«El vampiro»: Robert Bulwer-Lytton; poema y análisis.


«El vampiro»: Robert Bulwer-Lytton; poema y análisis.




El vampiro (The Vampyre) es un poema de vampiros escrito por el noble y poeta inglés Robert Bulwer-Lytton (1831-1891), publicado en 1882 y firmado bajo el seudónimo «Owen Meredith».

Existen varias versiones de El vampiro, entre ellas: La vampiresa (The Vampiress) y El vagabundo (The Wanderer), aunque todas son bastante similares en lo que refiere a su estructura y desarrollo, estrechamente ligados a la poesía gótica.

El vampiro, paradójicamente, nos habla de una vampiresa. Por un lado es sencillo empatizar con el costado incómodo de su condición sobrenatural, claramente trágica; por el otro, Robret Bulwer-Lytton realiza un esfuerzo titánico por hacernos notar que esa empatía, hija de la compasión, se produce por una abominable depredadora nocturna.




El vampiro.
The Vampyre, Robert Bulwer-Lytton (1831-1891)

Encontré un cadáver de cabello reluciente,
Una mujer cuyo rostro sobrenatural,
Demasiado hermoso para un lecho sepulcral,
La pálida muerte no se atrevió a tocar.

Solté cada pliege de sus rizos brillantes,
Desde la frente a los pies en una cascada de oro rojo,
Y besé sus labios antes de que sus labios fueran rojos,
Rocé con mi aliento sus párpados blancos
Y apreté su tierno pecho contra el mío,
Hasta que sus ojos azules se abrieron
Y su pecho se entibió contra el mío.
¡Contemplad a esta mujer! ¡Se levanta!
El brazo voluntarioso se alza,
Los pies se afirman sobre la tierra tortuosa,
Y da un paso hacia adelante, temblorosa.

Y ahora está a mi lado, perpetuamente mía,
Esta mujer es la noche y el día;
Me perfora el alma en todos los ríos,
Me acompaña en todos los caminos.

En la muerte de la noche son brillantes sus ojos,
Me obligan a una vigilia llena de penas,
Mientras mi sangre empalidece en las venas
Para que sus labios sigan siendo rojos.

Y mi corazón vive en su eterno morir,
Mi carne entera se estremece
Al pensar que ella mi sangre bebe
Inadvertidamente, si me arriesgo a dormir.

Habría sido mejor para mi espíritu pordiosero
Que antes de posar mis ojos sobre su cadáver,
Haya quemado mi cuerpo en el fuego insaciable,
Y yacer con la deshonra del necio hechicero.

Pues cuando el diablo construye su guarida
En los ojos vivos de una muerta querida,
(Para atar la voluntad del hombre con cabellos de oro)
No hay penitencia ni rezos que puedan salvar su alma
De la maldición de esa mirada constante,
De esos ojos que miran fijamente,
De aquellas dagas desconcertantes,
De las luciérnagas cavernosas de aquel fulgor.
Una tumba profunda donde yace muerta la esperanza
Es mucho más de lo que un alma puede soportar.

La peor de todas las miserias
Es el deseo que se dilata eternamente,
La carne y la sangre son momentáneas,
Pues la muerte sólo agoniza, más nunca muere.


I FOUND a corpse, with golden hair,
Of a maiden seven months dead.
But the face, with the death in it, still was fair,
And the lips with their love were red.
Rose leaves on a snow-drift shed,
Blood-drops by Adonis bled,
Doubtless were not so red.

I combed her hair into curls of gold,
And I kissed her lips till her lips were warm,
And I bathed her body in moonlight cold,
Till she grew to a living form:
Till she stood up bold to a magic of old,
And walked to a muttered charm --
Life-like, without alarm.

And she walks by me, and she talks by me,
Evermore, night and day;
For she loves me so, that, wherever I go,
She follows me all the way --
This corpse -- you would almost say
There pined a soul in the clay.

Her eyes are so bright at the dead of night
That they keep me awake with dread;
And my life-blood fails in my veins, and pales
At the sight of her lips so red:
For her face is as white as the pillow by night
Where she kisses me on my bed:
All her gold hair outspread --
Neither alive nor dead.

I would that this woman's head
Were less golden about the hair:
I would her lips were less red,
And her face less deadly fair.
For this is the worst to bear --
How came that redness there?

'T is my heart, be sure, she eats for her food;
And it makes one's whole flesh creep
To think that she drinks and drains my blood
Unawares, when I am asleep.
How else could those red lips keep
Their redness so damson-deep?

There's a thought like a serpent, slips
Ever into my heart and head, --
There are plenty of women, alive and human,
One might woo, if one wished, and wed --
Women with hearts, and brains, -- ay, and lips
Not so very terribly red.

But to house with a corpse -- and she so fair,
With that dim, unearthly, golden hair,
And those sad, serene, blue eyes,
With their looks from who knows where,
Which Death has made so wise,
With the grave's own secret there --
It is more than a man can bear!

It were better for me, ere I came nigh her,
This corpse -- ere I looked upon her,
Had they burned my body in flame and fire
With a sorcerer's dishonor.
For when the Devil hath made his lair,
And lurks in the eyes of a fair young woman
(To grieve a man's soul with her golden hair,
And break his heart, if his heart be human),
Would not a saint despair
To be saved by fast or prayer
From perdition made so fair?


Robert Bulwer-Lytton (1831-1891)




Poemas de vampiros. I Poemas de amor de vampiros.


El análisis, resumen y traducción al español del poema de Robert Bulwer-Lytton: El vampiro (The Vampyre) fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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