Ambrose Bierce por H.P. Lovecraft


Ambrose Bierce por H.P. Lovecraft.




En su fulminante ensayo El horror sobrenatural en la literatura (Supernatural Horror in Literature), H.P. Lovecraft realiza un interesante repaso por la Ambrose Bierce, hombre enigmático y sarcástico, cuya muerte, aún hoy, continúa siendo un misterio [ver: La misteriosa muerte de Ambrose Bierce.]



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Más cercano a la verdadera grandeza era el excéntrico y taciturno periodista Ambrose Bierce, nacido en 1842; quien también luchó en la Guerra Civil, pero sobrevivió para escribir algunos cuentos inmortales y desaparecer en 1913 en una nube tan grande de misterio como cualquiera de las que él invocó en su pesadillezca fantasía.

Bierce fue un satírico y panfletista de fama, pero lo principal de su reputación artística reside en sus amargos y salvajes cuentos; una gran parte de ellos relacionados con la Guerra Civil y que constituyen la más vívida y realista expresión literaria de ese conflicto. Virtualmente todos los relatos de Ambrose Bierce son cuentos de terror; y mientras muchos de ellos tratan tan solo de los horrores físicos y psicológicos en los límites de la naturaleza, una parte substancial admiten la presencia de lo malignamente sobrenatural y forman un conjunto destacado en el acervo de la literatura fantástica norteamericana.

Samuel Loveman, poeta y crítico contemporáneo, quien fue amigo personal de Bierce, resume de esta manera el genio del «hacedor de sombras»; en el prefacio a algunas de sus cartas:


«En Bierce la sugestión del horror se vuelve por primera vez no ya la prescripción o prevención de E.A. Poe y Guy de Maupassant, sino una atmósfera definida y siniestramente precisa. Las palabras, tan simples que se sentiría tentado a considerarlas como una limitación de escritorzuelo mercenario, adquieren un horror impío, una nueva e inesperada transformación. En Poe es un tour de force, en Maupassant un nervioso compromiso del flagelado desenlace. Para Bierce, simple y sinceramente, el diabolismo contiene en sus atormentadas profundidades un legítimo y confiable medio para un fin. Sin embargo, en todo momento se insiste en una tácita confirmación con la naturaleza...»


En La muerte de Halpin Frayser (The Death of Halpin Frayser) las flores, la vegetación y las ramas y las hojas de los árboles están magníficamente contrapuestos a la malignidad sobrenatural. No se trata del usual mundo dorado, sino de un mundo impregnado del misterio azul, recalcitrante y urgente de los sueños. Curiosamente, lo inhumano tiene lugar en este mundo...

La «inhumanidad» mencionada por Loveman encuentra su desahogo en una rara veta de comedia sardónica y humor de cementerio, y una especie de deleite en imágenes de crueldad y tentadora desilusión. La primera cualidad está bien ilustrada por algunos de los subtítulos en los cuentos más oscuros; tales como «Uno no siempre come lo que está sobre la mesa», describiendo la autopsia de un cadáver, y «Un hombre aunque desnudo puede estar en harapos» refiriéndose a un cuerpo mutilado.

La obra de Ambrose Bierce es, en general, despareja. Muchos de los cuentos son obviamente mecánicos, y dañados por un estilo vulgar y artificioso derivado de modelos periodísticos; pero la amarga malevolencia que merodea a través de todos ellos es inconfundible, y algunos resaltan como permanentes cumbres de la narrativa de terror norteamericana.

La muerte de Halpin Frayser, considerada por Frederic Taber Cooper como el cuento más diabólicamente espectral en la literatura anglosajona, nos habla de un cuerpo sin alma, deambulando sigilosamente en la noche de un bosque fantasmagórico y horriblemente iluminado por un resplandor sanguinolento y de un hombre acosado por recuerdos ancestrales que encuentra la muerte entre las garras de aquello que alguna vez fue su amada. La cosa maldita (The Damned Thing), frecuentemente recopilado en antologías populares, es la crónica de las horrendas devastaciones de una criatura invisible que merodea en las colinas y algodonales. El entorno conveniente (The Suitable Surroundings) evoca con singular sutileza y aparente simplicidad, el punzante sentido del horror que puede residir en la palabra escrita. En este relato, el cuentista fantástico Colston le dice a su amigo Marsh:


«Eres lo bastante valiente como para leerme en un tranvía, pero en una casa desierta, solo, en el bosque, durante la noche. ¡Bah! En el bolsillo llevo un manuscrito que podría matarte».


