La catábasis de Juan


La catábasis de Juan.




Perforado por la depresión, de esas que reducen al individuo a su mínima expresión social y afectiva, Juan, apenas un muchacho adolescente, se unió como oyente en una de nuestras celebérrimas reuniones filosóficas que esconden propósitos más bien etílicos.

Informados de su condición intentamos distraerlo apelando a la antropología.

—Como todo adolescente —comenzó el profesor Lugano—, usted está viviendo en carne propia una experiencia que los griegos denominaban catábasis.

—¿Depresión?

—No necesariamente. Catábasis significa «descender»; del prefijo griego kata, «abajo»; y basis, «avance». Estamos autorizados a pensarlo como el descenso en todas sus formas, desde bajar por un cerro hasta la caída del sol; desde una retirada amorosa al descenso a los infiernos.

—Básicamente hablamos de una caída libre —razonó Juan.

—No «libre», en tanto que posee matices y grados que la atenúan. «Descenso gradual» se ajusta mejor a la idea de catábasis.

—¿Pero un descenso hacia dónde?

—Hacia el ser. Mejor dicho, hacia el Ser que aún no somos, y que acaso no seremos nunca. Mircea Eliade sostuvo que la depresión adolescente, ese estado de hastío e indolencia que atormenta a nuestros mejores jóvenes, se debe a que la sociedad moderna carece de ritos de iniciación; es decir, que no existen ya ritos y pasajes concretos de la infancia a la edad adulta; lo cual genera en el sujeto un estado de dolor y apatía por desconocer su lugar en el mundo.

—Según su exposición, la adolescencia es un estado lamentable.

—No siempre. Por ejemplo, su estado de catábasis lo vincula directamente con episodios memorables. Por ejemplo, el descenso de Orfeo al Hades en búsqueda de Euridice.

—No veo que eso sea particularmente positivo.

—No crea. Visitar el inframundo es siempre una experiencia renovadora.

El discurso del profesor se fue deshilachando hasta terminar en una vaga exégesis acerca de los descensos al Hades y el embrutecimiento de la sociedad de consumo.

El pobre Juan se retiró intelectualmente vivificado, aunque con la depresión intacta, acaso pensando que algunas analogías solo sirven para suavizar el dolor íntimo de quienes ya han descendido todo lo posible.




Egosofía. I Filosofía del profesor Lugano.


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