«No hay peor, no existe»: Gerard Manley Hopkins; poema y análisis.
«La mente tiene montañas; abismos espantosos,
escarpados, insondables para el hombre»
escarpados, insondables para el hombre»
No hay peor, no existe (No Worst, There is None) es un poema del escritor británico Gerard Manley Hopkins (1844-1889), escrito en 1885. Pertenece al ciclo Sonetos terribles (Terrible Sonnets); título que no es un comentario sobre la calidad de los poemas sino una referencia a su tema central: la experiencia de un hombre que atraviesa una depresión severa y teme que caer en la locura o la muerte.
No hay peor, uno de los grandes poemas de Gerard Manley Hopkins, es una meditación sobre la capacidad de la mente humana para la depresión. Podría decirse que es un poema que trata sobre el dolor y lo difícil que es soportarlo, pero también contiene pinceladas de empatía por aquellos que están inmersos en la densa niebla de la depresión. Desde luego, no es un estudio clínico, simplemente extiende una mano hacia los que no tienen fuerzas.
El título resume la atmósfera general del poema. Gerard Manley Hopkins estaba atormentado por una sensación de impotencia hacia el final de su vida, y sufrió varios episodios prolongados de depresión, lo cual lo llevó a sentirse incompetente en su oficio de sacerdote católico. No hay peor aborda estas dudas espirituales; sin embargo, el cuestionamiento es más amplio.
No es que las cosas se aclaren a medida que avanzamos en el poema, pero creo que la palabra «peor» en la apertura nos da una pista. Estamos en territorio desconocido, «más allá del abismo del dolor»; es decir, en un nivel que trasciende el peor sufrimiento que podamos concebir. Al estar más allá de los límites, queda implícito que este dolor está considerablemente más allá del punto de duelo. Sin embargo, estamos preparados, porque este plano indescriptible se alimenta de todas nuestras angustias previas, toda la desesperación que hemos experimentado en el camino hacia este lugar. De este modo, a medida que descendemos nos encontramos con aflicciones ingobernables. Estamos en el borde de nuestra capacidad de sufrir, donde las cosas no pueden empeorar. En resumen: nos encontramos en el reino del dolor absoluto.
Aquí, el Orador exclama:
Consuelo, ¿dónde? ¿dónde está tu consuelo?
María, madre nuestra, ¿dónde está tu alivio?
María, madre nuestra, ¿dónde está tu alivio?
Puede decirse que la apertura de No hay peor es un clamor a Cristo, que es desatendido. Más adelante, el Orador reprocha a María, que para los católicos es la intercesora que transmite las preocupaciones humanas a la Divinidad; le pregunta dónde está el alivio de su dolor. Las dificultades se reanudan en los siguientes versos:
Mis gritos se elevan, como en largos rebaños se apiñan
en una suprema aflicción, dolor del mundo,
Sobre un yunque milenario se estremecen y cantan,
luego se aquietan, se van. La furia grita: «¡No más demora!
Déjame caer, por fuerza he de ser breve!»
en una suprema aflicción, dolor del mundo,
Sobre un yunque milenario se estremecen y cantan,
luego se aquietan, se van. La furia grita: «¡No más demora!
Déjame caer, por fuerza he de ser breve!»
La imagen de los gritos desesperados del Orador como «largos rebaños» amontonados que necesitan un pastor, es impresionante. Cristo [en esta visión desaforada], parece ausente. En este contexto, los gritos se suceden, se agrupan en masa. El «dolor del mundo» es análogo al weltschmerz del romanticismo: la pena de existir en un mundo donde todo es transitorio menos el sufrimiento.
Y así pasamos a la metáfora del yunque: el dolor que se acumula, se machaca. Somos martillados repetidamente como acero sobre un yunque, que es, de nuevo, la condición humana. Incluso una vida privada de grandes penas debe soportar el nacimiento, la enfermedad, la muerte, y la angustia acumulada por ese sentido de impermanencia [ver: Horror Cósmico: la vida no tiene sentido, la muerte tampoco]
La imagen del yunque también sirve como representación del proceso purificador de la vida terrenal: el mazo golpea el acero para liberarlo de impurezas y lograr una hoja fuerte. Es una mirada bastante católica. El Gerard Manley Hopkins sacerdote probablemente pensaba que el dolor nos pone a prueba; pero aquí no hay purificación, sólo un martilleo incesante que parece dar lugar a un canto, y luego al silencio.
Los dos últimos versos de este octeto son extraños. La furia [del sufrimiento del Orador] regresa al comienzo del poema: estamos experimentando lo peor que un ser humano puede enfrentar: el sufrimiento en su máxima expresión. Sin embargo, la «furia» no es eterna. De hecho, el sufrimiento [¿de la vida?] debe ser severo porque no dura para siempre.
Oh la mente, la mente tiene montañas; abismos de precipicio,
espantosos, escarpados, insondables para el hombre.
Que los subestime quien nunca los haya visto, Ni la breve duración
de nuestra vida alcanzaría para escalar o descender esa pendiente o profundidad.
espantosos, escarpados, insondables para el hombre.
Que los subestime quien nunca los haya visto, Ni la breve duración
de nuestra vida alcanzaría para escalar o descender esa pendiente o profundidad.