Marsh lee el manuscrito en un «entorno conveniente», y muere.

El dedo medio del pie derecho (The Middle Toe of the Right Foot) está torpemente desarrollado, pero tiene un poderoso clímax. Un hombre llamado Manton ha asesinado horriblemente a su esposa y sus dos hijos, la primera de las cuales carecía del dedo medio del pie derecho. Diez años después regresa muy alterado al lugar del crimen; y siendo misteriosamente reconocido, es provocado a batirse a duelo con navaja en la oscuridad de la casa abandonada donde tuvo lugar el crimen. Cuando llega el momento del duelo, es víctima de un engaño y queda sin antagonista, encerrado en una habitación oscura del edificio supuestamente embrujado, cubierta con el espeso polvo de una década. Ningún cuchillo lo ataca, pues el intento era asustarlo; pero al día siguiente se lo encuentra agazapado en un rincón con el rostro distorsionado, muerto de pánico por algo que vió. La única pista visible que se ofrece tiene implicancias horribles:


«en el espeso polvo que los años acumularon sobre el piso -yendo desde la puerta por la que habían entrado y a lo largo de la habitación hasta una yarda del cadáver acurrucado de Manton- podíanse ver tres líneas paralelas de huellas, leves pero definidas huellas de pies desnudos, dos de las cuales pertenecían a las de unos niños, la del medio a una mujer. Las huellas terminan ahí, no regresan. Todas apuntan en la misma dirección.»


Y, por supuesto, las huellas de la mujer muestran la carencia del dedo medio del pie derecho.

La casa de los espantos (The Spook House), narrado con la severa sencillez de la verosimilitud periodística, expresa terribles sugerencias de atroz misterio. En 1858, toda una familia de siete personas desapareció súbita e inexplicablemente de una granja de Kentucky, dejando todas sus posesiones intactas: muebles, ropa, alimentos, caballos ganado y esclavos. Al cabo de un año, dos hombres de gran reputación se ven obligados a refugiarse de una tormenta en la casa abandonada; allí descubren una extraña habitación subterránea iluminada por un inexplicable resplandor verde y con una puerta de hierro que no puede abrirse desde adentro. En esa habitación yacen los cadáveres de toda la familia desaparecida; y mientras uno de los hombres se abalanza para abrazar uno de los cuerpos que parece reconocer, el otro, aterrado por un extraño hedor, encierra accidentalmente a su compañero y pierde el conocimiento. Recobra el sentido al cabo de seis semanas, pero es incapaz de volver a encontrar la habitación secreta. La casa es incendiada durante la Guerra Civil. Nunca más se ha vuelto a ver al compañero encerrado en ella.

Ambrose Bierce rara vez consigue plasmar las posibilidades sugestivas de sus temas en forma tan vívida como lo había logrado Edgar Allan Poe; y buena parte de su obra contiene un cierto toque ingenuo, de prosaica angulosidad o provincialismo norteamericano que contrasta en cierta medida con los esfuerzos de los actuales maestros del terror. No obstante, el carácter genuino y artístico de sus tenebrosas concepciones es siempre evidente, por lo cual su grandeza no corre peligro de eclipsarse.

Los cuentos fantásticos de Ambrose Bierce aparecen en dos volúmenes de sus obras completas: ¿Tales cosas son posibles? (Can Such Things Be?) y En medio de la vida (In the Midst of Life). El primero de ellos está íntegramente dedicado a lo sobrenatural.
H.P. Lovecraft (1890-1937)




H.P. Lovecraft. I Ambrose Bierce.


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