Cómo ser un vampiro en diez pasos

Cómo ser un vampiro en diez pasos.

¿Cómo ser un vampiro?, nos interroga un inquieto lector a través de un efervescente correo electrónico. A pesar de nuestras respuestas, generalmente bruscas, no ha cesado de formular esta pregunta al menos una vez por semana durante un año. Este artículo está pensado para premiar esa determinación.

I.

El primer paso para ser un vampiro consiste en creer en vampiros; del mismo modo en que, para ser católico, resulta conveniente creer en Dios. El escepticismo nunca es un buen aliado para las conversiones.

II.

Una vez que el iniciado se convence de los vampiros existen es importante ver todas las películas y material fílmico sobre el tema; luego leer poemas, relatos, ensayos, crucigramas. Una vez digerida esta información es vital olvidarla; precisamente porque los vampiros son algo completamente distinto.

III.

Como todos saben, los vampiros muerden. Esta fase oral de la vida nocturna es esencial para comprender los hábitos alimenticios de estas criaturas. Es imperioso practicar varios tipos de mordidas. Los científicos coinciden en que unas quinientas mordidas de práctica son suficientes para modelar la técnica. Debido a la semejanza de texturas, recomendamos utilizar un pollo, preferiblemente muerto, para perfeccionar los distintos ángulos del tarascón.

IV.

Reclusión y terapia. Ya que los aguarda una existencia sombría es necesario no cagarse en las patas cuando se apaga la luz. Aíslese. Cierre postigos y persianas. Si le teme a la oscuridad, reflexione. Tal vez esto de convertirse en vampiro no sea para usted.

V.

Si desea ser un vampiro para cortejar a una dama, tenga bien en claro las características de aquellas mujeres que podrían sentirse atraídas por esa opción. Normalmente son damas taciturnas, solitarias, y un tanto fóbicas. Averigüe si es diabética.

VI.

Con los objetivos claros ya puede iniciar el ritual. Visite los parques de su ciudad durante la noche. No utilice poleras o cuellos de tortuga, esto ahuyenta a los vampiros. Observe detenidamente a quienes transitan por allí y jamás interpele a los caballeros que caminan vestidos con sobretodo. No es bueno andar preguntando quién es o no un vampiro. Estos seres son muy reservados.

VII.

El primer contacto es clave. Relájese y disfrute de su analidad mal encauzada. Usted bien puede creer que desea que le muerdan el cuello, pero secretamente prefiere un acercamiento a otros orificios. Goce. Entréguese. Pero cerciórese de que su vampiro realmente lo sea. No obsquie su aorta al primer pelagatos que se acerque con una remera de Crepúsculo. Evite el ajo en los días previos.

VIII.

Una vez que su cuello haya sido desgarrado por los dientes del vampiro, tómese un minuto para la reflexión. No utilice el transporte público. Retorne a su cubil, previamente amueblado con un sarcófago, y descanse. No se se entregue a maniobras de autosafistacción. Esto anula los efectos de la mordida.

IX.

La dieta del día posterior consiste en embutidos: morcillas, chorizos, salames, etc. Este punto es crítico, ya que por primera vez se revela la naturaleza ambigua, en términos de preferencias, del vampiro. No juegue con la comida.

X.

Al tercer día finalmente usted puede declararse un vampiro hecho y derecho. Vístase de negro. Arroje a la basura todos los libros de autoayuda, especialmente los de Cohelo (Piense que si realizó los pasos anteriores, no le sirvieron de nada). No se ensañe con vecinos o familiares. No inicie sus actividades con venganzas mezquinas. Ábrase un perfil en cualquier red social y anúnciele al mundo su transformación. Ingrese en todos los chats pertinentes. Utilice nicks de ocasión. Converse con otros idiotas que compartan la misma fantasía. Discuta. Sea beligerante. Escriba como si fuese un constipado burgués del siglo XVIII. Utilice arcaísmos. Reduzca su apetitos amorosos. Desde este momento usted es un ente amorfo, una ameba, un engendro cuyo único deseo es succionar. Lea a Nietzsche y Heidegger (¡Nunca a Sartre!). Cultive un círculo de adeptos, que pueden reclutarse en diferentes foros y obras sociales. Proyecte una imagen de poder y confianza. Jamás utilice bermudas o rompevientos. Convoque tertulias en cementerios y camposantos, donde podrán entregarse a masticar tibias y roer viejos omóplatos en un ambiente de camaradería. Recuerde volver antes del amanecer. Y, sobre todo, nunca, jamás, bajo ningún concepto, vuelva a escribirnos.




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