualquier sonido.

Poseía un oído agudísimo que le permitía diferenciar las variaciones acústicas de un modo tan preciso que no existía sonido en el mundo que no pudiese imitar a la perfección. Resultan memorables sus conciertos impostados de trompeta y violín, que le ganaron un merecido lugar en las cortes más decadentes de la época.

A su amplio repertorio musical le añadió la reproducción de sonidos por los orificios nasales, esta vez ausentes de propiedades comerciales, como la imitación del gruñido de los cerdos, flatulencias y la risa falaz de las cortesanas.




5- Old Boots: el lustrabotas de Yorkshire.



Old Boots nació en el año 1692 en el condado de Yorkshire, Inglaterra, donde ejercía el oficio de lustrabotas para una prestigiosa posada.

De acuerdo con sus clientes, poseía un temperamento encantador y una habilidad extraordinaria para lustrar botas. Sin embargo, la mayoría de su clientela le era fiel debido a las cualidades de su rostro. Old Boots fue bendecido con una nariz extraordinariamente larga, así también como con labio inferior capaz de cubrir por completo la superficie nasal, causando asombro y espanto en proporciones no siempre equilibradas.

Sus modales correctos, su conversación cálida sobre asuntos climáticos, pero sobre todo la amabilidad con la que accedía a mostrar públicamente sus habilidades, le ganaron el favor de muchas personas influyentes.




4- Foster Powell: el sorprendente caminante.



En el año 1764, Foster Powell logró quebrar todos los récords pedestres al caminar cincuenta millas por la ruta de Bath en apenas siete horas. El recorrido fue presenciado por un grupo de entusiastas a caballo que registraron la hazaña.

Su tranco largo le ganó numerosos éxitos en competiciones pedestres; logrando cubrir la distancia de diez millas en menos de una hora. Vale la pena aclarar que estas atropelladas caminatas eran efectuadas vistiendo el atuendo de rigor para los caballeros de la época: sobretodo y zapatos de cuero.

Nadie sabe exactamente la fecha de su muerte. Algunos comentadores maliciosos sostienen que Foster Powell sencillamente dejó de caminar en 1770, fecha en la que se habría afincado en una modesta propiedad londinense.




3- Toby: el mendigo impostor.



Su figura fue tan popular en las calles de Londres que incluso pasó a formar parte del British Museum como ejemplo de las estratagemas, a veces deshonrosas, que los individuos singulares deben articular para poder sobrevivir.

Durante el día, Toby era un mendigo de las calles de Londres. Su andar quejumbroso, su vestuario andrajoso, su peculiar manera de chasquear los labios, peros sobre todo la ausencia de dedos en los pies, le permitieron vivir holgadamente de la mendicidad. Por las noches, sin embargo, recorría las mismas calles pero con una jovialidad impresionante.

Pero la habilidad más asombrosa de Toby no era la imitación de dolencias con fines pecuniarios, sino la capacidad de persuadir a quienes descubrían sus estratagemas. Su verborragia era tan exhuberante que incluso aquellos testigos que certificaron ocularmente que Toby sí poseía todos los dedos de los pies se rehusaron a quitarle la limosna.




2- El conde Boruwlaski: el celebrado duende polaco.



El conde Boruwlaski evidencia que los supuestos defectos físicos de las personas no necesariamente les impiden destacarse positivamente. Al parecer, el duende polaco poseía una elegancia innata, y era capaz de desempeñarse en la pista de baile como un verdadero pavo real.

Las mujeres sencillamente caían rendidas a sus pies. Solía ser contratado por los bailes de la corte y distintas reuniones gestionadas por la alta sociedad, donde ejercía el oficio de acompañante para las muchachas que asistían sin pareja, o bien cuyas parejas mostraban evidentes signos de agotamiento.

Debido a sus habilidades para explorar los pliegues adiposos más insondables de las aristócratas de Varsovia, Boruwlaski pronto se convirtió en uno de los amantes más solicitados de la corte polaca.




1- Floram Marchand: el fermentador humano.



En el verano de 1650, un francés llamado Floram Marchand fue presentado en Londres como el fermentador humano: un sujeto con la capacidad de beber una jarra de jugo de uvas y, horas después, vomitar los más refinados vinos.

Esta no era la única habilidad del buen Floram. Al parecer, su boca podía asumir formas insólitas, logrando regurgitar al mismo tiempo diferentes chorros de vino fermentados en su aparato digestivo.

Amo y señor de los buches, príncipe de gárgaras y reflujos gástricos, Floram fue inigualable. Indicios de su talento se observan en los distintos récords que logró establecer al acertar escupitajos a una distancia de más de cinco yardas.








Libros prohibidos. I Libros extraños y lecturas extraordinarias.


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