La incalculable cifra del progreso.


La incalculable cifra del progreso.




De regreso de una dificultosa tertulia en la que no escasearon los excesos, caminábamos distraídamente por una de las avenidas más concurridas de Buenos Aires. Nos detuvimos, muy a nuestro pesar, en una intersección obstruida por un grupo de personas visiblemente alteradas.

Se nos informó que un albañil había caído desde un moderno y colosal edificio en construcción, cuyo cartel de obra prometía viviendas exclusivas a bajo costo, con piscina, sauna, salón de eventos, e incluso un gimnasio privado para el moderno hombre de negocios que prefiere recluirse entre semejantes, es decir, con otros sujetos de idéntico poder adquisitivo.

Frente al cuerpo destrozado sobre la acera uno de los acólitos dijo:

—Otro sacrificio en aras de la desigualdad. El progreso ya se ha cobrado varios millones de muertos alrededor del mundo.

Seguimos nuestro camino, como muchos otros curiosos que acechaban en la escena.

La mayoría se sumergió inmediatamente en sus teléfonos celulares, levantando la vista de vez en lapsos regulares, como autómatas, para no tropezar. El profesor Lugano añadió:

—El progreso no se alimenta exclusivamente de muertos —sostuvo—. Podemos calcular que su reinado ha dejado millones de enterrados, pero nadie conoce la cifra exacta de muertos ambulantes, en perfecta agonía, ya sin la posibilidad biológica de elaborar un pensamiento crítico.

Nadie agregó nada. Sin escrúpulos, resolvimos compartir la observación por Twitter.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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