«Al lector»: Charles Baudelaire; poema y análisis.
Hablar de "lectores", en ciertos casos, puede convertirse en un gesto de vanidad. Después de todo, el lector es una criatura nebulosa, cuya existencia, en el mejor de los casos, es incierta, y en el peor, completamente imaginaria.
Uno de los autores que ha dado cuenta de esas fantasmagorías fue Charles Baudelaire.
Charles Baudelaire sabía que "el lector" no es un género, es decir, que no es una especie que se caracteriza por una unicidad de criterios. La experiencia de cada uno modifica la lectura. Un libro —cualquier libro— tiene infinitas lecturas.
Para aumentar la complejidad del asunto, podemos pensar que un libro se engrandece con las lecturas previas de su "lector" ocasional. De este modo, no es lo mismo leer a Edgar Allan Poe habiendo ya conocido a Kafka que ignorando su existencia. Los libros modifican a los libros y todos están conectados a través del lector.
Este poema de amor de Charles Baudelaire acaso fue pensado para el lector, pero no en términos genéricos, sino para uno en particular, uno que lo aterrorizaba.
Su miedo es comprensible. La mirada crítica puede ser espeluznante, aunque en este caso el temor de Charles Baudelaire no tiene que ver con la crítica, sino con la posibilidad de que sus versos no lleguen a conmover, a emocionar, a causar asco y repulsión, a que sean cuidadosamente ignorados.
Al lector (Au Lecteur), uno de los mejores poemas de Charles Baudelaire, fue publicado en la antología Las flores del mal (Les fleurs du mal), tal vez como homenaje cifrado a esos corazones que el poeta nunca estremecerá.
Al lector.
Au Lecteur, Charles Baudelaire (1821-1867).
Afanan nuestras almas, nuestros cuerpos socavan
La mezquindad, la culpa, la estulticia, el error,
y, como los mendigos alimentan sus piojos,
Nuestros remordimientos, complacientes nutrimos.
Tercos en los pecados, laxos en los propósitos,
Con creces nos hacemos pagar lo confesado
Y tornamos alegres al lodoso camino
Creyendo, en viles lágrimas, enjugar nuestras faltas.
En la almohada del mal, es Satán Trimegisto
Quien con paciencia acuna nuestro arrobado espíritu
y el precioso metal de nuestra voluntad,
íntrego se evapora por obra de ese alquímico.
¡El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!
A los objetos sórdidos les hallamos encanto
E, impávidos, rodeados de tinieblas hediondas,
Bajamos hacia el Orco un diario escalón.
Igual al disoluto que besa y mordisquea
El lacerado seno de una vieja ramera,
Si una ocasión se ofrece de placer clandestino
La exprimimos a fondo como seca naranja.
Denso y hormigueante, como un millón de helmintos,
Un pueblo de demonios danza en nuestras cabezas
Y, cuando respiramos, la Muerte, en los pulmones
Desciende, río invisible, con apagado llanto.
Si el veneno, el puñal, el incendio, el estupro,
No adornaron aún con sus raros dibujos
El banal cañamazo de nuestra pobre suerte,
Es porque nuestro espíritu no fue bastante osado.
Mas, entre los chacales, las panteras, los linces,
Los simios, las serpientes, escorpiones y buitres,
Los aulladores monstruos, silbantes y rampantes,
En la, de nuestros vicios, infernal mezcolanza
¡Hay uno más malvado, más lóbrego e inmundo!
Sin que haga feas muecas ni lance toscos gritos
Convertiría, con gusto, a la tierra en escombro
Y, en medio de un bostezo, devoraría al Orbe;
¡Es el Tedio! -Anegado de un llanto involuntario,
Imagina cadalsos, mientras fuma su yerba.
Lector, tu bien conoces al delicado monstruo,
-¡Hipócrita lector -mi prójimo-, mi hermano!
La sottise, l'erreur, le péché, la lésine,
Occupent nos esprits et travaillent nos corps,
Et nous alimentons nos aimables remords,
Comme les mendiants nourrissent leur vermine.
Nos péchés sont têtus, nos repentirs sont lâches;
Nous nous faisons payer grassement nos aveux,
Et nous rentrons gaiement dans le chemin bourbeux,
Croyant par de vils pleurs laver toutes nos taches.
Sur l'oreiller du mal c'est Satan Trismégiste
Qui berce longuement notre esprit enchanté,
Et le riche métal de notre volonté
Est tout vaporisé par ce savant chimiste.
C'est le Diable qui tient les fils qui nous remuent!
Aux objets répugnants nous trouvons des appas;
Chaque jour vers l'Enfer nous descendons d'un pas,
Sans horreur, à travers des ténèbres qui puent.
Ainsi qu'un débauché pauvre qui baise et mange
Le sein martyrisé d'une antique catin,
Nous volons au passage un plaisir clandestin
Que nous pressons bien fort comme une vieille orange.
Serré, fourmillant, comme un million d'helminthes,
Dans nos cerveaux ribote un peuple de Démons,
Et, quand nous respirons, la Mort dans nos poumons
Descend, fleuve invisible, avec de sourdes plaintes.
