¿En el amor y en la guerra todo vale?

—¿Está de acuerdo con esta frase, profesor Lugano?

—¿Cuál de todas? Según tengo entendido, existen muchas.

—Cito: «en el amor y en la guerra todo vale».

—La rechazo enérgicamente. Solo un pensamiento intrascendente puede resumirse en una frase.

—Entonces rechaza los aforismos.

—Tajantemente.

—¿En qué se basa?

—Alergia.

—¿Alergia?

—Sí, alergia, picazón, urticaria por sujetos que no saben escribir forzando sincronías para gente que no sabe pensar.

—Dejemos de lado su crítica a las frases y aforismos. ¿No opina que todo vale en el terreno del amor?

—Por supuesto.

—¿Entonces por qué rechaza la idea de que en el amor y en la guerra todo vale?

—Porque en la guerra no vale todo, mientras que en el amor sí.

—¿Está seguro de eso, profesor?

—Por supuesto. El amor prescinde de intermediarios, de emisarios y heraldos. No hay campo de batalla ni bandos ni códigos ni victoria posible, aún cuando ésta sea dudosa, sino más bien un dulce abandono, un azar que puede ser favorable o no. En el amor hay dos personas, con suerte, y a veces solo una; mientras que en la guerra...

—... también hay dos bandos.

—Nunca hay dos bandos.

—Admito que pueden existir alianzas estratégicas, profesor, pero en definitiva toda guerra incluye dos bandos en oposición.

—Se equivoca: existen cuatro.

—¿Cuatro bandos?

—Precisamente. En el amor hay solo dos personas que se conocen y, si el contexto es venturoso, deciden unirse incondicionalmente, mientras que la guerra es una matanza entre gente que se odia sin conocerse bajo las órdenes de personas que sí se conocen pero que son incapaces de matarse debidamente.

—¿No acaba de formular un aforismo, profesor?

—Es posible. Las alergias tienen síntomas imprevisibles.




La filosofía del profesor Lugano. I Egosofía.


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