Cuando un solo amor es demasiado.


Cuando un solo amor es demasiado.




Por uno de los ventanales del bar, un poco deformado por la mugre y el hollín de incalculables frituras, vimos pasar al tano Speranza. En su rostro, apretado sobre el bigote, se adivinaba un gesto de honda preocupación.

—Ahi va un hombre extraño —dijo alguien—. Nada debería preocuparlo, sin embargo, todo lo preocupa.

—Speranza lo tiene todo —denunció otro en tono confidencial—. Su empresa funciona mejor que nunca, sus hijos jamás le han dado un disgusto, se casó con la mujer de su vida, su novia de la adolescencia, Dorita, que dicho sea de paso se mantiene fresca y bella, como si durmiera en escabeche. ¿Cuál podría ser la causa de sus preocupaciones?

—El amor. —dijo el profesor Lugano.

—Pero, profesor —objetó el otro—, nadie puede negar que Speranza está profundamente enamorado de su mujer. Siempre lo ha estado.

—Coincido —suscribió el profesor—. Speranza siempre estuvo enamorado de la misma mujer. Ahí está el problema.

—¿Acaso no cree que un hombre puede enamorarse una sola vez en la vida?

—Lo que creo es que todos, hombres y mujeres, deben experimentar al menos dos amores en sus vidas. Uno solo es demasiado.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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