Si le viol, le poison, le poignard, l'incendie,
N'ont pas encor brodé de leurs plaisants dessins
Le canevas banal de nos piteux destins,
C'est que notre âme, hélas! n'est pas assez hardie.
Mais parmi les chacals, les panthères, les lices,
Les singes, les scorpions, les vautours, les serpents,
Les monstres glapissants, hurlants, grognants, rampants,
Dans la ménagerie infâme de nos vices,
II en est un plus laid, plus méchant, plus immonde!
Quoiqu'il ne pousse ni grands gestes ni grands cris,
Il ferait volontiers de la terre un débris
Et dans un bâillement avalerait le monde;
C'est l'Ennui! L'oeil chargé d'un pleur involontaire,
II rêve d'échafauds en fumant son houka.
Tu le connais, lecteur, ce monstre délicat,
Hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère!
Charles Baudelaire (1821-1867)
Occupent nos esprits et travaillent nos corps,
Et nous alimentons nos aimables remords,
Comme les mendiants nourrissent leur vermine.
Nos péchés sont têtus, nos repentirs sont lâches;
Nous nous faisons payer grassement nos aveux,
Et nous rentrons gaiement dans le chemin bourbeux,
Croyant par de vils pleurs laver toutes nos taches.
Sur l'oreiller du mal c'est Satan Trismégiste
Qui berce longuement notre esprit enchanté,
Et le riche métal de notre volonté
Est tout vaporisé par ce savant chimiste.
C'est le Diable qui tient les fils qui nous remuent!
Aux objets répugnants nous trouvons des appas;
Chaque jour vers l'Enfer nous descendons d'un pas,
Sans horreur, à travers des ténèbres qui puent.
Ainsi qu'un débauché pauvre qui baise et mange
Le sein martyrisé d'une antique catin,
Nous volons au passage un plaisir clandestin
Que nous pressons bien fort comme une vieille orange.
Serré, fourmillant, comme un million d'helminthes,
Dans nos cerveaux ribote un peuple de Démons,
Et, quand nous respirons, la Mort dans nos poumons
Descend, fleuve invisible, avec de sourdes plaintes.
Si le viol, le poison, le poignard, l'incendie,
N'ont pas encor brodé de leurs plaisants dessins
Le canevas banal de nos piteux destins,
C'est que notre âme, hélas! n'est pas assez hardie.
Mais parmi les chacals, les panthères, les lices,
Les singes, les scorpions, les vautours, les serpents,
Les monstres glapissants, hurlants, grognants, rampants,
Dans la ménagerie infâme de nos vices,
II en est un plus laid, plus méchant, plus immonde!
Quoiqu'il ne pousse ni grands gestes ni grands cris,
Il ferait volontiers de la terre un débris
Et dans un bâillement avalerait le monde;
C'est l'Ennui! L'oeil chargé d'un pleur involontaire,
II rêve d'échafauds en fumant son houka.
Tu le connais, lecteur, ce monstre délicat,
Hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère!
Charles Baudelaire (1821-1867)
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El resumen del poema de Charles Baudelaire: Al lector (Au Lecteur) fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
6 comentarios:
jajaja.... que sutil es Baudeler....
La literatura de Baudelaire siempre irá a compenetrar los rincones más profusos que podríamos imaginar. el lector es un ente imaginario al que procreamos en un intento abalanzado a la comunicación. Cada aspecto que de él se nos otorga es la simple o furtiva idea del reconocimiento propio dentro del escrito. Qué es el lector sino un espectro que en la imaginación del escritor, desenvuelve el secreto del alma del escrito para otorgarse libertad en un mundo lleno de fantasía, donde tal vez mire a los ojos al autor para que éste se incline y diga gracias...
AETERNUSPRAECIPITIUM
La literatura de Baudelaire siempre irá a compenetrar los rincones más profusos que podríamos imaginar. el lector es un ente imaginario al que procreamos en un intento abalanzado a la comunicación. Cada aspecto que de él se nos otorga es la simple o furtiva idea del reconocimiento propio dentro del escrito. Qué es el lector sino un espectro que en la imaginación del escritor, desenvuelve el secreto del alma del escrito para otorgarse libertad en un mundo lleno de fantasía, donde tal vez mire a los ojos al autor para que éste se incline y diga gracias...
AETERNUSPRAECIPITIUM
compenetrar rincones profusos?
ja ja ja que tonteria, si no conoces el significado de algunas palabrejas existe un libro pequeño llamado diccionario. Ser poeta no es creer serlo.
acaso las letras trascienden, somos el demonio mismo, lector y escritor, la tinta matizada de locura. la ubicuidad existencialista, los yermos del pensamiento, la resulta de una batalla perdida, intrascendentes, claro, somos humanos.
hola!hace unos dias atras buscaba algo sobre el marques de sade pero el el espejo gotico me atrapo...quiza para siempre.muy buena info llega a mi correo y aunque yo no soy gotica,sino metalera,me fascina mucho la forma en que el gotico ve la vida siempre buscando lo inconcluso y misterioso mas alla de la vida y la muerte(ya se que no tiene que ver con baudeler,pero bue)hasta luego almas oscuras!!saludos cordiales.fdo:ludmila sanzo
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