Gerard Manley Hopkins pasa de lo personal, lo íntimo, a lo universal. No hay peor abre con las dimensiones interiores del dolor; la segunda proclama que las cosas son así: sufrimos internamente. Tenemos «montañas» y «abismos» personales y podemos caer profundamente en ellos. No es posible sondearlos voluntariamente. Es el dolor lo que nos lleva a «escalar o descender esa pendiente o profundidad». Es nuestro límite, y por lo tanto no tenemos palabras para describirlo. ¿Qué puede decir o explicar alguien que está inmerso en un pozo depresivo? Solo hay silencio.
Ahora bien, si nunca hemos caído en el «abismo», sugiere Gerard Manley Hopkins, probablemente subestimaremos su profundidad.
La conclusión del poema es devastadora: la muerte y el sueño son una especie de salvación:
¡Aqui! Deslízate, miserable, que abajo el torbellino te sirva de consuelo:
Toda vida termina con la muerte y cada día muere con el sueño.
Toda vida termina con la muerte y cada día muere con el sueño.
Nuestro único consuelo es que todo terminará. Con la muerte, el sufrimiento, este punto de angustia mental insuperable, concluirá; así como las pequeñas tribulaciones diarias encuentran su descanso en el sueño [ver: Si la vida es sueño, ¿la muerte es el despertar?]. El poeta inglés John Donne coqueteó con esta misma idea: Dios [en cualquiera de sus variantes] forjó el tiempo para que el sufrimiento tuviera un fin, para que nada durara eternamente [ver: Muerte no te enorgullezcas]
Al final, Gerard Manley Hopkins deposita la única esperanza en el seno de la humanidad. En el pozo insondable [«el torbellino»] trae algo de «consuelo». En otras palabras: no estamos solos. Somos parte de una multitud que comparte diferentes grados de dolor, quizás inherente a la condición humana. En esta dimensión donde no hay nada «peor», nunca estaremos solos.
Esto último parece un pensamiento edulcorado, una nota optimista que podríamos encontrar en un libro de autoayuda, pero no lo es. A veces buscamos respuestas fáciles, satisfactorias, proclamaciones tales como que el sufrimiento conduce a la sabiduría. El poema de Gerard Manley Hopkins no afirma que el dolor no tiene un significado, tampoco un propósito, pero susurra, al menos, que tiene un final definitivo. Algún día, terminará [ver: Y la Muerte no tendrá dominio]
No hay peor, no existe.
No Worst, There is None, Gerard Manley Hopkins (1884-1889)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
No hay peor, no existe. Más allá del abismo del dolor,
más agonías, educadas en las primeras angustias, me ahogarán.
Consuelo, ¿dónde? ¿dónde está tu consuelo?
María, madre nuestra, ¿dónde está tu alivio?
Mis lamentos se elevan, como en largos rebaños se apiñan
en una suprema aflicción, dolor del mundo,
Sobre un yunque milenario se estremecen y cantan,
luego se aquietan, se van. La furia grita: «¡No más demora!
Déjame caer, por fuerza he de ser breve!»
Oh la mente, la mente tiene montañas; abismos de precipicio,
espantosos, escarpados, insondables para el hombre.
Que los subestime quien nunca los haya visto, Ni la breve duración
de nuestra vida alcanzaría para escalar o descender esa pendiente o profundidad.
¡Aqui! Deslízate, miserable, que abajo el torbellino te sirva de consuelo:
Toda vida termina con la muerte y cada día muere con el sueño.
No worst, there is none. Pitched past pitch of grief,
More pangs will, schooled at forepangs, wilder wring.
Comforter, where, where is your comforting?
Mary, mother of us, where is your relief?
My cries heave, herds-long; huddle in a main, a chief
Woe, wórld-sorrow; on an áge-old anvil wince and sing —
Then lull, then leave off. Fury had shrieked 'No ling-
ering! Let me be fell: force I must be brief."'
O the mind, mind has mountains; cliffs of fall
Frightful, sheer, no-man-fathomed. Hold them cheap
May who ne'er hung there. Nor does long our small
Durance deal with that steep or deep. Here! creep,
Wretch, under a comfort serves in a whirlwind: all
Life death does end and each day dies with sleep.
Gerard Manley Hopkins (1884-1889)
More pangs will, schooled at forepangs, wilder wring.
Comforter, where, where is your comforting?
Mary, mother of us, where is your relief?
My cries heave, herds-long; huddle in a main, a chief
Woe, wórld-sorrow; on an áge-old anvil wince and sing —
Then lull, then leave off. Fury had shrieked 'No ling-
ering! Let me be fell: force I must be brief."'
O the mind, mind has mountains; cliffs of fall
Frightful, sheer, no-man-fathomed. Hold them cheap
May who ne'er hung there. Nor does long our small
Durance deal with that steep or deep. Here! creep,
Wretch, under a comfort serves in a whirlwind: all
Life death does end and each day dies with sleep.
Gerard Manley Hopkins (1884-1889)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Poemas góticos. I Poemas de depresión.
Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Gerard Manley Hopkins: No hay peor, no existe (No Worst, There is None), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario