Cuando las mujeres buscan «un hombre que las sorprenda».

—En realidad, busco un hombre que me sorprenda, profesor Lugano. Como mujer puedo decirle que no hay nada más atractivo para nosotras que un hombre capaz de sorprendernos.

El profesor empezó a desabrocharse la camisa.

—¿Qué hace, profesor? ¿Está loco?

Perplejo, el profesor detuvo la maniobra.

—Debo haber entendido mal. Le ruego que me disculpe. Creí que buscaba a un hombre que la sorprendiera.

—Por supuesto que sí, pero no me refería a esto. Quiero decir, a las mujeres nos gustan los hombres que nos sorprenden todos los días con pequeños detalles.

—Eso es imposible.

—¿Usted también cree que ya no hay hombres así?

—De hecho, nunca los hubo. La sorpresa no es una constante. Buscar a alguien que las sorprenda constantemente es tan ilógico como esperar que un batracio se transforme en príncipe.

—Lo suyo es desalentador, profesor.

—Posiblemente, pero permítame hacerle una recomendación. Sáquese de la cabeza esas ideas sobre hombres sorpresivos. A lo sumo le servirá para garantizar el interés durante unas cuantas salidas. Más allá de eso la espera el fracaso.

—¿Por qué?

—Porque cuando se vuelve un hábito la sorpresa no sorprende.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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