Libros de Hoodoo


Libros de Hoodoo.




El Hoodoo, que poco tiene que ver con el Voodoo (Vudú), es una práctica mágica y espiritual afroamericana, desarrollada por esclavos secuestrados de África Occidental, combinando sus creencias autóctonas con algunos rudimentos del judaísmo y el cristianismo.

Todo parece indicar que la cuna del Hoodoo es el delta del río Mississippi, zona de mayor concentración de esclavos, y que desde allí se desplazó hacia Cuba, Haití y Jamaica. Recién a comienzos de 1930 comenzó a estudiárselo seriamente. Hasta entonces, era confundido con el Voodoo.

Podemos pensar que el Hoodoo es, en principio, un intento por alterar la realidad concreta en beneficio de sus practicantes, algo que no se diferencia realmente de ninguna otra práctica esotérica u ocultista. El único detalle que lo despega de otras tradiciones mágicas consiste en lo siguiente: el Hoodoo lo exige todo de sus acólitos. Sus ritos no pueden realizarse sin una entrega absoluta.

El cristianismo tuvo una influencia considerable, y en cierta forma determinante, sobre el pensamiento Hoodoo. La idea de que Dios, el Dios bíblico, es un ser que recompensa y castiga a sus hijos, fue recogida por los esclavos africanos y adaptada a su propio sistema ético, a menudo calificado de «bárbaro», pero que jamás concibió la esclavitud como sustento para la maquinaria productiva de sus aldeas natales.

Siempre se dijo que los esclavos africanos también admitían la esclavitud en sus tierras, y en algunos casos esto fue rigurosamente cierto, pero la comparación termina allí. Un golpe de puño es algo violento, así como un bombardeo, sin que existan otros puntos de comparación en el volumen de violencia que desencadenan. Dicho esto, el Hoodoo no veía con malos ojos el concepto de maldición. ¿Por qué habría de hacerlo? Si el Dios de los blancos castiga y recompensa justamente, la única maldición efectiva es la que se realiza con la aprobación divina.

El relato del éxodo de Egipto causó un poderoso impacto en las raíces del Hoodoo. Moisés opera no solo como un lider militar y espiritual, sino como un mago que «canaliza la justicia divina» para castigar a las tropas del faraón y beneficiar a los esclavos que buscan una tierra de libertad. Para el Hoodoo, Moisés es solo un conductor, un catalizador de esa justicia que procede inevitablemente de Dios.

El mago Hoodoo, en menor escala, opera siguiendo este principio. Una maldición, un conjuro, un encantamiento, no tienen un valor propio ni existen realmente fuera de los designios divinos. Teniendo en cuenta esto, no resulta extraño que el libro de conjuros y hechizos de cabecera del Hoodoo sea, justamente, la Biblia, en especial el Antiguo Testamento. El vínculo es tan fuerte que la iniciación al Hoodoo se realiza leyendo el libro de Salmos.

El objetivo principal del Hoodoo es acceder a las fuerzas primarias de la naturaleza, para nosotros, claramente sobrenaturales, y volcarlas en beneficio de quien realiza sus trabajos, ritos y ceremonias. Casi siempre, esta búsqueda tiene propósitos inmediatos: fortuna, amor, venganza, salud, poder; lo típico en estos casos. Para lograr esta comunicación con el deseo divino, el Hoodoo busca intermediarios que sirvan de puente entre las necesidades del practicante y Dios. En este caso, el Hoodoo convoca a los espíritus de sus ancestros para que intercedan por sus acólitos.

Realmente no hay muchos libros de Hoodoo que traten de forma confiable la historia de esta tradición, sino ensayos antropológicos que rara vez han salido de su órbita de acción. No obstante, entre el escaso material que existe, podemos citar las siguientes obras:




Libros de Hoodoo.




Libros prohibidos. I Libros de magia negra.


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